Puede parecer el argumento de una película, de hecho recuerda mucho a la celebrada Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, (¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú) de Stanley Kubrick pero, como ya sabemos, la realidad supera a la ficción. Pudo suceder, por suerte no lo hizo. Si los Estados Unidos sufrían un ataque, durante el cual el presidente muriese o desapareciese, se iniciaría un protocolo de ataque nuclear total contra los enemigos de la seguridad nacional, a saber la Unión Soviética y China.

El plan, desarrollado durante la Guerra Fría, ha salido a la luz recientemente en unos documentos desclasificados pertenecientes al Archivo de Seguridad Nacional (NSA). Según puede leerse en ellos, el plan de contingencia con nombre en clave Furtherance (Fomento), pretendía evitar una hipotética ruptura de la cadena de mando:

Hay instrucciones de los altos mandos para lanzar un ataque nuclear en el caso de que el Presidente haya sido asesinado o no se le pueda encontrar. Esto se hace para evitar la ruptura en la cadena de mando [...] La respuesta podría dirigirse a uno u otro país, no a ambos y podría ser un ataque a pequeña escala o accidental.

La documentación revela que Furtherance existió hasta 1968. Este proyecto de ataque nuclear saltaba sobre los soviéticos y los chinos indistintamente de manera automática. No había necesidad de pruebas reales, daba igual que el ataque fuere un mero accidente – esas cosas pasan – o que tipo de armas usara el enemigo, si cualquier parte del territorio nacional era hostigado o si al presidente le sucedía cualquier cosa se desataría “la venganza atómica”. El trigésimo sexto mandatario de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, en el cargo desde el 22 de noviembre de 1963 hasta el 20 de enero de 1969, cambió este alocado plan aconsejado por diversos miembros del aparato militar estadounidense.

En un acta de sesión fechada el 14 de octubre de 1968, Johnson y sus principales asesores en materia de seguridad nacional revisaron los protocolos de Furtherance con el fin de reducir los riesgos. Entre los cambios se incluyen una serie de instrucciones para los comandantes en caso de ataque y una nueva política de guerra nuclear como promover la idea de “no usar primero” y la directriz de responder a un ataque con armas convencionales de la misma manera. El por entonces consejero de seguridad nacional, Walt W. Rostow, llega a decirle al presidente:

Creemos que se trata de un cambio fundamental. Esto era peligroso.

Incluso el General Earle Wheeler añade:

Todos los jefes de personal y comandantes han sido consultados, se recomienda su aprobación.

Antes de la decisión de Johson las instrucciones eran bien claras: ataque nuclear total. Alguien tenía que frenar la amenaza comunista, y el país de las libertades no iba a quedarse de brazos cruzados si alguien le propinaba el primer golpe. Esta política fue aprobada en tiempos de la administración de Eisenhower, presidente entre los años 1953 y 1961. Una vez revisadas las instrucciones del protocolo Furtherance los comandantes del ejército norteamericano estaban en grado de evitar el tan temido holocausto nuclear. Resulta curioso que Johnson esperase hasta el final de su mandato para "meter mano" a esta barbaridad que podría haber cambiado el curso de la historia.

Estados Unidos detonó su primera bomba atómica en 1945, la entonces URSS lo hizo cuatro años más tarde. Con el paso de los años la proliferación de este tipo de armas fue un hecho, Estados Unidos dejó de tener la exclusiva y el temor ante la perspectiva de la destrucción mutua asegurada creó un clima de ambivalente tensión que fundamentó el statu quo de la Guerra Fría.