Hay términos supuestamente psicológicos que no tienen nada que ver con la psicología y, para colmo, se extienden como la pólvora. No hay más que ver el caso de las Personas Altamente Sensibles (PAS). Pero, si hay un término aún más extendido que ese, es el de las personas tóxicas. El discurso de la toxicidad en las relaciones ha llegado a un punto en el que hablamos incluso de personas vitamina, polarizando nuestra forma de interactuar con otras personas a una escala únicamente de blancos o negros. Tal es la situación que existen cada ve más artículos dirigidos a saber reconocer parejas tóxicas, amigos tóxicos o padres tóxicos. Esto último, por ejemplo, lo hemos visto recientemente en un artículo de Best Life, que ha sido compartido por algunos medios de comunicación españoles.
¿Pero hasta qué punto tiene razón el artículo? ¿Hay padres tóxicos por definición? ¿Cómo deberíamos actuar si descubrimos que los nuestros lo son o que nosotros nos comportamos como tal con nuestros hijos?
Para contestar a todo eso hay que dejar claro de dónde viene el término y cuáles son los rasgos que se suelen definir con él. Todos hemos hablado alguna vez de personas tóxicas, por poco psicológico que sea, no vamos a dejar de usarlo. Pero sí debemos tener en cuenta que una cosa es mencionarlo de forma informal y otra usarlo para clasificar relaciones de cualquier tipo formalmente. Eso sí es un error.
¿De dónde vienen las personas tóxicas?
El término “personas tóxicas” lo empezó a usar por primera vez en 1995 la autora del libro Toxic People, Lillian Glass. Es una especialista en comunicación y asesora de imagen, quien también ha escrito libros como Toxic Men.
Si bien no debemos caer en el sesgo de autoridad y dar por cierto un término psicológico simplemente porque lo acuñase un psicólogo, en este caso es que ni siquiera es psicóloga. Simplemente es una escritora que dio con un adjetivo con gancho para sus libros y, al ver que funcionaba, decidió seguir sacándole partido.
Desde entonces, se han establecido más o menos unos criterios para definir a las personas tóxicas. Por lo general, son aquellas que no respetan los límites ajenos, ridiculizan a todo el mundo, nunca admiten su culpabilidad, sino que intentan culpar a los demás de todo lo que les pasa, e incluso son totalmente manipuladoras. De hecho, a menudo usan la ya mencionada culpa para manipular a las personas con quienes se relacionan. Esto es aplicable a parejas, padres y madres, amistades… Vale para todo.
¿Qué pasa con los padres?
En el artículo de Best Life definen cuatro comportamientos que definen a padres y madres como tóxicos.
Para empezar, lo serían cuando no respetan los límites de sus hijos. Por ejemplo, si necesitan saber todo el rato qué van a hacer, a dónde van a ir o con quién. Especialmente cuando esto ocurre a edades más avanzadas. El segundo criterio para establecer que padres y madres son personas tóxicas se basa en la culpabilidad como medio de manipulación. Esto se une al tercer criterio, que hace referencia a la incapacidad para reconocer los propios errores. Los padres también se equivocan. Pero, según este artículo, si son personas tóxicas lo negarán e intentarán trasladar la culpa a sus hijos. A continuación hablan de usar el tratamiento del silencio como castigo. Y, finalmente, se refieren a la parentificación.

Esto último hace referencia al traslado de responsabilidades adultas a los hijos. Por ejemplo, ser totalmente responsables de sus hermanos pequeños.
Las personas tóxicas no existen
Es cierto que si los padres, o cualquier persona, incurren a menudo en cualquiera de las acciones explicadas anteriormente, se pueden generar tensiones y problemas en las relaciones. Esto se debe trabajar para que no ocurra y, a veces, incluso puede ser necesaria la ayuda psicológica.
Pero si lo extrapolamos a cualquier relación, todos hemos sido “tóxicos” alguna vez. Todos alguna vez hemos tenido problemas para reconocer nuestra culpabilidad o hemos decidido dejar de hablar con alguien al enfadarnos. Solo por poner dos ejemplos.
Por eso, algunos expertos hablan más bien de comportamientos tóxicos que de personas tóxicas. Es el caso de la psicóloga Gema Sánchez Cuevas, quien habla de ello en un artículo de La mente es maravillosa.
Según las palabras de esta especialista, ningún ser humano se reduce a algo tan generalista como ser “bueno” o “malo”. Por eso, este tipo de listas para comprobar si tus padres o tu pareja son tóxicos, a veces perjudican más de lo que ayudan.
Otro psicólogo, el mexicano Mauricio Sánchez, habla sobre los problemas de este término en la revista Mente y Ciencia. Insiste también en que las personas tóxicas no existen y que, además, la generalización de este término a nivel social puede desviar la atención de los verdaderos problemas conductuales y de relaciones. Él también habla de conductas tóxicas, a las que lógicamente habría que prestar atención. No obstante, menciona que hemos manido tanto el término que lo generalizamos con lo más mínimo y, cuando realmente una relación es dañina, la vemos como una más.

Por eso, más que hablar de personas tóxicas, deberíamos analizar las conductas de las personas con las que nos relacionamos, estudiar en nuestro interior si nos hacen daño, hablar sobre ello y, si nada cambia, tomar decisiones al respecto. Ante la duda, siempre buscar ayuda psicológica. Ahora bien, volviendo al tema de los padres, es cierto que todos los ejemplos que ponen son parte de una mala forma de relacionarse. Deben trabajarse si se dan individualmente o en conjunto. Pero debemos tener cuidado con las generalizaciones, que incluso le restan importancia a los problemas relacionales más graves. Una lista de 5 criterios para definir por completo una relación entre padres e hijos es generalizar demasiado.
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