Un equipo de científicos de la Universidad de Oakland publicó recientemente un curioso estudio en el que se demuestra que cuando los hombres perciben cierta competencia sexual tienden a producir una mayor concentración de espermatozoides. Podría decirse que los celos les hacen eyacular un semen mucho más cargado. Esto resulta odioso si nos ceñimos al aspecto social o psicológico del asunto, pero la realidad es que desde el punto de vista evolutivo sí que tiene sentido.

Aunque los humanos tenemos aprendido que el sexo no es meramente reproductivo y que hay muchos tipos de pareja que se deben basar en los acuerdos mutuos y la confianza, nuestro organismo se sigue rigiendo por algunos de nuestros instintos más primitivos. Seguimos sintiendo placer con el sexo porque los sistemas de recompensa nos dan un chute de dopamina que nos animará a tener más sexo y, así, perpetuar la especie. Muchos de nuestros comportamientos y reacciones fisiológicas se basan justamente en facilitar la reproducción y que cada individuo intente perpetuar su propia estirpe. Por eso, igual que muchos machos de multitud de especies compiten por sus hembras, los humanos, cuando sienten que sus parejas podrían tener sexo con otros hombres, aumentan la concentración de espermatozoides en su semen, de modo que tengan más probabilidades de ser ellos los que las embaracen.

Un inciso para empezar

Antes de empezar debemos dejar bien claras tres cosas. La primera es que esto no se hace de forma consciente. Simplemente, ocurre, porque es un rasgo fisiológico que hemos arrastrado como especie, al dar a nuestros antepasados una mayor supervivencia evolutiva. La segunda cuestión que hay que dejar clara es que ni con este artículo ni con el estudio que se comenta pretendemos justificar los celos.

Es cierto que los celos no dejan de ser una emoción a veces inevitable. Sin embargo, lo que hacemos con esa emoción y cómo la gestionamos es un rasgo de lo que hemos evolucionado socialmente. O al menos deberíamos. Finalmente, hay que dejar claro el hecho de que en la actualidad las relaciones no son una competición y que, además, tenemos sexo para mucho más que reproducirnos. Dicho esto, veamos qué es lo que dice el estudio.

Más concentración de espermatozoides para garantizar la supervivencia de un linaje

En realidad, este estudio se llevó a cabo con el fin de continuar la investigación que se inició en otro publicado en 1993. Son equipos de investigación distintos, pero querían comprobar lo mismo: ¿cómo influye la posible competencia sexual en la concentración de espermatozoides?

En ese estudio previo solo se analizó un factor. La influencia del tiempo que una pareja pasa sin verse sobre la concentración de espermatozoides. Curiosamente, se vio que cuanto mayor es ese tiempo mayor es la concentración. Esto se interpretó como que los hombres, inconscientemente, se toman ese tiempo separados como un periodo en el que la probabilidad de infidelidad es mayor. Por eso, cuando tienen su oportunidad, la aprovechan. De nuevo, inconscientemente.

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La concentración de espermatozoides, además, fue mayor cuando la eyaculación se produjo en pareja. Crédito: Ajay Kumar Chaurasiya (Wikimedia Commons)

En este nuevo estudio se analizó esto, pero también la percepción de los hombres sobre la presencia o ausencia de competencia sexual. Para ellos se contó con la participación de 34 parejas heterosexuales y sexualmente activas, con edades situadas entre los 18 y los 32 años. En primer lugar, se les hicieron una serie de preguntas sobre su relación. Después, se tomaron muestras de semen a los hombres. En total se recogieron a cada uno 6 muestras en un periodo de 45 días, 3 procedentes de masturbación y 3 de sexo en pareja.

Al analizar la concentración de espermatozoides, se vio que esta era más alta en aquellos hombres cuyas parejas tenían más amigos o compañeros de trabajo masculinos y, de algún modo, percibían cierto riesgo de abandono o competencia sexual. No ocurría lo mismo cuando llevaban tiempo sin verse, por lo que no se apoyan los resultados de los 90. Sin embargo, los autores creen que eso no es necesariamente malo. Los tiempos han cambiado y la comunicación con las tecnologías móviles es constante. Por eso, no se percibe tanto ese distanciamiento.

Sí, también hay limitaciones

Hay varios factores del estudio que no terminan de cuadrar del todo con la hipótesis evolutiva de la competencia sexual. Por ejemplo, cuando los hombres percibían (normalmente injustamente) una competencia con otros hombres, aumentaba la concentración de espermatozoides. Pero no la movilidad de los mismos. Ambos son factores que influyen en la fertilidad. Por lo tanto, deberían haberse percibido también cambios en ese sentido. Otro dato que no termina de cuadrar es el de los tipos de eyaculado.

La concentración de espermatozoides resultó ser más alta en el que procedía de relaciones en pareja. Eso tendría sentido evolutivo. Sin embargo, la motilidad de los espermatozoides fue mayor en el eyaculado de masturbación.

También es importante tener en cuenta que solo participaron en el estudio 17 hombres. Es una muestra de población muy reducida. Y, para terminar, no se ha podido explicar dónde se producen los cambios: ¿aumenta la producción o la liberación de espermatozoides?

espermatozoides, donante de semen
La producción de espermatozoides puede tardar hasta 64 días.

El proceso de producción puede tardar hasta 64 días, por lo que no habría una respuesta tan rápida a esa percepción de competencia. Sin embargo, la liberación sí es más instantánea. La hipótesis de estos científicos es que es ahí donde se producen los cambios. Serán necesarios más estudios para confirmarlo. De paso, se deberían analizar el resto de cabos sueltos. Pero, sobre todo, es importante volver a recordar el inciso anterior y algo que todos deberíamos tener ya muy claro. Si una mujer tiene amigos o compañeros de trabajo no significa que le vaya a ser infiel a su pareja. No, ni siquiera si son guapos.