Los monstruos de Universal forman una parte importante de la historia del cine de terror. De las múltiples encarnaciones de Drácula encarnado por Christopher Lee a la versión de Frankenstein de James Whale. Lo cierto es que la reinterpretación del estudio de las criaturas más espeluznantes, marcaron un hito que sigue siendo crucial para entender el género casi un siglo después. Hombre lobo (2025) de Leigh Whannell no olvida esa herencia y de hecho, la cinta es en muchos aspectos, una versión contemporánea del clásico estilo de películas de la productora.

En especial, porque el director toma la premisa de una criatura sobrenatural y la convierte, en una alegoría acerca del trauma generacional. Mucho más, en una exploración de la violencia y el miedo como una herencia de sangre. La combinación de ambos puntos de vista, hace de Hombre lobo una hábil reflexión acerca de lo que se esconde detrás de cada monstruo. Además, de explorar la posibilidad que, en la mayor parte de las ocasiones, la verdadera criatura a temer es un tipo de violencia muy mundana, que termina por ser el escenario de un suceso inexplicable. 

Hombre lobo

Hombre lobo convierte al clásico monstruo en una alegoría del trauma generacional e incluso, la masculinidad tóxica. Lo que logra al tomar buenas decisiones al contar una historia que, a pesar de ser escalofriante, es también un drama complejo. No obstante, a pesar de una primera hora densa, oscura y envolvente, la película decae en un final predecible.

Puntuación: 4 de 5.

Leigh Whannell, que hizo de El hombre invisible (2020) un estudio cuidadoso sobre el maltrato, tiene intenciones parecidas con su nueva cinta. Pero en esta ocasión, dobla la apuesta al mostrar como una condena siniestra, es también el lazo que une a todos los personajes con sus traumas y sufrimientos del pasado. El giro permite al guion — co-escrito por Whannell junto con Corbett Tuck, Rebecca Angelo y Lauren Schuker Blum — ser más profundo que solo un relato escalofriante. También, tomar decisiones imaginativas acerca de cómo mostrar al monstruo titular o sus especiales características. Ventajas que el realizador aprovecha al máximo. 

Una criatura misteriosa acecha

El argumento sigue a Blake (Christopher Abbott), un hombre con un pasado turbulento con el que intenta reconciliarse. La trama cuida de hacer una diferencia clara entre las heridas psicológicas que el personaje puede tener y su comportamiento. Una decisión que hace más complicado a Blake. Eso, de cara a lo que tendrá que enfrentar y su intento de sanar una parte suya de la que reniega y que intenta contener. En particular, cuando decida volver al Oregón de su infancia y enfrentar los recuerdos amargos de una dura vida doméstica. 

En la aventura, le acompañan a regañadientes su esposa Charlotte (Julia Gardner) y su hija Ginger (Matilda Firth). La historia plantea bien y con rapidez su conflicto al dejar claro que el viaje a Oregón es un punto de ruptura entre el matrimonio y el futuro para ambos. De nuevo, hay insinuaciones de una relación familiar complicada. El tema de la violencia — familiar y cultural — es recurrente en Hombre lobo. Pero, en ningún punto, se trivializa o, mucho menos, se utiliza para justificar el escenario sobrenatural en el que explorará la cinta. 

Al contrario, el argumento se toma el tiempo suficiente para evitar caer en clichés. Por lo que la experiencia que define al personaje, es solo el punto de partida hacia el horror. El director, además, utiliza la sensación de peligro inminente para volver más densa e irrespirable la atmósfera de la trama. Mucho más, cuando todos se conviertan en el centro del ataque misterioso de una criatura inexplicable. 

Un monstruo clásico en el cine contemporáneo

Buena parte de la efectividad en la manera de mostrar a la criatura titular, radica en cómo Leigh Whannell reinventa el mito. Mucho más, como agrega capas de complejidad y profundidad a la mera idea de un monstruo legendario con sed de sangre. Por lo que convierte la granja, recién heredada de Blake, en epicentro de un fenómeno que se vuelve cada vez peor en luna llena. Paso a paso, lo que parece la amenaza de una bestia imparable, se transforma en el indicio de algo peor e inexplicable.

Hombre lobo tiene el acierto de evitar mostrar demasiado a su criatura. Por lo que convierte su ataque en una sucesión de eventos espantosos que aumentan en gravedad y saña. Parte de la efectividad en la atmósfera del argumento, proviene de su capacidad para realmente resultar espeluznante. Los pocos indicios sobre lo que sea acecha puertas afuera de la aislada propiedad, permiten profundizar en la sensación que lo que sea, es inexplicable. 

(from left) Charlotte (Julia Garner), Blake (Christopher Abbott) and Ginger (Matilda Firth) in Wolf Man, directed by Leigh Whannell.

Por lo que cuando Blake termine herido por la criatura, la película toma la inteligente decisión de convertir su lenta transformación en una combinación de body horror y terror psicológico. Hombre lobo tiene la capacidad de ser tanto un drama con tintes espeluznantes — lo que define a su memorable primera hora — como una trama clásica sobre la naturaleza salvaje del mal. Entre ambas cosas, Leigh Whannell encuentra un punto de equilibrio acerca de cómo lo humano y la esencia salvaje de una criatura sobrenatural, pueden mezclarse en un único apetito sangriento. 

Un final predecible pero que no desentona

Lo mejor de Hombre lobo, está durante las largas secuencias nocturnas, que siguen a la criatura que ataca la propiedad de Blake. El uso de la oscuridad para enfatizar la naturaleza desconocida del peligro, brinda a la película una siniestra densidad. También, cuando involucra a Charlotte y a Ginger en la forma en que la cinta cuenta lo que ocurre. Por lo que utiliza el punto de vista de ambas para describir la dimensión del miedo y el horror que se esconde en las sombras y el bosque circundante.

También, resulta ingeniosa y bien planteada la lenta transformación de Blake. Christopher Abbott profundiza en su papel desde la vulnerabilidad y el miedo, pero también, el misterio esencialmente salvaje que le une a la criatura a la que debe enfrentarse. Paso a paso, la cinta toma la decisión de convertirlo de héroe a monstruo y peligro inminente, eso sin que el personaje pierda su complejidad. 

Con todo, Hombre lobo pierde buena parte de su efectividad, cuando revela todos sus secretos o se hace predecible. En especial para su final, con cierto toque cliché y que resulta más que predecible. A pesar de eso, la cinta es lo suficientemente sólida como para sostenerse a pesar de sus fallos. Una buena noticia para los amantes del terror.