Aaron James tenía 43 años cuando sufrió una intensa descarga eléctrica mientras trabajaba como instalador de cable eléctrico. El accidente le hizo perder el ojo y párpado izquierdos, la nariz, los labios y una gran parte de tejido facial. Inicialmente se le hizo una reconstrucción convencional, acompañada de la extirpación de lo que quedaba del ojo. Sin embargo, las molestias que vinieron después hicieron que se le considerase elegible para convertirse en la primera persona en recibir un trasplante de cara y ojo.
No es la primera persona que recibe un trasplante de cara, es importante dejarlo claro. Pero sí la única que, de momento, ha recibido también un ojo durante el trasplante. Esa era la mayor complicación y el principal reto para los cirujanos que llevaron a cabo el procedimiento. Sin embargo, un año después han publicado un estudio en el que se demuestra que todo fue bien y que los resultados han sido incluso mejores de lo previsto.
Para empezar, no ha habido rechazo del trasplante, para alegría del paciente. Pero eso no es todo. Y es que, si bien James no puede ver por el ojo trasplantado, su retina reacciona a la luz, por lo que muestra mucha más funcionalidad de la que se esperaba en un principio.
La historia del trasplante de cara
El primer trasplante de cara de la historia se llevó a cabo en 2005. La receptora del mismo fue la francesa Isabelle Dinoire, una mujer de 38 años a la que su perro le desfiguró la cara mientras intentaba reanimarla tras un intento de suicidio.
El trasplante de cara, en el que se incluyeron la nariz y los labios, fue un éxito. No hubo rechazo del mismo y su apariencia facial fue mejorando con los años. Lamentablemente, los fármacos inmunosupresores que tuvo que tomar de por vida la debilitaron tanto que le causaron un cáncer que terminó causándole la muerte 11 años después.

Desde ese primer trasplante de cara se han realizado más de 40 intervenciones similares con más o menos éxito. Entre los países en los que se han realizado se encuentran España, Estados Unidos, Polonia, Turquía y China. Algunos de los pacientes murieron por rechazo del trasplante o, como Dinoire, a causa del tratamiento inmunosupresor. En otros, en cambio, ha sido un éxito.
Ha habido intervenciones realmente complicadas, como la de otro francés, Jerôme Hamon, quien llegó a recibir dos trasplantes de cara. El primero se le realizó en 2010 después de que una enfermedad llamada neurofibromatosis tipo 1 le desfigurara la cara por la aparición de multitud de tumores. Todo fue bien. Sin embargo, en 2015 un tratamiento con antibióticos para tratar una infección respiratoria anuló el efecto de los inmunosupresores y causó el rechazo de su nueva cara. Fue necesario realizarle otro trasplante, cuyos resultados fueron aparentemente mejores que los del primero.
Cabe destacar que, al contrario de lo que a veces nos lleva a pensar el imaginario popular, un trasplante de cara no supone pasar la cara de una persona fallecida a un receptor vivo que ha perdido la suya. Solo se trasplante la piel y, a veces, algunas estructuras faciales. No obstante, la disposición en 3D de la misma y las expresiones faciales son propias de cada persona.
El caso de Aaron James
Tras su accidente, Aaron James se sometió a una reconstrucción facial con piel propia, de otras partes de su cuerpo. Sin embargo, las cicatrices resultaron ser muy dolorosas. Además, la ausencia del ojo le provocaba tanto dolor físico como psicológico.
Por eso, sus médicos se pusieron en contacto con el equipo de alotrasplante compuesto vascularizado (VCA por sus siglas en inglés) de Langone Health de la Universidad de Nueva York. El VCA hace referencia al trasplante de grandes extensiones de tejido, en el que se añaden partes de las tres capas germinales, correspondientes a piel, nervios y vasos sanguíneos, entre otras estructuras. Una de las características principales de este tipo de trasplante es que suele ser necesario reconectar vasos sanguíneos y nervios. Los más comunes son el trasplante de cara y el de manos, aunque existen otros, también considerados VCA, como el trasplante de pene.
En este caso, los científicos de la Universidad de Nueva York consideraron que James cumplía los requisitos para intentar realizar por primera vez un trasplante de cara y ojo. Esto es algo que no se había hecho antes y se le dejó muy claro al paciente. Sería un tratamiento experimental. No obstante, su sufrimiento le hizo imposible rechazar el ofrecimiento.
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Como con cualquier trasplante de cara, el riesgo principal sería el rechazo inmunológico. No obstante, en este caso había algunos peligros extra, como la pérdida del ojo sano. Pero no pasó nada de eso. El ojo sano siguió estándolo después del trasplante de cara y el nuevo no sufrió ningún tipo de rechazo. Se sabía que no podría ver con él. Por eso, el objetivo era solo que recibiese un aporte adecuado de sangre para que no lo perdiese de nuevo. Este reto también fue un éxito, pero aún quedaba ver qué pasaría a medida que transcurriese el tiempo.
El trasplante de cara y ojo un año después
Los responsables del trasplante de cara y ojo de Aaron James han publicado recientemente un estudio en el que muestran cómo ha evolucionado. No hay ninguna señal de rechazo. El aporte de sangre en el ojo sigue siendo bueno y, aún mejor, la retina reacciona a la luz. Es importante destacar que el paciente no ve esa luz. No obstante, el simple hecho de que la retina reaccione deja ver que, en un futuro, quizás sería posible conseguir el trasplante de un ojo funcional, con el que los pacientes puedan ver sin problemas.
Habrá que esperar para eso. Lo que está claro es que este es un claro ejemplo de lo mucho que han avanzado los trasplantes de cara desde que Isabelle Dinoire recibió el suyo en 2005.