Las técnicas de reproducción de órganos en 3D están cada vez más avanzadas. Tanto como para haber logrado reconstruir la nariz de una mujer con un injerto sintético implantado previamente en su antebrazo.

Puede parecer una broma, pero es algo muy real. El procedimiento se ha llevado a cabo en Francia, en el Instituto Oncológico de la Universidad de Toulouse-Oncopole, de la mano de científicos de dicha institución y del Instituto Claudius Regaud.

La paciente había perdido la nariz tras padecer un cáncer en dicho órgano. Afortunadamente, la quimio y la radioterapia acabaron con el tumor, pero también con las células sanas de la nariz. Se le intentaron realizar varias reconstrucciones faciales, sin buenos resultados. Por eso, la última opción fue recurrir a la impresión de órganos en 3D. Esta ya ha mostrado su eficacia en multitud de órganos, desde orejas hasta la propia piel. Pero en este caso había un problema, ya que los tratamientos también habían dañado los vasos sanguíneos que anteriormente irrigaban la nariz. Por lo tanto, si se colocaba directamente el órgano impreso, este acabaría fallando por falta de suministro sanguíneo. A bote pronto era un problema, pero los responsables del procedimiento han sabido solucionarlo de una manera muy original.

El maravilloso mundo de la impresión de órganos en 3D

Cada vez son más las personas concienciadas con la donación de órganos. España, de hecho, suele hacerse cada año con el título de país que más de estas donaciones genera. Sin embargo, no siempre hay suficientes, sobre todo porque no todos los órganos valen para cualquier persona. La compatibilidad es muy importante y eso reduce notablemente las posibilidades.

Por eso, deben buscarse otras alternativas, como la fabricación de órganos específicos para cada paciente. Esto es algo que lleva muchos años estudiándose, aunque el proceso se aceleró con la llegada de las impresoras en 3D.

A grandes rasgos, el proceso consta de cuatro pasos. En primer lugar, se toman imágenes por tomografía del órgano que se quiere reproducir. Después, se fabrica un molde a base de polímeros biocompatibles y biodegradables. Esto quiere decir que no serán rechazados por el cuerpo humano y que, además, una vez acabada su función podrán degradarse y reabsorberse sin problemas. En el tercer paso, estos moldes actúan como andamios, sobre los que se cultivan células del tejido necesario para construir dicho órgano. Pueden usarse células madre obtenidas de la reprogramación de las propias células del paciente. Así se evitan rechazos. De cualquier modo, el último paso será que las propias células del paciente invadan el implante y ocupen todo el molde, hasta el punto en que esta deje de ser necesario y pueda ya degradarse.

Todo este proceso de impresión de órganos en 3D se conoce también como bioimpresión. En él es muy necesaria la vascularización, de ahí que la impresión de nariz realizada en Francia sea tan interesante.

nariz
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La nariz que primero pasó por el antebrazo

La paciente protagonista de esta historia fue tratada en 2013 por un carcinoma de las células escamosas que había proliferado en su cavidad nasal. El tratamiento oncológico fue un éxito. Sin embargo, hubo un daño colateral muy grande, ya que la mujer perdió su nariz en el proceso.

Como resultado, pasó varios años sometiéndose a diferentes tratamientos de reconstrucción nasal, todos ellos fallidos. No conseguía conservar el órgano. Por eso, los médicos que la trataban se pusieron en contacto con los científicos de Cerhum, un fabricante belga de dispositivos médicos que ya había realizado algunos trabajos de bioimpresión. Los dos centros de investigación, junto con la compañía de Bélgica, se pusieron manos a la obra para construir una nariz que pudiese implantarse en la cara de la paciente. Pero había un problema, ya que la quimio y la radioterapia habían afectado también a los vasos sanguíneos.

Por eso, se optó por implantar inicialmente la nariz en el antebrazo de la mujer. En poco más de dos meses, las células de la mujer habían colonizado el implante y esta tenía un órgano tolerado y bien vascularizado. Por eso, en septiembre de 2022 se procedió a hacer el trasplante a la cara. Allí, se pudo conectar los vasos desarrollados en el brazo con los que aún seguían activos en la cara, cerca de la sien. Esto permitió cablear la nariz para que pudiese funcionar en su nueva ubicación.

Desde entonces, todo ha ido bien, la nariz no ha sido rechazada y la mujer se encuentra sana. Es un claro ejemplo de lo que se puede conseguir gracias a la impresión de órganos en 3D. Parece casi ciencia ficción, pero lo maravilloso de la historia es que no lo es.

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