María Branyas, la que actualmente era la mujer más longeva del mundo, ha muerto hoy en Olot, Girona, a los 117 años de edad. La española ostentaba este título desde la muerte de la francesa Lucile Randon en enero del año pasado. Ahora, el título de la mujer más longeva del mundo va a parar a Japón, donde vive Tomiko Itooka, de 116 años.
Branyas nació en San Francisco, por lo que contaba con la nacionalidad estadounidense. Sin embargo, era hija de padres españoles. Además, en 1915, en plena Primera Guerra Mundial, se mudó con su familia de vuelta a España, donde vivió hasta su muerte, llegando incluso a sobrevivir al coronavirus en 2020. Por eso, incluso antes de la muerte de Randon, ya ostentaba el título de la española viva con mayor edad. Tras su fallecimiento, pasa a esta posición la extremeña Silveria Martín, de 114 años.
Todas estas no son solo las mujeres más longevas del mundo. También están a la cabeza de las listas de personas con más edad. El hombre más longevo del mundo actualmente es el inglés John Alfred Tinniswood, quien la semana que viene cumplirá solo 112 años. Esto no es extraño si tenemos en cuenta que la esperanza de vida de las mujeres es mayor que la de los hombres. Sin embargo, no basta con ser mujer para llegar a convertirse en una persona supercentenaria. ¿Cuál fue el truco de María Branyas, Lucile Randon o incluso John Alfred Tinniswood? La genética posiblemente haya hecho mucho, pero hay otros factores a tener en cuenta.
Los trucos de la mujer más longeva del mundo
Este mismo año, el doctor Manuel de la Peña, presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar, visitó a María Branyas en la residencia de Olot en la que vivía desde la década de 1990. También se entrevistó con otras personas supercentenarias españolas, como Teodora Cea, de 112 años, o Servando Palacín, de 109. Su objetivo era descubrir las claves de su larga vida.
Comprobó que muchas de estas personas no han fumado nunca, llevan una vida tranquila, en contacto con la naturaleza, y con una dieta saludable, muy rica en probióticos. Además, han hecho mucho ejercicio, continuando con paseos o deporte ligero incluso durante la vejez.

En el caso de María Branyas, la que hasta ahora era la mujer más longeva del mundo, su vida ha sido especialmente apacible a pesar de las penurias. Vivió las dos guerras mundiales, pero especialmente le azotó la Guerra Civil española, pues su marido fue muy perseguido por supuestamente apoyar a la República. Aun así, él siguió trabajando como médico de campaña, con ella como enfermera, por lo que en esa época sí que tuvo una vida muy estresante. La posguerra tampoco fue fácil. Pero después, con el paso de los años, fue teniendo una vida tranquila, disfrutando de la lectura y los paseos con sus amigas. Posiblemente todo esto ha tenido mucho que ver en su larga vida.
Con respecto al tabaco, un detalle simpático es que la mujer más longeva de todos los tiempos, la francesa Jeanne Calment, sí que fumó. Sin embargo, comenzó a hacerlo a los 112 años. A esa edad es más complicado desarrollar un cáncer de pulmón, porque las células se dividen más despacio. Además, ya había vivido mucho tiempo. Posiblemente, pensaría que, si su hora iba a llegar pronto, no quería morir sin probar el tabaco. Y le gustó. El hecho de empezar a hacerlo tan tarde no pareció influir mucho en su salud, pues vivió todavía otros 10 años, hasta los 122.
Otros factores que influyen
Todo esto es importante. Pero no podemos olvidar el papel de la genética. En el caso de María Branyas, en su familia ha habido varios casos de centenarios. Por eso, no es extraño que sus genes hayan contribuido a la salud de hierro que le ha permitido vivir tantos años.

Otro factor que influye muchísimo es el nivel económico. El dinero no da la felicidad, pero ayuda a tener una mejor salud, eso es indudable. María Branyas era hija de un periodista expatriado a Estados Unidos, que se hizo una buena fortuna en el país norteamericano como director de una revista para hispanos. Su padre murió en el viaje en barco de vuelta a España a causa de una tuberculosis, pero ella y su madre tuvieron una vida acomodada que incluso les permitió comprar una segunda residencia poco después de llegar a Cataluña.
Jeanne Calment pertenecía a la burguesía francesa y Lucile Randon era monja. Ninguna de ellas pasó demasiadas penurias y eso también pudo ayudar a que viviesen tanto tiempo.
Sea como sea, parece que ninguna de ellas ha tocado el techo. Se cree que si la longevidad humana tiene un límite todavía no lo hemos alcanzado. Quizás, los últimos avances en la medicina hagan que dentro de no demasiado tiempo haya muchísimos más supercentenarios. Si a la vez intentamos no cargarnos el planeta en el proceso, serán todo ventajas.