En 2024, Superman alcanzó la venerable edad de 86 años. No solo, en la cumbre del interés de la cultura pop, gracias a la nueva adaptación del héroe de la mano de James Gunn. También, por el constante debate de todo lo que la figura emblemática de DC, representa en el mundo de la editorial y fuera de él. Convertido en símbolo del bien y la esperanza — ya no tanto del sueño norteamericano — el superhéroe creado por Jerry Siegel (escritor) y Joe Shuster (artista), abarca muchas cosas a la vez. Lo que, probablemente, sea la explicación a que todavía sea enormemente popular, a pesar del paso del tiempo.
Lo que contrasta con su origen curioso e incluso, humilde. En 1938, sus creadores, que atravesaban un momento económico especialmente complicado, vendieron los derechos de imagen y de escritura a Detective Comics, Inc., en un intento desesperado por continuar su obra. Lo más sorprendente a la distancia, es que el valor de Superman apenas alcanzó los 130 dólares. Una suma pequeña para la envergadura que después adquiría el personaje. En específico, una vez que se volvería símbolo de un momento duro en la historia estadounidense.
Fue Superman, con su traje que recordaba a la bandera estadounidense y su origen de chico tradicional del país, lo que encarnó la esperanza y la fe, en plena postguerra. También, el que demostró el poder que las figuras de la cultura pop podían tener en medio de una social y cultural caótica. Poco a poco, lo que comenzó como un juego de imaginación de sus autores en su natal, Cleveland, se hizo una forma de entender los valores morales y éticos de todo un país. Algo que le abriría paso en la historia y le sostendría en un sitial de honor por décadas.
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Todo comenzó en Kansas
El 18 de abril de 1938, el último hijo de Kriptón haría su debut en Action Comics #1. Para la ocasión, se usó el mismo nombre con el que Jerry Siegel y Joe Shuster le bautizaron en 1933, en un cuento de ciencia ficción acerca de un alienígena bienintencionado. Los primeros números ya mostraban sus características más notorias. Entre ellas, su capacidad para volar y todo lo relativo a su planeta nativo, del cual había tenido que huir para evitar morir con el resto de su raza.
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Pero en específico, los creadores quisieron dejar claro que Superman, era un hombre que tomaba decisiones en beneficio del bien común. Lo que incluía, usar todas sus capacidades para representar la bondad colectiva. Superman, era, en esencia, el resumen del sentido del deber patriótico de la época. Mucho más, dentro de una serie de ideas acerca de la lealtad, el respeto al prójimo y las costumbres más tradicionales estadounidenses.
Por entonces, no había demasiados detalles con respecto a la mitología que rodeaba al superhéroe, pero sí sus líneas generales. Antes o después, Superman era un inmigrante, en esta ocasión, espacial. Uno, que, además, rendía tributo a la Norteamérica variopinta y en plena explosión demográfica por consecuencia de la postguerra. La idea de un héroe que no era humano, pero que era educado en la Tierra, cautivó al público.
Superman se hizo rápidamente famoso. Y al año siguiente de su llegada al papel y a la viñeta, ya obtuvo un número individual con su nombre. Este nuevo formato recopiló las historias ya publicadas antes. En conjunto, se hizo un único volumen que, en 1940, se volvió un éxito de ventas y que presentó al personaje a una esfera más amplia de lectores.
Un héroe que representó a un país
Posteriormente, la historia llegaría al New York World’s Fair Comics, que en 1942 tomó el nombre de World’s Finest Comics. Para ese momento, el mundo relacionado con Superman se había vuelto más complejo. En especial, por interactuar con otros personajes de las diversas editoriales. Pero, en específico, por el reconocimiento que su figura alcanzó en el mundo del cómic. Este héroe atípico, con un férreo carácter y un corazón sensible, era la antítesis de los personajes planos y elementales de la época.
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Pero a pesar de su popularidad, en el trasfondo de su creación había problemas. Jerry Siegel y Joe Shuster comenzaron a tener problemas entre sí y para sostener el ritmo de trabajo requerido. Lo que llevó a este último, a fundar un estudio, exclusivamente para encargarse de la apariencia y delineado de Superman. ¿Un dato curioso? Para la época, Shuster insistía en que cada uno de los rostros del héroe fuera de su autoría, por lo que tenía un extenso control creativo en cuanto a su imagen y dinámica en la historia en papel.
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En medio de este crecimiento acelerado, otros dibujantes comenzaron a participar en el proceso de creativo de dar vida a Superman. Lo que conllevó que a partir de 1941, Fred Ray dibujara una serie de portadas que se hicieron e icónicas. Particularmente, al brindar las grandes escenas que entraron a formar parte del imaginario del héroe. Desde el hombre de la capa roja rescatando gatitos a sus vuelos a través del espacio, pasando por las conocidas imágenes en que hace uso de su superfuerza. Lo cierto, es que durante los primeros años de la década de 1940, la figura evolucionó y se hizo cada vez más compleja y adulta.
Nuevas voces para el Hombre de acero
Pero lo más interesante de esta etapa, llegó cuando la historia de Superman, comenzó a tener todo tipo de influencias además de las de sus escritores. Lo que incluyó un nuevo equipo editorial, encabezado por Whitney Ellsworth. Este último reclutó a Mort Weisinger y Jack Schiff, para actualizar las historias, hacerlas más contemporáneas y menos rígidas, pero también, mucho más sensibles.
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Gradualmente, que hasta entonces, había obedecido y sostenido las reglas de todo superhéroe del cómic — hacer el bien, esforzarse por ser ejemplo y resultar entretenido — evolucionó una idea más compleja. Superman tomaba decisiones de cómo y cuando utilizar sus poderes. Asimismo, era más consciente de su contexto y de su complicado origen.
Fue Whitney Ellsworth, el que contrató a Edmond Hamilton, Manly Wade Wellman y Alfred Bester, para trabajar en el contexto de ciencia ficción que rodeaba a Superman. Por lo que el equipo imaginó un arduo recorrido desde su Kriptón natal a la Tierra, una vida de servicio a la civilización humana. Fue entonces cuando el héroe pasó de ser otro de los tantos rostros poderosos del cómic, a un símbolo estadounidense. Tanto, como para que su publicación se prohibiera en la Alemania Nazi y en España, se renombrara como Ciclón.
El héroe de la capa roja encuentra un propósito
Para los primeros años de la década de 1940 y convertido en símbolo nacional del bien, dos eventos marcaron la historia de Superman en adelante. En 1943, Jerry Siegel debió enlistarse en el ejército, por lo que tuvo que dejar, a un lado, la redacción directa de las historias del héroe. Don Cameron y Alvin Schwarts tomaron su lugar y juntos, brindaron al hijo de Kriptón toda una nueva perspectiva.
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Más patriótico y con toda su imagen centrada en representar al bien, Clark Kent se volvió más que un alienígena educado en Kansas. Ahora, simbolizada el sentido y el propósito de las fuerzas aliadas. Mucho más, en la forma en que demostraba que su poder, provenía de su ferviente convicción en lo idóneo y necesario del estilo de vida norteamericano.
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La inclinación hacia el activismo político de la publicación fue tan obvia, que para 1942, varios de los números de Superman le incluyen combatiendo a los nazis. Además de una participación activa en la versión en ficción del conflicto bélico. Varios de los números de ese año, le mostraron combatiendo al frente y hasta golpeando al canciller alemán Adolf Hitler. También, al primer ministro de Japón, Hideki Tojo.
La importancia de un héroe que represente al bien
El impacto de la imagen de un héroe enfrentando cara a cara a enemigos reales, marcó pauta en el mundo del cómic. Tanto que muchas otras editoriales, siguieron el ejemplo de DC, incluyendo Marvel y su Capitán América. Pero Superman fue el primero en ser ampliamente aceptado, concebido y analizado, como parte integral de Norteamérica. Especialmente, como una expresión de profundo respeto a los valores y costumbres del país, con los cuales el héroe se identificaba por completo.
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En 1945 comenzó la evolución del amplio mundo de Superman, tal y como le conocemos en la actualidad. En ese año, se presentó Superboy en More Fun Comics. Con el correr de las décadas, diversos autores añadieron personajes, escenarios, relaciones y profundidad. Por lo que en 1972, había una variedad de publicaciones, relacionadas con la vida y contexto del Hombre de acero. Todo lo anterior, se resumió en un único número, llamado Superman family, que se publicó mensualmente hasta 1982.
Pero los grandes cambios para Superman, llegarían en 1986, con la miniserie Crisis on Infinite Earths, que abarcó la historia en dos partes, Whatever Happened to the Man of Tomorrow. Superman se volvió más adulto, complicado, menos amable y directamente falible. Todo un cambio que repercutió en la forma en que se analizaban sus historias y su vida en papel.
Las influencias de Superman
En 1992, el equipo de escritores Dan Jurgens, Roger Stern, Louise Simonson, Jerry Ordway, y Karl Kesel, escribieron la novela gráfica La muerte de Superman. En ella, se narraba la trágica pérdida del héroe y además, simbólicamente, se daba fin a una etapa. Superman, tal y como hasta entonces se había conocido, atravesó un complicado desgaste en ventas y relevancia en DC. Eso a pesar, que en apartado cinematográfico, su alter ego había alcanzado ya una saga y era reconocida como una de las mejores del incipiente género de superhéroes.
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Sin embargo, el contexto natural de Superman, siempre fue el cómic, por lo que su muerte — simbólica en muchos aspectos — se convirtió en un suceso mayor del mundo del entretenimiento. Pero a la vez, la demostración que el héroe, podía presumir de no solo renacer de entre sus cenizas, sino volverse mucho más interesante y popular para un nuevo público.
No fue un fenómeno casual. Desde su creación, Superman fue parte de todo tipo de influencias. De la Gran Depresión — que le mostró luchando por devolver la esperanza —, la Segunda Guerra Mundial e incluso, distintas corrientes políticas. Lo cierto es que el hombre de acero, representa, como ningún otro, las virtudes políticas, sociales y culturales de EE. UU. y de alguna forma, también de occidente. Algo que se ha hecho más evidente y sentido a medida que transcurren las décadas y el nivel de importancia del personaje.
Una nueva era comienza
Hasta el momento, 13 actores han encarnado a Superman en el cine, la pantalla pequeña e incluso, en el mundo de la radio. En 2025, Superman, protagonizada por David Corenswet y bajo la dirección de James Gunn, abrirá una puerta para el superhéroe en el cine. Pero además de eso, demostrará — como lo está haciendo ahora mismo — su vigencia, importancia y trascendencia.
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Ochenta y seis años parecen mucho tiempo para un símbolo en la cultura pop. Pero no para el último hijo de Kriptón, todavía héroe de masas y emblema de la esperanza en un mundo cínico. El mejor legado de una obra que trasciende generaciones y que se ha convertido en parte de la cultura colectiva actual.