Los documentales de animales no son solo una nana para echar la siesta. En realidad, se trata de obras audiovisuales muy importantes, que hacen una gran labor divulgativa y que, además, contribuyen a mejorar el concepto que tiene la población sobre algunas especies. Así, si ese concepto es positivo, es más fácil que se sumen a los esfuerzos por su conservación. Para ello, se da una imagen muy realista de los animales en su hábitat, cosa que no ocurre en el sonido, pues la mayoría de sonidos que escuchamos en este tipo de programas no son reales.

Si lo pensamos, esto es bastante lógico. Hoy en día los camarógrafos tienen teleobjetivos de gran capacidad, que permiten tomar imágenes a grandes distancias, sin perturbar a los animales. Sin embargo, las tecnologías de sonido no han avanzado tanto como las de captación de imágenes. No se pueden grabar con nitidez sonidos que estén demasiado lejos, sobre todo cuando se trata de algo poco estridente, como el ruido de masticar o el aleteo de un pájaro.

Todos esos sonidos se añaden normalmente en posproducción. Se encargan de ello los que se conocen como artistas de Foley. Es decir, personas especializadas en crear sonidos lo más realistas posibles y añadirlos a las imágenes grabadas con anterioridad. Este tipo de artistas pueden encontrarse en cualquier producción audiovisual, pero son especialmente interesantes en el caso de los documentales de animales. Hacen casi magia, al crear sonidos que nos engañan, haciéndonos creer que realmente los emiten esos animales que fueron captados in fraganti en su hábitat, sin darse cuenta de que alguien perturbaba su paz para que millones de personas los vean en todas las partes del mundo.

Artistas de Foley en los documentales de animales

Damien Pollard, profesor de cine en la Universidad de Northumbria, ha entrevistado y visitado en su trabajo a varios artistas de Foley de documentales de animales para escribir en The Conversation un artículo sobre el tema.

De este modo, ha visto las técnicas tan interesantes que se utilizan para reproducir los sonidos de los animales en la naturaleza. Por ejemplo, los cascos de caballos se reproducen con unos cocos sobre una superficie dura. Los elefantes, mucho más pesados, con unas rocas contra una tina de tierra compactada cubierta de paja.

Un tanque lleno de agua puede usarse para reproducir los sonidos de un estanque y un guante de cuero en movimiento se puede convertir en las alas de un pájaro. El ruido que emiten los animales al masticar lo hacen los artistas de foley directamente con sus bocas. Solo hay una excepción, que suelen ser los sonidos más potentes, como el rugido de un león. En esos casos, se suele optar por grabaciones de bibliotecas de sonido.

Todo esto lo graban los artistas a la vez que visualizan las imágenes, para intentar que el sonido cuadre con ellas lo máximo posible. 

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¿Será así para siempre?

Hoy en día se han mejorado mucho las técnicas de grabación de sonido con respecto al pasado. Por eso, algunos documentales de animales ya incluyen sonidos reales. Pero la mayoría siguen siendo ficticios. Los artistas de Foley tienen aún mucho trabajo en esta área.

Quizás en un futuro no sean necesarios, pero de momento nadie discute la necesidad de imitar los sonidos de los animales y añadirlos en posproducción. Al fin y al cabo, son tan realistas que ni siquiera nos habíamos dado cuenta. Hacen muy bien su trabajo. 

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