Estamos acostumbrados a que los metales se oxiden al aire libre. No es agradable, pero resulta habitual. Sin embargo, cuando lo hacen dentro de casa, no solo es desagradable, sino que también parece casi inverosímil. Ocurre por ejemplo en la cocina, cuando los cubiertos se oxidan. A veces, sucede incluso con los que están fabricados con acero inoxidable.

En este último caso podemos llegar a pensar que nos han engañado. Que realmente no estaban fabricados con ese material. Pero no necesariamente tiene que ser un timo. Puede que sí se trate de acero inoxidable, pero que no hayamos hecho el uso más adecuado de estos utensilios.

Y es que los cubiertos se oxidan por la acción del oxígeno y el agua sobre el metal. El acero inoxidable tiene una cubierta que lo protege de ambos fenómenos, pero si exponemos los cubiertos a ciertas sustancias o los frotamos mucho al lavarlos podemos retirar dicha protección. Así, quedan a la merced del proceso de oxidación. Ahora bien, ¿en qué consiste exactamente este proceso?

Los cubiertos se oxidan por las condiciones de la cocina

Para que un metal se oxide necesitamos tanto oxígeno como agua. A grandes rasgos, el proceso es similar al que se da con el funcionamiento de una pila. Debe haber un ánodo, que pierde electrones, y un cátodo, que los recibe. Además, para que se produzca dicho flujo, es necesario un electrolito.

El electrolito, en este caso, es el agua. No obstante, esta puede reaccionar con el dióxido de carbono del aire, formando ácido carbónico, que es aún mejor electrolito.

El metal que se oxida es el ánodo. En contacto con el oxígeno, pierde electrones, que fluyen a través del electrólito hasta el cátodo, que puede ser otra pieza de metal u otra parte del mismo utensilio metálico.

En el proceso, además, el oxígeno reacciona con el metal, formando un óxido. Si el metal en cuestión es el hierro, se forma óxido de hierro, que es de color rojizo-anaranjado. Si es el cobre, por ejemplo, se forma óxido de cobre, que es verde azulado. Por eso algunas monedas antiguas se pueden poner de color verdoso. Afortunadamente, el óxido se forma en la capa más superficial del metal. No debemos confundir la oxidación con la corrosión, que sí afecta a capas más profundas y puede dañar la estructura irremediablemente.

Una vez que sabemos todo esto, podemos entender que los cubiertos se oxidan porque la cocina es el lugar perfecto. No es necesario que haya grandes cantidades de agua. Basta con la humedad del aire, tan habitual en esta parte de la casa. Ahora bien, si mantenemos los cubiertos mojados durante mucho tiempo, será más sencillo que se oxiden.

¿Qué pasa con el acero inoxidable?

El acero es una aleación de hierro y carbono. Por lo tanto, por su contenido en hierro, se puede producir el óxido rojizo más común.

Hoy en día muchos utensilios, como los cubiertos, se fabrican con acero inoxidable. ¿Pero qué tiene este material de especial?

En este caso, el metal se forma a partir de una aleación de hierro, carbono y cromo. Este último elemento es el que protege al hierro de la oxidación. El hierro tiene una mayor capacidad para perder electrones, por eso se oxida con tanta facilidad. En cambio, el cromo es mucho más resistente, por lo que protege los átomos de hierro de la acción del oxígeno.

El problema es que, si bien tiene una gran resistencia en este aspecto, no es tan resistente en otros escenarios. La fricción que se produce cuando frotamos los cubiertos para lavarlos o si se rozan entre ellos en el lavavajillas puede ir deteriorando poco a poco el acero, debilitando su escudo frente al oxígeno. Ocurre lo mismo si se utilizan para la limpieza ciertas sustancias corrosivas o si, por ejemplo, los utensilios se impregnan de alimentos muy ácidos durante mucho tiempo. Por eso, a veces los cubiertos se oxidan aunque sean de acero inoxidable.

oxidación
No debemos confundir oxidación con corrosión. Crédito. Michael (Unsplash)

¿Qué podemos hacer?

Si los cubiertos se oxidan en nuestra cocina hay varias medidas que podemos tomar. La primera es intentar secarlos rápidamente una vez que los freguemos y después guardarlos en un lugar resguardado de la humedad. 

También, aunque ya hemos visto que incluso el acero inoxidable se puede dañar, es recomendable comprarlos de este material y, por supuesto, tratarlo con cuidado para no dañar su escudo.

¿Pero qué pasa si ya tenemos los cubiertos manchados de óxido?

Una de las principales medidas para retirar el óxido del metal, ya sea en cubiertos o cualquier otro utensilio es el uso de vinagre. 

También conocido como ácido acético, el vinagre es un ácido débil. Por lo tanto, actúa como un agente corrosivo muy suave que retira la capa más externa del metal, en la que se encuentra el óxido. Además, si añadimos un poco de sal, se aumenta la solubilidad en agua y la conductividad eléctrica de esta última, para que el proceso sea más eficaz.

No siempre se puede retirar todo el óxido, pero, si no se ha acumulado demasiado, puede ser una medida muy útil.

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