El dolor, lógicamente, tiene un origen principalmente físico, pero también un alto componente psicológico. Es precisamente por eso por lo que los placebos y algunas pseudoterapias son mucho más eficaces como analgésicos que para tratar ciertas dolencias. Pero ese control inconsciente y psicológico del dolor también se manifiesta a través de factores tan curiosos como que, por lo general, se siente menos dolor cuando la persona que lo inflige es una mujer. 

Es la conclusión de una investigación realizada por Anna Sellgren Engskov, estudiante de doctorado en la Universidad de Lund, en Suecia. De hecho, dicha investigación es el tema de su tesis, presentada hoy mismo.

La científica ha demostrado que las mujeres pueden ayudar a que otras personas sientan menos dolor, mediante dos experimentos, uno de ellos con dos partes. El primero se ha llevado a cabo enteramente en el laboratorio. En cambio, el segundo lo ha realizado in situ, con pacientes reales, recién operados en el Hospital Universitario Skåne, de Malmö, también en Suecia.

Menos dolor en los receptores

Este estudio se ha basado en la percepción del dolor nociceptivo. Este es el que tiene lugar cuando hay algún tipo de lesión, como una herida, una quemadura o un golpe, y se liberan sustancias que se unen a unos receptores, llamados receptores, que envían al cerebro, a través de los nervios, las señales que luego se traducen como sensación de dolor.

El otro tipo de dolor que existe es el neuropático, en el que los daños tienen lugar directamente en esos nervios por los que se envían las señales, sin actuar sobre los nociceptores. Este es, por ejemplo, el dolor que tiene lugar cuando se pinza un nervio, en la ciática, o por infecciones como la del herpes zóster, un virus que infecta precisame te las fibras nerviosas.

Mujeres que calman

En el primer experimento de este estudio, el dolor nociceptivo se provocó de dos formas. Para empezar, un científico o una científica, ataviados exactamente igual, estimuló con un láser en los pies a los voluntarios, provocándoles una pequeña sensación de dolor. Estos voluntarios tenían que indicar su percepción del dolor, de manera que, si era baja, se aumentaba la intensidad del láser.

Curiosamente, los voluntarios masculinos refirieron sentir menos dolor cuando la persona que les colocaba el láser era una mujer. Por lo tanto, era necesario aumentar la intensidad.

En un segundo experimento, se pidió a los voluntarios que se autoinfligieran dolor mediante un botón que les proporcionaba una pequeña descarga eléctrica. El experimento fue supervisado por un hombre o una mujer, que se encargaban de preguntarles sobre su percepción de dolor. Curiosamente, tanto hombres como mujeres refirieron sentir menos dolor cuando el experimento era supervisado por una científica.

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En algunos casos, las mujeres también refirieron menos dolor al interactuar con otra mujer. Crédito: Shvets Production (Pexels)

¿Ocurriría lo mismo en el hospital?

La autora de la investigación quería saber si ocurriría lo mismo al llevar a cabo los experimentos con pacientes reales. Por eso, en colaboración con los trabajadores del hospital universitario, reclutó a 245 personas recién operadas.

Todos los voluntarios se sometieron a una entrevista sobre sus niveles de dolor tras la cirugía. Esta era exactamente igual, pero en unos casos realizada por un hombre y, en otros, por una mujer. En este caso, cuando las pacientes eran mujeres, no había diferencia, pero, si eran hombres, decían sentir menos dolor si la entrevistadora era una mujer.

El factor psicológico es importante

Ni la autora de la tesis ni su supervisor, el profesor Jonas Åkeson, tienen claros los motivos de los resultados de la investigación. Está claro que debe ser algún factor psicológico y creen que posiblemente se relacione con la empatía. Las mujeres suelen ser más empáticas y mostrar más sonrisas y aspecto calmado a la hora de hablar con personas que sienten dolor. Por lo que, inconscientemente, tanto para el que lo sufre como para la mujer que acompaña, podrían tranquilizar a los pacientes y, así, contribuir a que sientan menos dolor.

Es cierto que podría ser una fanfarronería inconsciente. Incapacidad de algunos hombres para reconocer a una mujer que sienten dolor. No obstante, dado que en algunos de los experimentos se replicaron los resultados con mujeres voluntarias, vale la pena indagar en ello. Al fin y al cabo, ya hay otras investigaciones que muestran que las personas atendidas por médicas o enfermeras sienten menos dolor que cuando les atienden hombres. Eso no quiere decir que los hombres sean malos sanitarios, ni muchísimo menos. La diferencia es mínima, pero resulta interesante ahondar en ello. 

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