El primer día de la cumbre sobre seguridad de la inteligencia artificial, organizada por Reino Unido, trajo como resultado el primer gran acuerdo internacional sobre la gestión de esta tecnología. Un total de 28 gobiernos firmaron la llamada Declaración de Bletchley. Entre ellos, EE. UU., China y la Unión Europea, que coincidieron en reconocer que la inteligencia artificial plantea un riesgo potencialmente catastrófico para la humanidad.
Los gobiernos han acordado un plan de colaboración internacional, que incluye al menos dos nuevas cumbres: una a celebrarse en Corea del Sur dentro de seis meses y otra en Francia dentro de un año. El gobierno de Reino Unido pretendía el visto bueno para la creación de un centro de pruebas internacional en este país, pero la iniciativa no fue acogida finalmente en el texto.
La declaración resalta la necesidad de transparencia y la rendición de cuentas de los actores que desarrollan esta tecnología. Y menciona la intención de los gobiernos de crear planes para medir, monitorear y mitigar capacidades potencialmente dañinas.
«Existe la posibilidad de que se produzcan daños graves, incluso catastróficos, ya sean deliberados o no, derivados de las capacidades más importantes de estos modelos de inteligencia artificial», dice el documento. Entre los principales riesgos, destacaron aquellos relacionados con la ciberseguridad, la biotecnología y el desarrollo de campañas de desinformación.
El grupo ha decidido respaldar la creación de «una red internacionalmente inclusiva de investigación científica» sobre la seguridad de la inteligencia artificial. El objetivo es facilitar la provisión de la «mejor ciencia disponible» para la formulación de políticas públicas.
El acuerdo sobre inteligencia artificial logra una rara muestra de unidad mundial
Michelle Donelan, secretaria de tecnología del Reino Unido, fue la encargada de inaugurar la cumbre. «Por primera vez, tenemos países que coinciden en que debemos analizar, no solo de forma independiente sino colectiva, los riesgos que rodean la inteligencia artificial de frontera», dijo a los periodistas.
La acompañaron en el escenario la secretaria de Comercio de EE. UU., Gina Raimondo, y el viceministro chino de ciencia y tecnología, Wu Zhaohui. Una rara muestra de unidad global. El encuentro es resultado de meses de gestión por parte del gobierno de primer ministro Rishi Sunak, quien se ha propuesto forjar un papel para Reino Unido como intermediario entre los bloques económicos de EE. UU., China y la Unión Europea.
«La Declaración cumple los objetivos clave de la cumbre al establecer un acuerdo y una responsabilidad compartidos sobre los riesgos, las oportunidades y un proceso de avance para la colaboración internacional», dijo Gran Bretaña en una declaración separada que acompaña a la declaración.
El ministro Wu ha aprovechado su participación para decir que los países deben trabajar para garantizar que la inteligencia artificial «permanezca siempre bajo control humano». Y abogó para que todos los países, independientemente de su tamaño y escala, tengan «los mismos derechos para desarrollar y utilizar la inteligencia artificial».
La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, encabeza la comitiva de su país. En un discurso desde la embajada, Harris instó a los otros países a ir más lejos y más rápido. Señaló que la inteligencia artificial ya está provocando daños, más allá de las amenazas existenciales sobre ciberataques masivos o armas biológicas. Hay que trabajar «en todo el espectro», dijo.
Las grandes tecnológicas, en la lista de invitados
La cumbre se celebra este miércoles y jueves en el Bletchley Park, sede de los esfuerzos de descifrado de códigos del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Allí trabajó el famoso informático Alan Turing.
La lista de 100 invitados incluye también a académicos y expertos, así como a los ejecutivos de las grandes tecnológicas. Entre ellos, Elon Musk, líder de Twitter y SpaceX, y Sam Altman, CEO de OpenAI, la creadora de ChatGPT.
«Por primera vez, tenemos una situación en la que hay algo que va a ser mucho más inteligente que el ser humano más inteligente», dijo Musk, reconocido como la persona más rica del mundo y que ya ha creado su propia empresa de inteligencia artificial. «No me queda claro si realmente podemos controlar esta cosa», lanzó al margen de la cumbre.
Musk tendrá una entrevista con el primer ministro británico al final de la cumbre. El encuentro será transmitido en vivo por Twitter (ahora llamada X), confirmó el propio Sunak. En marzo pasado, Musk impulsó una declaración, respaldada por más de mil expertos, en la que solicitaban a los laboratorios que desarrollan modelos de inteligencia artificial que pausaran el entrenamiento de sus sistemas más potentes.
La urgencia mundial comienza a dar frutos
La cumbre es una de varias iniciativas globales que los gobiernos del mundo han apurado en los últimos meses para regular el desarrollo de la inteligencia artificial. La semana pasada, el secretario general de la ONU, António Guterres, puso en funcionamiento el primer organismo global en torno a la gobernanza de la inteligencia artificial.
Se trata de un grupo asesor, conformado por 39 miembros de instituciones, gobiernos y tecnológicas de todo el mundo. Representantes de Microsoft, Google y OpenAI forman parte, algunas de las empresas más importantes en este sentido. El organismo evaluará los riesgos que plantea la inteligencia artificial y formulará propuestas para ayudar a enfrentar esos desafíos.
El gobierno de EE. UU., mientras tanto, lanzó esta semana una nueva orden ejecutiva. La medida exigirá a los fabricantes de los grandes sistemas de inteligencia artificial, como Google y OpenAI, que comuniquen al gobierno información clave, como el momento en que decidan crean un nuevo modelo y las protecciones de ciberseguridad relacionadas.
La Unión Europea todavía está en el proceso de aprobar el proyecto de ley sobre inteligencia artificial, con el objetivo es desarrollar un conjunto de principios y límites para el desarrollo de la tecnología en la región. Y el G7, que reúne a las democracias con las economías más ricas del mundo, prometió un «código de conducta» para antes de que termine el año.