Últimamente, una de las mayores preocupaciones de algunos sectores conservadores de la sociedad occidental es la problemática que puede traer a un niño ser criado por dos padres o dos madres. Sin embargo, evolutivamente hablando, el problema no es realmente ese, sino si dos personas son suficientes, independientemente del género.

Es la conclusión de un estudio que se acaba de publicar en Developmental Psychology, de la mano de un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge. En él, analizan el papel de los cuidadores en las sociedades cazadoras recolectoras.

Actualmente, esta forma de vida solo se mantiene en algunas tribus indígenas. Sin embargo, ha sido la actividad principal del ser humano durante más del 95% de nuestra historia evolutiva. Por eso, estos científicos han considerado interesante apartar la vista de las sociedades occidentales y los países con más poder económico, para centrarla en aquellas poblaciones que aún mantienen parte de la esencia con la que evolucionamos como especie. Esto ha demostrado que el género, e incluso el parentesco, son lo de menos. Los niños, posiblemente, hayan evolucionado para recibir el cuidado de mucho más de dos personas. Y eso es algo que, quizás, debería tenerse mucho más en cuenta.

Dos padres no son suficientes

Para la realización de este estudio, sus autores hicieron un seguimiento de la tribu de los Mbndjele, que viven en las selvas tropicales del norte de la República del Congo. Aunque mantienen ciertos acuerdos comerciales con las poblaciones cercanas, su principal forma de vida es la de cazadores recolectores, por lo que constituyen un buen ejemplo de cómo pudieron ser las sociedades primitivas.

En la tribu estudiada había 18 niños de entre 0 y 4 años. Es decir, con una edad que requiere la supervisión constante de un adulto. A pesar de que la mayoría tenían dos padres (un padre y una madre), había muchas más personas pendientes de ellos. 

Los autores del estudio observaron que cada niño recibió nueve horas de atención atenta en promedio y de alrededor de 10 personas diferentes, a veces hasta 20. Además, cuando un niño lloraba, en menos de 25 segundos había varias personas dispuestas a atenderlo. Solo en el 50% de casos de llanto fue la madre la primera en acudir. Todos participaron, desde las personas mayores de la comunidad hasta los adolescentes y niños de más edad. 

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La humana es la única especie con abuelos. Crédito: Álvaro Reyes (Unsplash)

Somos la única especie con abuelos

Un claro ejemplo de que los niños han evolucionado para necesitar más de dos padres es que, en realidad, rara vez tienen solo a dos personas a su disposición. Incluso en los países occidentales.

La especie humana no es la más longeva, pero sí la única en la que existe la figura del abuelo. Quizás las tortugas vivan muchos más años, pero los padres se desvinculan de sus hijos cuando son adultos, no se quedan para ayudarles a cuidar de sus crías.

En cambio, en el caso de la especie humana, muchos estudios apuntan a que, posiblemente, nuestra esperanza de vida se deba precisamente a la importancia del papel de los abuelos.

Si todo va bien, ya no estamos hablando solo de los dos padres como cuidadores. Pueden llegar a ser seis. Si a eso le sumamos tíos y otros familiares, son muchas más las personas que participan en el cuidado de los niños. Y para que eso se haga de forma eficiente, en realidad, la sangre es lo de menos.

Por lo tanto, que un niño se críe con dos padres o dos madres es algo sin importancia. Lo más relevante es que esas dos personas, o una si se da el caso, tengan una red de apoyo suficiente para dar al pequeño el tipo de cuidados con los que evolucionamos como especie.

Si damos importancia a asuntos menores, acabaremos apartando la atención de los asuntos que realmente la merecen.