Las redes sociales se están llenando de fotos de la aparición de una aurora boreal en Italia. Bueno, en realidad se ha visto también en otros países europeos, como Polonia y Francia, aunque las imágenes más espectaculares se han tomado en los Alpes dolomitas, en la ciudad italiana de Cortina d’Ampezzo. Si resulta tan llamativo es porque las auroras, tanto boreales como australes, suelen ocurrir casi exclusivamente en zonas muy cercanas a los polos: las primeras en el norte y las segundas en el sur. Sin embargo, esta fascinante aurora boreal, que se vio durante la noche del domingo 5 de noviembre, ha ocurrido muy por debajo del polo norte.

No es la primera vez que pasa algo así en los últimos meses. De hecho, el pasado mes de abril se divisó una aurora boreal al sur de España. Pero que no sea un suceso único no quiere decir que no resulte raro.

Ahora bien, aun siendo raro, no sería nada extraño que en los próximos meses viéramos otra aurora boreal en Italia, España o cualquier país alejado del polo norte. Esto es así porque el Sol está pasando por un periodo de actividad muy intensa, de manera que las tormentas solares son suficientemente potentes para atravesar el campo magnético que, normalmente, retiene las partículas causantes de las auroras y las desplaza a los polos. Se espera que la actividad siga aumentando hasta la segunda mitad de 2025, así que puede que aún nos queden muchos espectáculos luminosos por ver.

De las tormentas solares a un espectáculo de colores en el cielo

La actividad solar se rige por ciclos de unos 11 años aproximadamente. Es decir, en ese tiempo inicialmente hay muy pocas de esas manchas en las que se producen las erupciones solares responsables de vientos y tormentas. Pero poco a poco se van formando más manchas y la actividad aumenta hasta llegar a un punto máximo tras el que empieza a disminuir otra vez. 

Esas tormentas solares liberan una gran cantidad de partículas cargadas, que excitan los átomos de gas presentes en la atmósfera terrestre. Como resultado, se libera energía en forma de luz, cuyo color varía según la composición de estos gases. Por ejemplo, si la atmósfera es rica en oxígeno, se ve el color verde característico de las auroras. En cambio, si hay más nitrógeno se ve un azul que se acaba tornando en púrpura.

Todo esto ocurre si las partículas cargadas de los vientos solares llegan a nuestra atmósfera. Pero para lograrlo necesitan atravesar el campo magnético terrestre y esto no es algo sencillo. Normalmente, cuando chocan con él se desvían hasta los polos, donde el campo magnético es mucho más débil.

Podemos imaginarlo como una bola de masa de galletas que extendemos con un rodillo hacia los extremos. Cuanto más cerca del extremo, más fina será la capa de masa. En el centro, donde estaba la bola de masa original, el grosor es mucho mayor. Con el campo magnético pasa algo similar. Esa gran bola de masa que es la atmósfera impide el paso de las partículas, que se irán desplazando hasta encontrar una capa suficientemente fina a la que atravesar. Pueden lograrlo en los polos. No obstante, cuando la actividad solar es muy grande, puede atravesar algunas partes más gruesas. Quizás no en el centro, que sería el ecuador, pero sí bastante lejos de los polos.

Una aurora boreal en Italia y en muchos sitios más

https://twitter.com/EarthquakeChil1/status/1721288788377235834

La aurora boreal de Italia se ha fotografiado sobre todo en este país por lo bonitas que quedan las imágenes en los Alpes. No obstante, se ha reportado su observación también desde Polonia hasta Eslovenia, llegando incluso a países ubicados tan al sur como Grecia. Y también en algunos puntos de España, aunque mucho más débil.

Esto ha ocurrido porque la actual tormenta solar ha sido de categoría G3. Este es el nivel fuerte de una clasificación ideada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), que va desde G1 (menor) hasta G5 (extrema). Como G3 se clasifican aquellas tormentas solares que provocan  fluctuaciones de energía en las redes eléctricas, dificultades en el control de la red eléctrica, posibles impactos en la navegación por satélite y, efectivamente, auroras visibles en latitudes más bajas de lo normal.

Por lo tanto, la aurora boreal de Italia, como la que hubo hace unos meses en el sur de España, es solo una prueba más de que nuestro sol está que arde. Mucho más de lo normal.