La sombra de la recientemente finalizada Succession, sigue siendo muy larga. Tanto, como para que la adaptación de Mike Flanagan del cuento La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe, se le parezca más de lo esperado. De hecho, los ocho capítulos de la serie, bien podrían ser una versión de la producción de HBO, pero dentro del género del terror. Lo que permite a la historia, moverse por terrenos por completos, distintos y sin duda, más audaces que la historia original.
Como se recordará, el relato publicado en Burton’s Gentleman’s Magazine en 1839, detallaba el misterio de la propiedad familiar Usher. Heredada por sus últimos miembros, estos estaban destinados a la destrucción, debido a una serie de abyectos secretos. No obstante, el mayor interés de Poe, era profundizar en los horrores sugeridos de un legado sobrenatural inexplicable, que ataba a los Usher a las paredes de la casa. Al contrario, su nueva versión está más interesada en un tipo de oscuridad más contemporánea y, por tanto, más práctica. Por lo que está en juego, no son las almas inmortales de la familia titular, sino su amplio patrimonio y los enigmas — no siempre legales — que le rodean.
La caída de la casa Usher
La caída de la casa Usher es la despedida del director Mike Flanagan de Netflix. Pero en lugar de cerrar con una historia sólida su colección antológica de adaptaciones, es el punto más bajo de cualquiera de ellas. Más parecida a la serie Succession de HBO que al relato de terror del cual proviene, la producción se esfuerza por narrar muchos tópicos a la vez, sin profundizar en ninguno. Lo que ocasiona, que la tendencia de Mike Flanagan - que también escribe el guion - por subrayar y repetir ideas seas más obvia que nunca.
Aun así, Mike Flanagan se esfuerza por dotar a la trama de un aire macabro que se hace más acentuado hacia los últimos capítulos. Al contraste, los primeros son simplemente presentación de sus personajes principales y la tragedia que les rodea. Por lo que se introduce en la narración a Roderick Usher (Bruce Greenwood), un patriarca con todo el poder que podría ambicionar. No obstante, el guion — también escrito por Flanagan — de inmediato puntualiza que no se trata de un tiburón despiadado que navega en las aguas financieras. Más bien, es un hombre consciente del peso de los errores.
Es evidente que la trama intenta hacer un relato gótico de mayor interés para una nueva audiencia. Por lo que las densas parrafadas con que Poe describía la mansión decrépita y sus peligros, se transforman en una empresa que cotiza en bolsa. Mucho más, un conglomerado farmacéutico con algunos pecados éticos que cargar. Obviamente, la producción enfoca toda su energía en interconectar la raíz del cuento original, con esta versión perniciosa sobre el poder. Pero no siempre lo logra.
Las deudas se pagan con sangre
Lo que sí guarda paralelo con la obra de Poe, es que Roderick — como su par literario — atraviesa una etapa de profundo arrepentimiento. Lo que le vincula directamente con las ganancias y los errores cometidos en Fortunado Industries, la empresa Usher. El guion dedica tiempo e interés, en tratar de establecer algún tipo de empatía con sus figuras. De hecho, cuando la trama comienzan, todos atraviesan la desgracia de una pérdida reciente. Por lo que el primer y segundo capítulo, son una exploración del duelo, ya habitual en la obra de Mike Flanagan.
Contradicciones en un relato clásico
Pero el por lo general competente showrunner, se enfrenta esta vez al problema de intentar que sus personas sean redimibles, cuando no lo son. Lo que hace que buena parte del argumento de los capítulos tres y cuatro, se esfuercen más lo necesario en convencer de que cada personaje, puede ser perdonado por sus fallas. Algo que sería creíble, de no dedicar tanto tiempo — y esfuerzo narrativo — a exactamente lo contrario. La caída de la casa Usher, se enfrenta a esta contradicción lo mejor que puede, pero no siempre lo consigue. Lo que hace que haya una disparidad entre el propósito general de la historia — demostrar que siempre hay algo de bondad, incluso en la perfidia — y la actuación de sus protagonistas.
Cada uno de los episodios relata como murió — y qué ocurrió para provocarlo — una serie de miembros lóbregos de la familia. En lo que parece un exterminio progresivo, cada uno resulta asesinado, muerto o sufre un accidente mortal. Todo, debido a sus acciones y en menor medida, a omisiones y decisiones. Lo que hace que la tendencia de Mike Flanagan a sobre explicar el comportamiento de sus protagonistas y las líneas principales de su historia, se haga más evidente.
La caída de la casa Usher, es mucho más un repaso de la codicia y el dolor, que la reinvención acerca de una morada embrujada. Lo que está bien, en la medida que brinda a la adaptación un carácter mucho más moderno. No obstante, se echa de menos las tétricas disertaciones de la obra de Poe, en especial, en su necesidad de equiparar la maldad humana al entorno que le rodea.
Edgar Allan Poe para una nueva generación
Con todo, la presencia del escritor no falta en la adaptación. Cada capítulo lleva por título el nombre de uno de sus cuentos. Cierta noche aciaga, La máscara de la muerte roja, Los crímenes de la calle Morgue, El gato negro tienen referencias directas a la obra origen. En tanto, El corazón delator, El escarabajo de oro, El pozo y el péndulo y El cuervo, son mucho más conclusiones a la obra en general. Pero, aun así, es notorio el homenaje a la obra del norteamericano y su legado.
Claro está, el punto más destacable es el elenco. Madeline (Mary McDonnell), como la hermana gemela de Roderick, tiene una actuación emocional que llega a conmover. Por otro lado, la joven Lenore (Kyliegh Curran), la nueva esposa del patriarca Juno (Ruth Codd) y el abogado interpretado por Mark Hamill, forman un grupo sólido. Este último, en particular, ofrece una de las actuaciones más elegantes y bien construidas de extensa carrera.
Con todo, la serie falla parcialmente, al abarcar más de lo que su guion puede profundizar. En su intento por parecer un juego de poder macabro, pierde de vista la sofisticada visión de la aparente condena invisible que pende sobre la familia. Pero cuando el secreto se descubre, el guion pierde toda su efectividad. Más cercana a una docuserie que a una resolución de una obra basada en un cuento de terror gótico, La caída de la casa Usher decepciona. Pero todavía peor, deja entrever que en medio de las contradicciones y enfrentamientos, Mike Flanagan casi logra encontrar una obra mixta que habría sido mucho más interesante que el resultado final.
El showrunner se despide de Netflix, dejando la puerta abierta a otras posibles antologías semejantes a la suya. Pero es una despedida menor en comparación al resto de sus adaptaciones. Un lamentable fallo en lo que pudo ser el mayor atrevimiento narrativo del realizador.