La adaptación de la saga Five Nights at Freddy’s dedica buena parte de sus primeras escenas a explorar el conocido mundo de la saga de videojuegos. Lo que permite a la directora Emma Tammi construir un escenario que mezcla una historia novedosa — o el intento de ella — y un buen número de referencias al material original.
Pero, se trata de menos que una pérdida de tiempo y esfuerzo, porque el guion de Scott Cawthon, Seth Cuddeback y la propia realizadora, pronto toma una dirección distinta. Por lo que los numerosos guiños, referencias y la insinuación de exploración de un universo que se extiende por once juegos y tres novelas, queda en suspenso. Mejor dicho, se descarta en favor de una película de terror genérica, sostenida sobre un relato básico y una ridícula puesta en escena visual.
Five Nights at Freddy’s
Una adaptación fallida, aburrida y mediocre, que no solo menosprecia el juego del cual procede, sino también, el género de terror. Con personajes planos, un guion en exceso largo para su sencilla historia y un apartado visual cuestionable, no logra alcanzar el burlón sentido de lo tétrico del videojuego ni en sus mejores momentos. Una decepción para fanáticos y una producción genérica para los que no lo son.
Ese es solo el menor de los problemas de una película que tenía toda la oportunidad de sacar provecho a una historia terrorífica y satírica. Pero el argumento se esfuerza en puntualizar, una y otra vez, que esto es una trama de terror. Eso, sin explorar o profundizar en la idea de cuál puede ser la amenaza o de dónde proviene.
De la primera escena, que muestra una persecución que utiliza todos los trucos del videojuego para insinuar una presencia peligrosa, es evidente que la cinta se apoya en la franquicia original. Pero no lo hace con el sentido de lo tétrico, lo absurdo y lo violento que distingue a la experiencia en videoconsolas. Antes que eso, parece una copia burda y barata de un mundo mayor al que no logra imitar en toda su complejidad.
Una historia tediosa que se alarga demasiado
Nada mejora con la introducción de Mike Schmidt (Josh Hutcherson), un vigilante de seguridad torpe y con una historia complicada a cuestas. Por lo que aceptar el trabajo en la venta de pizzas abandonada de Freddy Fazbear, es una opción que no puede evitar. El guion se esfuerza por brindar contexto a esta figura, deslucido y opaco, cuyo mayor atributo es el de saber cuándo hay problemas alrededor. Lo que incluye, los acontecimientos extraños que suceden en el local que debe vigilar.
La endeble trama toma lo esencial del juego — las criaturas animatrónicas que cobran vida y son capaces de matar — y lo desvirtúa hasta convertirlo en una experiencia cualquiera. Bien podría ser Chucky, Megan u otra criatura basada en el terror sobre objetos inanimados y tendría el mismo efecto. Es evidente que la trama intenta brindar la oportunidad a los no jugadores de disfrutar de la cinta, pero lo hace en detrimento de su agilidad y capacidad para interesar.
El largometraje dedica más de una hora a explicar los traumas de Mike — que eventualmente tendrán interés en el argumento —, en medio de repeticiones tediosas. El personaje, concebido para ser el elemento humano que pueda mostrar los límites del horror, es solo una víctima propiciatoria. No hay ningún interés en su historia, procedencia o el contexto.
Mucho menos, cuando Josh Hutcherson, apenas le imprime vitalidad y complejidad. Mike se pasea de una noche a otra, librando batallas inquietantes con criaturas violentas, sin que eso parezca influir realmente en su vida. Antes que eso, la trama regresa a su pasado para machacar con flashbacks su historia personal. Todo, para dejar claro, que cada paso que dio en su vida — incluso el infortunado error que le llevó al desempleo — le puso en esa situación. En específico, en el único capaz de combatir a las criaturas temibles que esperan por él y el resto de las víctimas cada noche.
Un fracaso a todo nivel
Peor aún, resulta el apartado visual de Five Nights at Freddy’s. Aunque es evidente que la producción se esfuerza por tener una estética que remita a la saga de juegos, el intento es torpe. Mucho más, cuando el material del cual proviene, tiene un uso del apartado visual específico y muy ingenioso. Aunque es claro que la película intenta imitar la estética inmersiva, no solo no lo logra, sino que termina por ser una especie de versión pobre, llena de problemas de desarrollo y que tiende a lo plano.
Luego de años de espera, la adaptación de este videojuego de culto, resultó una mediocre copia de una experiencia mayor y mejor construida. Lo que es aún peor, una genérica visión sobre un tipo de terror tecnológico que pudo ser mucho más elaborado y siniestro. Un problema que la cinta no supera en ningún punto, sino que se acentúa en su vergonzoso y predecible final.