El gobierno de EE. UU. emitió por primera vez una multa en contra de una empresa por su basura espacial. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) penalizó a Dish Network, una prestadora de servicios de comunicación, con el pago de 150 mil dólares. La agencia le reclamó por no haber alejado lo suficiente un viejo satélite de su propiedad de otros que actualmente están en funcionamiento.
La FCC explicó en un comunicado que la empresa violó la ley al reubicar su satélite EchoStar-7 en una órbita muy por debajo de la elevación requerida. Dish Network había prometió que, cuando dejara de funcionar, lo movería a una altitud de 300 kilómetros por encima de su arco geoestacionario.
Después de 20 años en funcionamiento, la compañía informó que la maniobra de desorbitación del satélite se llevaría a cabo finalmente en mayo de 2022. Pero, un par de meses antes, se dio cuenta de que el satélite tenía muy poco combustible. Esto técnicamente le impedía seguir el plan original de mitigación de desechos orbitales. Al final, Dish Network retiró el aparato en una órbita mucho más baja: a unos 122 km por encima del arco geoestacionario.
A esta altitud, por ejemplo, corría riesgo de colisionar con otros satélites. «A medida que las operaciones satelitales se vuelven más prevalentes y la economía espacial se acelera, debemos asegurarnos de que los operadores cumplan con sus compromisos», dijo el jefe de la Oficina de Cumplimiento de la FCC, Loyaan Egal.
Dish Network ha aceptado la responsabilidad por su basura espacial y el pago de la multa. También, según la FCC, ha asumido un nuevo plan de cumplimiento.
La agencia destacó que la resolución del caso es resultado de un «acuerdo innovador». «Deja muy claro que la FCC tiene una sólida autoridad de cumplimiento y la capacidad de hacer cumplir sus reglas de desechos espaciales, que son de vital importancia», apuntó Egal.
La multa por basura espacial, un precedente clave
La FCC creó a principio de este año la Oficina Espacial, una iniciativa para hacer frente a la creciente industria de los satélites y poder asignar más recursos a su regulación. Según la Agencia Espacial Europea (ESA), más de 6.000 lanzamientos han puesto en órbita unos 15.500 satélites en casi 60 años de actividades espaciales. Cerca de 10.590 permanecen en el espacio y aproximadamente 8.600 siguen operativos, según la última actualización de la ESA al 12 de septiembre de 2023.
El crecimiento ha sido brutal recientemente. Solo Starlink, la empresa liderada por Elon Musk, ha lanzado cerca de 4.000 satélites en los últimos cinco años. Todos estos artefactos juntos tienen una masa total de más de 11.500 toneladas. Además, la mayoría no sigue en una sola pieza y hay otros tipos de desechos. Actualmente, se estima que hay más de 34 mil objetos de desechos rastreados regularmente por las Redes de Vigilancia Espacial, reporta la Oficina de Desechos Espaciales de la ESA.
La NASA, la agencia espacial estadounidense, concedió recientemente un contrato de 850 mil dólares a TransAstra para evaluar la viabilidad de un plan para limpiar basura espacial. TransAstra ha propuesto un dispositivo que hace las veces de una «bolsa de captura» gigante. La idea es utilizar estas «bolsas», adheridas a pequeñas naves espaciales, para recoger varios objetos a la vez.
El consultor de la NASA Donald J. Kessler desarrolló en los años 70 lo que se conoce como el Síndrome de Kessler. Es una teoría que supone que el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre podría llegar a ser tan alta que comenzaría a impactar frecuentemente con otros objetos que se encuentran en ella. Por ejemplo, otros satélites, estaciones espaciales o más basura.
Estas coaliciones, a su vez, producirían un «efecto dominó» que generaría más basura espacial. Esto podría obstaculizar la realización de vuelos espaciales e interferir en las comunicaciones globales. Aunque la probabilidad es mínima, también existe riesgo de impacto en la Tierra.