Aunque las temperaturas aún no acompañen del todo, muchos en el hemisferio norte nos hemos sumergido ya en el mood otoñal. Pumpkin spice, decoración con hojas secas, calabazas por doquier y velas, muchas velas. En realidad, cualquier momento es bueno para encender una vela, pero parece que la llegada de las estaciones más frías renueva la ilusión por hacerlo. Hay de todo tipo: con perfume, sin él, más grandes, más pequeñas, de colores, blancas o con purpurina. ¡Incluso eléctricas! Pero lo cierto es que, unas de las que más fama están tomando, sobre todo para estas épocas del año, son las de mecha de madera, ya que podemos escucharlas crepitar, casi como si estuviésemos junto a una hoguera.

No todo el mundo tiene la opción de tener chimenea en casa, pero cualquier puede comprar una vela con mecha de madera. En ambos casos escucharemos ese relajante sonido al crepitar, aunque solo al principio.

Pero, dejando a un lado cuánto tiempo dura, ¿alguna vez te has preguntado por qué crepita la madera? Es una buena pregunta para responder ahora que llega el cambio de estación.

La clave para crepitar está en el agua

Dejando a un lado las velas, si nos sentamos junto a una chimenea, veremos que la leña tiende a crepitar aún más si la madera estaba húmeda. Esto se debe a que, en realidad, ese sonido se debe a que el agua y la savia que fluyen por su interior se convierten en vapor al calentarse.

Inicialmente ese vapor se expande por el interior de la madera, pero cuando encuentra una salida se libera, provocando un pequeño estallido. En el caso de las velas, no tenemos leña húmeda recién recogida. Pero lo cierto es que toda la madera tiene algo de humedad en su interior. Aunque no lo veamos a simple vista, contiene poros muy muy pequeños, con algo de agua dentro. 

Pero con la mecha de las velas pasa lo mismo que con los troncos de una hoguera. Solo la escucharemos crepitar al principio, ya que llega un momento en el que ya no hay más agua atrapada en su interior. De cualquier modo, la situación sigue siendo relajante y vale la pena solo por esos primeros estallidos que tanto nos gustan.

¿Por qué nos relajan tanto las velas?

La relajación de las velas tiene una parte importante de sugestión, pero también algo de ciencia. Hay mucha pseudociencia en torno a las velas. Ahora bien, también podemos encontrar una explicación a algunos de los factores que hacen que nos sintamos más relajados cuando encendemos una.

Por un lado, si se trata de velas perfumadas, pueden traernos algunos beneficios. Tanto con mecha de madera como sin ella. La aromaterapia es bastante pseudocientífica. Pero sí que es cierto que algunos aromas pueden traernos recuerdos que nos hagan sentir bien por pura nostalgia. Incluso el de la gasolina.

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El olfato es muy potente para traernos recuerdos asociados a emociones. Crédito: Richard Ecsedi (Unsplash)

El olfato es el único sentido que no se procesa a través del tálamo. Es decir, las señales externas no se someten a un primer análisis antes de llegar al cerebro, sino que viajan directamente hacia él. De hecho, se procesan principalmente a través del bulbo olfativo, un conjunto de nervios que se concentran sobre todo muy cerca de la amígdala y el hipocampo. Estas son regiones cerebrales implicadas en el procesamiento de las emociones y la memoria. Por eso, un olor puede traernos fácilmente recuerdos asociados a una emoción. Ojo, esa emoción puede ser tanto buena como mala. Por eso debemos elegir bien los olores.

Muchas empresas ya juegan con eso, buscando olores que reproduzcan momentos: leer un libro, ver una película con una manta en el sofá, pasear por el bosque, oler la ropa tendida… Jugando con todo eso, podemos buscar los aromas que nos traigan más nostalgia.

En cuanto a la llama, tanto si la oímos crepitar como si no, algunos psicólogos utilizan su observación para practicar la atención plena. Generalmente esto se trabaja centrando la atención en un objeto cualquiera, pero a menudo se hace con la llama de una vela, cuyo movimiento puede resultar relajante. También lo es el sonido al crepitar, por algo parecido a los aromas. Si tenemos recuerdos bonitos junto a una chimenea, probablemente nos retrotraigan a ellos.

Ahora bien, esto no quiere decir que la ansiedad, la depresión o cualquier otra afección, mental o física, se curen con los olores o el sonido al crepitar de una vela. Tampoco junto a una chimenea. Simplemente es agradable. Muy agradable para algunas personas. Vale la pena disfrutarlo, y saber cómo ocurre, pero sin caer en pensar que se trata de algo curativo. 

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