Acabamos de estrenar septiembre, aún faltan unos días para el otoño astronómico en el hemisferio norte, pero el meteorológico parece que ya asoma en España con una gran Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que podría dejar episodios de lluvias intensas y una bajada generalizada de temperaturas en numerosos puntos de la península y las Islas Baleares. Resulta curioso, pues hace no demasiados años ni siquiera habíamos oído hablar de las DANAs, pero últimamente se han convertido en un fenómeno de lo más habitual en este país. ¿Es percepción nuestra o es cierto que están aumentando?

Hay dos respuestas a esta pregunta. La primera es que, en realidad, DANAs ha habido siempre, pero es un fenómeno que anteriormente se solía mencionar con otros nombres. Eso puede hacer que lo veamos como algo nuevo, pero no es así. Ahora bien, también es verdad que las DANAs son cada vez más frecuentes en España. Se trata de un fenómeno habitual en nuestro clima, pero quizás no tan habitual como últimamente. Eso las convierte, posiblemente, en una consecuencia más del cambio climático.

Y es que no hay más que ver que, si bien cada vez llueve menos, cuando lo hace, parece que las lluvias son más torrenciales. De eso tienen culpa DANAs como la que viene ahora. Una DANA que si sigue la evolución predicha hasta el momento, podría llegar a batir récords.

¿Qué es una DANA?

A pesar de que estemos ya tan familiarizados con ella, ¿tenemos claro lo que es una DANA? 

Según explicó a National Geographic el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, se trata de un sistema de bajas presiones que se manifiesta sobre todo en capas medias y altas de la troposfera.

Un sistema de baja presión es una área en la que la presión atmosférica es menor que la del aire que la rodea. En cuanto a la troposfera, se trata de la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre, por lo que se experimentan fuertemente los efectos de esa bajada de presión. ¿Y cuáles son esos efectos? Antes de contestar a esa pregunta, veamos paso a paso cómo se forma la DANA.

Lo primero que ocurre es que el chorro polar se ondula. Esta es una corriente de vientos muy intensos, que se forma en capas altas de la troposfera, circulando de oeste a este, mientras separa el aire polar frío del tropical cálido.

Cuando este chorro se ondula, se puede producir una especie de estrangulamiento, que origina una bolsa de aire frío, rodeada de aire más cálido. Así, cuando esas dos masas de aire, frío y cálido, chocan entre sí, unido a la zona de baja presión, se originan precipitaciones y tormentas. Esa sería la DANA.

 Al contrario de lo que ocurre con las borrascas habituales, que están en constante movimiento hacia el este, las DANAs pueden permanecer estacionarias durante mucho tiempo en un mismo sitio. Esto genera precipitaciones locales, en puntos muy concretos, que pueden llegar a ser muy intensas. 

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Con la DANA las precipitaciones pueden ser locales, en sitios concretos, pero muy abundantes. Crédito: Unsplash

¿Són más abundantes ahora?

Por definición, una DANA es lo mismo que una gota fría. Antiguamente se les llamaba más habitualmente de esta segunda forma, acuñada a finales del siglo XIX. El problema es que, poco a poco, el término se fue tergiversando, hasta que se conocía como gota fría a cualquier aguacero.

Es por eso por lo que se sacó del cajón el término “DANA”, mucho menos utilizado hasta entonces. Por eso, de repente apareció en nuestras vidas como algo nuevo, pero no lo era.

Dejando eso a un lado, sí que es cierto que las DANAs han aumentado en los últimos años. Un estudio publicado en 2020 mostraba un aumento de estos fenómenos a nivel global desde la década de 1960. Pero, al menos en España, lo hemos percibido mucho más en los últimos 4 o 5 años. Esto también tiene una explicación. Podría decirse que hemos experimentado más o menos las mismas DANAs, pero han sido mucho más intensas. Es difícil saber si esto es culpa del cambio climático. No obstante, los modelos climáticos apuntan a que sí hay una relación.

Estos modelos se realizan de forma computacional, simulando cambios en el clima con base en datos del pasado. Así, se ha visto que en un escenario hipotético en el que no hay muchas emisiones de gases de efecto invernadero, se producen naturalmente unas 4 o 5 DANAs en diez años. En cambio, con suficientes gases de efecto invernadero como para afectar al calentamiento global, hay unas ocho DANAs en el mismo periodo de tiempo.

Por lo tanto, posiblemente las DANAs nos parezcan más frecuentes por el cambio de nombre, pero en cierto modo sí que son más habituales y más intensas. De hecho, si no cambian las predicciones, la de este fin de semana puede ser de las más intensas que hemos vivido. Ahora toca esperar a ver si se cumple el pronóstico.