En 2020, OSIRIS-REx se convirtió en la primera sonda de la NASA en aterrizar en un asteroide. Llevaba dos años estudiando desde la distancia el asteroide Bennu, un candidato maravilloso para su investigación, pues se formó durante el nacimiento de nuestro sistema solar. Sin duda, las imágenes tomadas mientras la sonda orbitaba al asteroide podrían aportar mucha información, pero también era esencial recoger muestras de su superficie para que puedan estudiarse en la Tierra. Esto se logró finalmente en 2020, tras su aterrizaje. Sin embargo, han sido necesarios tres años más para que aquellas muestras lleguen a la Tierra. Por fin, la cápsula que las contiene ha aterrizado hoy, sana y salva, sobre un desierto de Utah.

El aterrizaje no ha sido sencillo. Como ya anticipaba la NASA en su página web, OSIRIS-REx ha emprendido un rápido descenso hasta situarse a 102.000 kilómetros de la superficie terrestre. En ese punto, ha liberado la cápsula con 250 gramos de material extraído de Bennu, pero la sonda no ha aterrizado con ella. De hecho, este ha sido el punto de partida para su reciclaje en una nueva misión, pues 20 minutos después de la liberación de la cápsula se han activado los propulsores que han llevado la sonda hasta el asteroide Apophis. Empieza así la misión OSIRIS-APEX.

En cuanto a la cápsula, al atravesar rápidamente la atmósfera terrestre, se han envuelto en una bola de fuego. Pero esto es algo que ya estaba previsto, por lo que un escudo térmico se ha encargado de proteger su contenido de las altas temperaturas. Ya solo quedaba despegar los paracaídas que han llevado hasta su destino, a una velocidad de 18 kilómetros por hora, la que muchos califican ya como una cápsula del tiempo. Y no es para menos; pues, gracias a OSIRIS-REx, ahora podemos saber mucho más sobre los primeros días de nuestro sistema planetario. 

Los hitos de OSIRIS-REx

OSIRIS-REx ha sido la primera sonda de la NASA en aterrizar en un asteroide y llevar hasta la Tierra muestras extraídas de su superficie. Solo la agencia espacial japonesa, JAXA, había conseguido algo similar tras el aterrizaje de Hayabusa 2 en el asteroide Ryugu

Pero este no deja de ser un hito que vale la pena destacar. Además, no es el único, pues la cápsula de Hayabusa solo logró capturar 5,4 gramos de material de Ryugu, mientras que la de OSIRIS-Rex ha traído a la Tierra un cuarto de kilo procedente de Bennu.

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¿Y ahora qué?

Con sus 500 metros de diámetro, Bennu es uno de los asteroides conocidos como rocas primordiales. Esto es así porque, posiblemente, se expulsó durante el nacimiento del sistema solar. 

Por eso, se considera una cápsula del tiempo, cuyo estudio puede sacar a la luz muchos datos interesantes sobre los albores de nuestro sistema planetario. Conocer Bennu puede ayudar a los científicos de la NASA a entender mejor incluso cómo se formó nuestro propio planeta.

Con 250 gramos de material, hay de sobra para estudiarlo en profundidad. Pero lo que podría haber sido un broche de oro no es la jubilación de OSIRIS-REx. Ya convertido en OSIRIS-APEX, se dirige hacia el asteroide Apophis, a cuya órbita llegará en 2029.

Por lo tanto, esta sonda de la NASA tiene aún mucho que enseñarnos. Apophis es un asteroide interesante porque se ha estado estudiando muy de cerca por un posible impacto con la Tierra. De hecho, los primeros cálculos sobre su trayectoria predijeron una posible colisión con nuestro planeta justo en 2029. Esta hipótesis se terminó desechando, para situarse más tarde, en 2036. Sin embargo, la probabilidad de impacto es extremadamente baja. 

No parece que haya mucho que temer, pero saber más sobre este asteroide puede ser interesante por muchísimos motivos. Mientras en la Tierra se analiza el material de Bennu, OSIRIS estudiará de cerca a Apophis. Antes de su jubilación, aún le queda mucho trabajo por realizar. 

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