Esta noche, del 30 al 31 de agosto, hay superluna azul. Ambos son conceptos no oficiales que se usan para hacer referencia a dos fenómenos diferentes. El primero se refiere al momento en el que la Luna llena se encuentra en su punto de máximo acercamiento a la Tierra, conocido como perigeo. Como consecuencia, se percibe desde la Tierra como más grande y brillante de lo normal. En cuanto a la Luna azul, es aquella Luna llena que se da por segunda vez en un mismo mes. Esta es la segunda Luna llena de agosto y el hecho de que coincida con el perigeo la hace aún más especial. Por eso, es un buen momento para salir a mirar el cielo. Para ello, se necesita básicamente un lugar oscuro, lo más libre posible de contaminación lumínica, pero también hay otros trucos.
Y es que no todos los trucos están en un buen telescopio o unos prismáticos de calidad. Tampoco están en saber a qué hora salir y hacia qué lugar del cielo mirar. Algunos trucos están dentro de nosotros: en nuestros ojos.
Conocer cómo funciona la visión nos puede ayudar a exprimirla para observar el cielo de la mejor forma posible. Es aplicable a la superluna azul, pero también a cualquier otro fenómeno astronómico.
La luz de tus ojos
A muy grandes rasgos, la visión es una cuestión de luz. Lo que vemos es el resultado de cómo nuestro cerebro procesa la luz que llega hasta los ojos, procedente de los objetos que miramos.
Este procesado se lleva a cabo en los fotorreceptores, un tipo de células, sensibles a la luz, que se encuentran en la retina. Hay de dos tipos: conos y bastones. Ambos convierten la luz en señales eléctricas, que viajan hasta el cerebro, donde se traducen en imágenes. Pero cada tipo tiene una ubicación y funciones diferentes.
Por ejemplo, los conos se encuentran mayoritariamente en el centro de la retina, en una estructura conocida como mácula. Son los responsables de la visión central y de la percepción del color.
En cambio, los bastones están en la parte externa de la retina, de ahí que su función sea la visión periférica. Además, son los responsables de la visión nocturna, la adaptación a la oscuridad y la percepción del movimiento.
Tanto unos como otros contienen fotopigmentos, que son los responsables de esa transformación de la luz en señales eléctricas. En los conos hay tres tipos diferentes, que se combinan, para dar una gran variedad de colores. En cambio, los bastones solo tienen uno de estos pigmentos. Y eso es algo que debemos tener en cuenta para ver la superluna azul.
Prepara tus ojos para ver la superluna azul
Tanto si queremos ver la superluna azul como cualquier otro evento astronómico, es importante adaptar los ojos a la oscuridad. Ya hemos visto que esta es una misión de los bastones.
De hecho, los conos son muchísimo menos sensibles a la luz, de modo que solo se adaptan cuando hay una iluminación muy alta. Por eso, si no hay suficiente luz, no podemos ver los colores. Si hay oscuridad, los bastones, poco a poco, empiezan a fabricar su único pigmento, de manera que llega un momento en que nuestra visión se adapta y sí que podemos distinguir formas, pero no colores. Todos los gatos son pardos, como señala el dicho popular.
Se suele decir que, por este motivo, los piratas llevaban un parche en el ojo. Eso favorecía que el ojo tapado estuviese siempre adaptado a la oscuridad y cuando entrasen a la bodega de los barcos no tuviesen que esperar a empezar a fabricar pigmento. Bastaba con destaparse el ojo.
En el caso de los eventos astronómicos pasa lo mismo. Debemos esperar un poco para que nuestros ojos se adapten. Por eso, un truco del que se habla poco es usar gafas de sol durante el día, o al menos desde las horas previas al atardecer. Así, nuestra visión estará muchísimo más acomodada a la oscuridad. También si vamos a estar en casa, podemos tener las luces apagadas o muy tenues, de modo que la vista pase más tiempo adaptada.
Eso no quiere decir que no podamos ver la superluna azul si no hacemos todo esto. Pero son consejos para obtener un plus de éxito en la observación.
Usa linternas rojas
Hasta que se nos adapte la vista, o incluso cuando ya lo haya hecho, puede que necesitamos algo de luz para buscar algo concreto. En ese caso es común recurrir a linternas, pero pueden dar al traste con todo lo que hemos hecho. Por eso, se recomienda usar linternas de luz roja, que son las que menos afectan a la visión nocturna.
Incluso si vamos a usar pantallas de ordenador o de móvil es recomendable taparlas con un papel transparente rojo, que tiña la luz de este color.
Bonus: Un truco que no tiene nada que ver con la superluna azul
En el cielo podemos ver muchos eventos, más allá de la superluna azul. Pero si estamos haciendo una observación con telescopio, hay otros detalles que podemos tener en cuenta derivados del modo en que nuestros ojos interpretan lo que ven.
Por ejemplo, cuando estamos mirando nebulosas, que a veces se ven como una mancha borrosa, se recomienda mirar de forma indirecta. Es decir, posar los ojos en la periferia. Esto es así porque, como hemos visto, los bastones, que son los fotorreceptores que necesitamos para ver esta imagen oscura, se encuentran en la periferia de la retina. Si centramos la vista en la imagen, solo pondremos en marcha los conos, que no pueden funcionar en condiciones de oscuridad. Por lo tanto, para una visión óptima, debemos observar de reojo lo que nos muestra el telescopio.
En definitiva, hay muchas formas de mirar el cielo. Conocer cómo funcionan nuestros ojos ayuda a optimizar los resultados. Pero no es indispensable. Algo tan simple como mirar hacia arriba en buena compañía puede hacer que la superluna azul se convierta en un espectáculo mucho más especial que el que nos ofrecería el más caro de los telescopios.