Hay buenas noticias para los seguidores del anime One Piece. Netflix ha roto la maldición. La adaptación de las aventuras de Monkey D. Luffy y su tripulación de piratas, es un gran homenaje al original y tiene un guion que capta la esencia de la historia de la que proviene y brinda aire fresco al argumento. El resultado es una adaptación que podría convertirse en una de las producciones mejor logradas del catálogo de la plataforma.

Con un aire vivaz, personajes entrañables y un apartado visual que transforma al anime en una experiencia multicolor y feliz, el live action triunfa tanto en su guion como al momento de llevar a la pantalla pequeña, un universo animado conocido por su enorme extensión.

Lo cual resulta un alivio tanto para Netflix como para su audiencia. Durante los últimos cinco años, los fracasos de la plataforma al adaptar animes han sido bastante notorios. El más reciente —y frustrante— transformó al clásico Cowboy Bebop en una serie del montón. A pesar de tener los recursos técnicos y a Shinichiro Watanabe, creador del original, detrás de la producción. Lo que prometía ser el siguiente paso de una historia reconocida por su personalidad visual, se convirtió en una combinación de buena música y escenas coloridas, sin mayor atención al relato del cual proviene.

Por lo que, el anuncio de un live action de One Piece, el popular anime caracterizado por su mundo surrealista, preocupó a los fanáticos. La historia del grupo de piratas que intentan encontrar un misterioso tesoro parece engañosamente simple. Aunque, en realidad, es una red enorme de relatos distintos que podía hacer que muchas cosas salieran mal al adaptarlos a la acción real.

One Piece

Este live action es de las mejores adaptaciones de la plataforma y de cualquier anime. Con todo el colorido visual y el humor burlón, exagerado e infantil del original, el guion es un disfrute para los fans. Pero la producción no se limita a complacer. También innova para atraer al público general y transforma la historia en una combinación de una aventura bien contada y un mundo nuevo digno de explorar. Con un elenco que capta a los personajes y se divierte al interpretarlos y una gran personalidad, One Piece demuestra la ambición de Netflix. La plataforma ha aprendido de sus errores y ha conseguido todo un triunfo.

Puntuación: 4.5 de 5.

La mejor historia de piratas

One Piece parecía resultar casi inadaptable. Emitida desde 1999, los 1073 episodios abarcan todo tipo de aventuras, personajes, escenarios y un viaje sin fin del grupo de protagonistas. A eso hay que añadir 14 películas complementarias, la más reciente estrenada en 2022 y que apenas toca la historia central del anime. La gran pregunta siempre fue cómo podía Netflix sintetizar o rendir tributo a la serie sin malograr su esencia o perder su particular sentido del humor. 

Pero One Piece logra superar las dificultades al tener muy en cuenta que su narración no es un cuento de piratas aislado, sino que pertenece a un mundo mayor. Lo que hace que lo muestre desde sus primeras escenas: la gran panorámica al mar azul y Laugh Tale, abre una narración que, a pesar de no ser tan amplia como el anime, tiene su misma base. El guion, de Tom Hyndman, Matt Owens, Steven Maeda, Ian Stokes y Tiffany Greshle, toma buenas decisiones desde su primer capítulo. Una de ellas,no intentar brindar un aire realista a un mundo exagerado y caricaturesco.

Emily Rudd es Nami en One Piece, de Netflix

En lugar de eso, crea una especie de paraje alternativo, en el que el color, el movimiento y el desenfado lo son todo. One Piece no trata de hacer más adulto su argumento. Más bien lo cuenta tal cual es, con el aire de una aventura tonta y con corazón. Lo que implica movimientos de cámara que deforman los paisajes hasta convertirlos en una viñeta manga o iluminación que caricaturiza a los personajes. 

La serie no pierde el tiempo y entra en materia de inmediato. Desde el primer capítulo, que muestra a Laugh Tale, la última isla del mar Grand Line y la muerte de Gol D. Roger (Michael Dorman), Rey de los piratas, la aventura está servida. Tras su ejecución, que se muestra como un evento político, se desata la desbandada de piratas en busca de tesoro One Piece. A través de eso, la serie ofrece contexto, dirección y profundiza en el camino que seguirá. Algo que permite a la producción mostrar el músculo de su presupuesto, de casi 17 millones de dólares por capítulo.

La primera escena marítima, que transcurre luego de salto temporal de 20 años, muestra cómo el mundo del anime fue recreado. De la aparición del buque Going Merry hasta la tripulación que lleva a bordo. One Piece cuenta su historia sin olvidar detalle en esa primera travesía.

La habilidad del equipo de dirección de fotografía está precisamente en hacer de cada imagen una historia. La serie es atractiva no por reproducir la estética del anime — el error de Cowboy Beebop—, sino por tener identidad. Del mar abierto a barcos de aspecto realista, el elenco se desliza entre proa y popa, con entusiasmo y sin titubeos.

One Piece es el mundo del anime con personajes de carne y hueso, con un guion que crea un puente entre ambas cosas. Algo que hasta ahora Netflix no había conseguido del todo.

Un buen comienzo para One Piece

Por el momento, la serie toma la decisión de olvidar que la serie animada original tiene nueve sagas y docenas de arcos para centrarse en la principal. Todo empieza con un recuento rápido de lo que hay que saber para avanzar. Luffy (Iñaki Godoy Jasso) y su grupo van en busca de un tesoro que los convertirá en reyes de los piratas. Pero, al igual que en el anime, lo menos importante es el tesoro. Lo interesante es el trayecto de aventuras y tropiezos a través de un océano lleno de competidores con el mismo objetivo. 

La serie destaca porque en cada uno de sus ocho capítulos, dedica, al menos la mitad, a la aventura marítima. La conocida sensación de riesgo, del peligro al acecho y al final, la diversión del anime, está en su versión para la pantalla pequeña. Pero la producción de Netflix, no pierde por ello identidad o personalidad. Es una premisa completa, que puede sostenerse sin el visionado previo del anime, pero que mejora en caso de que así sea.

En One Piece, todo pasa entre una secuencia de accidentes bien intencionados. De la muerte del rey de los piratas, la búsqueda del tesoro mágico une a una docena de tripulaciones y barcos. Todos, se echan al mar con el mismo objetivo y antes o después, chocarán entre sí. Lo más resaltante de la serie, es que logró captar cómo el anime, cuenta ese enfrentamiento. Los cañones que se apuntan a la distancia para amenazar, los piratas en pie de guerra, listos para atacar.

Es evidente que Eiichiro Oda, creador del material del cual procede la serie, ha estado implicado en su producción. Luffy es descarado, impredecible y optimista, a pesar de su condición de líder indiscutible. Lo que hace que la capacidad del actor para hacer de su protagonista una figura carismática incluya un claro cinismo. Todo lo cual crea un personaje tan atractivo como el del anime, pero con sus propios matices.

Su elenco cumple todas las expectativas

Netflix abandona la tentación de hacer los primeros capítulos un prólogo o de llenar de flashback las mejores escenas. En lugar de eso, se centra en tomar los elementos del género de piratas y bucaneros, pero en un mundo lleno de personajes excéntricos. Las bromas, trampas y zancadillas están por todas partes, no obstante los personajes jamás son ridiculizados. Al contrario, su amplia variedad de destinos, propósitos e incluso, en egos heridos los hacen humanos y comprensibles. Desde los Mugiwaras hasta la breve aparición de Yanka (Peter Gadiot). Cada punto del anime es parte de una trama pensada para ampliarse en futuras temporadas; aun así, que tiene un comienzo que no olvida que debe contar una historia a un público al que debe relatar sus puntos principales.

Al otro extremo, los diálogos son rápidos e incluyen información valiosa, pero la carrera por el mar es el centro. También se centra en un elenco bien escogido, con Arata Mackenyu en el papel de Roronoa Zoro y Emily Rudd como Nami. La producción pone especial cuidado en que su grupo cada vez más grande de personajes tenga química. Lo que consigue incluso en los momentos de peleas y tensiones. Especial mención merece Jacob Gibson como el Dios Usopp, parte de la tripulación de Luffy y tan ambiguo y malicioso como en su versión animada. Le sigue Taz Skylar que encarna a Sanji, cocinero de los Sombreros de Paja, a partir de su conocida faceta de seductor y malintencionado. Incluso, la serie trajo al live action a Koby (Morgan Davis), un favorito del anime que llega a la adaptación con apenas cambios.

De hecho, Netflix se ha tomado especial cuidado en el elenco. Sus protagonistas no son meras figuras con el nombre de un conocido personaje de anime. Tienen matices, dimensiones y motivaciones propias. Algo especialmente notorio en Jeff Ward, un perfecto Buggy the Clown, a pesar de ser el personaje más complicado de llevar a la pantalla por su apariencia y carácter extravagantes. Sin embargo, One Piece lo logra, lo que supone —en especial, a partir del capítulo cinco— uno de los logros más grandes de la producción.

Una gran adaptación para todos

Con su carácter fantasioso y un guion lleno de buenos chistes, One Piece es una sorpresa. Sin duda, una de las mejores opciones en el catálogo de Netflix. Imaginada para cautivar tanto a fanáticos como al público que jamás ha visto un episodio del anime, logra que la historia funcione sin necesidad de añadidos.

Un gran acierto para Netflix, que realmente necesitaba una victoria

One Piece cautivará a todos los que esperaban, al menos, que la historia original, tuviera un lugar en su adaptación. Pero a la vez, a los fanáticos de aventuras de piratas, para quienes la serie es una perspectiva novedosa. En resumidas cuentas, Netflix triunfó por partida doble. Por un lado, al rodar una adaptación a la altura de las expectativas de los fanáticos más acérrimos y asimismo, un contenido con un guion y un apartado visual que destaca por sí sola. La plataforma, a menudo acusada de limitar a sus adaptaciones al yugo del algoritmo, toma riesgos y finalmente, obtiene una obra original.

Esta es una gran aventura. Una que se toma el tiempo para contar bien su historia, hacer reír a carcajadas y que logra que sus personajes importen. Después de numerosos traspiés, finalmente Netflix ha logrado su objetivo. Un mundo amplio que, con toda seguridad, es solo el comienzo de algo mucho mayor. One Piece es la adaptación de calidad que los fanáticos del anime pedían y que la historia original merece.

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