Cuando en el hemisferio sur es verano, el hielo marino antártico se reduce a sus niveles más bajos. Sin embargo, para estas fechas, cuando llega el invierno en esta parte del planeta, suele retomar su dimensión. Este año, algo anda mal: el hielo no se ha recuperado en la medida esperada. A la Antártida le falta este año tanto hielo como el equivalente al tamaño de toda Argentina.

El hielo de la Antártida está cerca de 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord más bajo anterior, alcanzado en el invierno de 2022. Según datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés), este es el nivel más bajo para esta época del año desde que comenzaron los registros hace 45 años. Todo esto ocurre en un año con un clima tan atípico que la NASA cree que podría ser el más caluroso hasta ahora.

Para mediados de julio, el nivel del hielo estaba incluso 2,6 millones de kilómetros cuadrados abajo, si se comparara con el promedio registrado entre 1981 a 2010. «Podemos afirmar que observamos algo extraordinario», explicó Florence Colleoni, glacióloga del Instituto de Oceanografía y Geofísica Experimental de Trieste, a la agencia ANSA.

La científica ya completó dos misiones de investigación a la Antártida a bordo del buque de investigación ‘Laura Bassi’. Y aunque pide evitar el alarmismo, dice que el fenómeno necesita ser vigilado con atención. La extensión del hielo marino se mide usando datos satelitales. Se considera que un área está cubierta con hielo marino si al menos el 15% de esta, en una imagen satelital, tiene hielo.

En el Ártico, los científicos ya han determinado que existe una clara tendencia de perdida de pérdida de hielo, impulsada por el cambio climático. Por el contrario, el hielo en la Antártida ha variado mucho en las últimas décadas, lo que ha dificultado el análisis y las conclusiones de los investigadores. Sin embargo, desde 2016, la baja en los registros activó las alarmas.

¿La falta de hielo en la Antártida es otra señal del cambio climático?

El nivel de variación actual «es tan extremo que algo radical ha cambiado en los últimos dos años, pero especialmente este año», explicó a Ted Scambos, glaciólogo de la Universidad de Colorado Boulder, a CNN. Uno de los factores que contribuyen a la pérdida de hielo marino es la fuerza de los vientos del oeste alrededor de la Antártida, que sí se ha relacionado con el aumento de la contaminación que calienta el planeta.

Los registros en el verano del sur también confirman la anomalía. A fines de febrero de este año, el hielo marino antártico alcanzó su extensión más baja desde que comenzaron los registros: llegó al mínimo de 1.789 kilómetros cuadrados. En enero, se supo que un pedazo de hielo tan grande como la Londres se había desprendido de la Antártida. Sin embargo, los científicos aclararon entonces que no podía adjudicarse el evento al cambio climático.

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Scambos cree que es muy probable que no veamos a la Antártida recuperarse como lo hacía hace unos 15 años. «Posiblemente, nunca», asegura. Julienne Stroeve, científica principal del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo, reconoce que se trata de una gran desviación del promedio, pero opina que el hielo marino antártico varía tanto que es demasiado pronto para decir que «esta será la nueva normalidad».

Zack Labe, climatólogo del Programa de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Princeton, explicó que la capa global de hielo marino está en sus niveles más bajos. Ambos polos están inusualmente bajos, pero la disminución más grande se registra actualmente del evento extremo en la Antártida.