El reparto de Oppenheimer es mayoritariamente masculino. No es extraño, pues trata sobre una historia real, protagonizada por científicos en los años 40 del siglo XX. No era una época en la que se le pusieran las cosas fáciles a las mujeres científicas. De hecho, la mayoría de mujeres que aparecen en la película de Christopher Nolan son las parejas de los científicos, incluyendo a la del propio Robert Oppenheimer. Ahora bien, aunque fuese una época en la que la ciencia era mayoritariamente masculina, sí que hay tres físicas cuyos nombres quedaron grabados por diversos motivos al Proyecto Manhattan, en el que se basa la película.
Una de ellas fue Lili Hornig, quien sí aparece en Oppenheimer, interpretada por la actriz Olivia Thirlby. Las otras son Lise Meitner y Elda Emma Anderson. Meitner, en realidad, no formó parte del Proyecto Manhattan, aunque su nombre estará siempre ligado a él. En cuanto a Anderson, sí que trabajó codo con codo con muchos de los físicos que aparecen en la nueva película de Nolan.
En definitiva, todas ellas fueron grandes físicas cuyos nombres merecen ser recordados, especialmente ahora que Oppenheimer ha vuelto a poner la historia del Proyecto Manhattan sobre la mesa.
Lise Meitner y su negativa a trabajar con Oppenheimer
Si Lise Meitner no aparece entre los protagonistas de Oppenheimer es por razones obvias: porque no formó parte del Proyecto Manhattan. Sin embargo, tuvo mucho que ver con él.
En 1938, formó parte del equipo de físicos que descubrieron la fisión nuclear, junto a Otto Robert Frisch y Otto Hahn. Los tres hicieron un trabajo indispensable en este hallazgo, pero solo el último fue galardonado con el premio Nobel.
Aun así, la científica fue muy valorada por algunos físicos coetáneos, como Albert Einstein, quien llegó a nombrarla como la Marie Curie alemana.
El objetivo inicial tanto de Meitner como de sus compañeros no era que la fisión nuclear se usase con fines bélicos. Sin embargo, no se tardó en encontrar el potencial que tendría para fabricar armas nucleares. Por eso, cuando Oppenheimer comenzó a reclutar científicos para el proyecto Manhattan, su nombre fue lógicamente uno de los que se contemplaron. Pero ella fue la única de los físicos contactados que rechazó la invitación, alegando que no quería tener nada que ver con una bomba.
Lamentablemente, a pesar de su oposición a esta aplicación de la fisión nuclear, hoy en día muchos conocen a Lise Meitner como “la madre de la bomba atómica”. Es muy triste, pues ella siempre se mostró como una persona pacifista, muy crítica con quienes quisieron aplicar la ciencia para hacer la guerra.
Elda Emma Anderson y el combustible de Little Boy
Cuando Oppenheimer y su equipo se reunieron para decidir qué tipo de bombas fabricarían optaron por armas de tipo balístico. Nació así la bomba Thin Man. Sin embargo, dado lo poco que se sabía aún sobre fisión nuclear, inicialmente se cometieron errores con el combustible. Se intentó hacer con plutonio, pero este podía desencadenar una peligrosa fisión espontánea cuando se usaba con bombas de tipo balístico. Por eso, se decidió cambiar por uranio. El problema era que hacía falta una buena cantidad del isótopo uranio-235 para usarlo como combustible puro. Era muy complicado separarlo de otros isótopos que podrían complicar la reacción de fisión. Y es aquí donde entra en juego la física Elda Anderson, quien se convirtió en la primera persona del mundo en obtener una muestra pura de uranio-235.
Con este cambio de combustible, Thin Man ya no tenía sentido, por lo que se diseñó una nueva bomba de tipo balístico: la Little Boy que poco después impactaría sobre Hiroshima. Como Oppenheimer y el resto de científicos del proyecto, ella no sabía cuál sería el destino de unas armas que, supuestamente, se concibieron como defensa.
Lili Hornig, la científica que sí aparece en Oppenheimer
En ‘Oppenheimer’ se cuenta la historia de varios científicos que llegaron al Laboratorio de Los Álamos del Proyecto Manhattan junto a sus parejas. Pero había una de esas parejas en la que sus dos miembros eran científicos: Donald y Lili Hornig. Él era un químico experto en explosivos. Ella, una química recién licenciada a la que aún no habían dado una oportunidad laboral por su condición de mujer.
De hecho, su primer puesto de trabajo dentro del Proyecto Manhattan fue como mecanógrafa. Sin embargo, en cuanto vieron su gran capacidad para la química, empezó a trabajar con el resto de científicos. Primero investigó sobre las posibilidades del plutonio, pero fue apartada de este departamento al descubrir que dicho elemento podría dañar el aparato reproductor femenino. Después, pasó a estudiar mecanismos de detonación.
Cuando vio la primera detonación de prueba de una de las bombas en las que trabajó, se mostró horrorizada por su potencial, como la mayoría de sus compañeros científicos. Por eso, se sumó a una petición para solicitar al gobierno de los Estados Unidos que hiciese una demostración pública del potencial de las armas nucleares antes de lanzarlas contra objetivos reales. Así, quizás, la población podría ayudar a disuadir al ejército de dar un mal uso a las bombas. Pero no se hizo caso a los científicos. Ellos ya habían hecho el trabajo difícil. Después, como ya vaticinó Meitner, la opinión de los expertos dio igual a la hora de poner las bombas en marcha.