Las personas que han tomado pastillas anticonceptivas sabrán que, por lo general, hay dos formatos. Algunas vienen en cajas de 21 y otras de 28 píldoras. En el primer caso, se deben tomar las 21 pastillas anticonceptivas seguidas, dejar un descanso de 7 días y después volver a empezar. Durante ese descanso es cuando viene la supuesta regla, aunque más adelante veremos que en realidad no se trata de una menstruación. Por el contrario, las cajas de 28 pastillas anticonceptivas están diseñadas para personas olvidadizas, ya que las últimas 7 píldoras en realidad son solo un placebo. Así, se mantiene una rutina y son más complicados los olvidos. De nuevo, durante la semana de placebo, comenzará el sangrado.

Pero, como ya hemos anticipado, ese sangrado no es la menstruación. Es lo que se conoce como un sangrado por deprivación. Para algunas personas que toman pastillas anticonceptivas ese sangrado es algo positivo, ya que les da la tranquilidad de que todo ha ido bien y no están embarazadas. Otras, en cambio, preferirían no tenerlo. Y lo realmente duro es que, si lo tienen, es ni más ni menos que por motivos religiosos. 

De hecho, en algunos países, como Inglaterra, se está empezando a eliminar la semana de descanso. Lo que se hace es tomar las pastillas anticonceptivas en ciclos estacionales. Se toman durante tres meses, se hace un pequeño descanso, y vuelta a empezar. Así, se evitan sangrados incómodos que no tienen ningún sentido. ¿Pero qué quiere decir eso de que se hace sangrar a estas personas por motivos religiosos?

Hormonas y menstruación

Sin pastillas anticonceptivas ni ningún otro método hormonal, la menstruación es un ciclo de aproximadamente 28 días en el que se van produciendo fluctuaciones hormonales que desencadenan fenómenos como la ovulación y la menstruación.

Estas hormonas son principalmente cuatro: la hormona luteinizante (LH), la hormona folículo estimulante (FSH), la progesterona y los estrógenos. Todas ellas se regulan entre sí, de modo que unas pueden impulsar la liberación de otras. 

La FSH se empieza a secretar justo al inicio del ciclo, ya que su función es estimular los ovarios para que produzcan folículos primordiales. Los folículos son una especie de saquitos que contienen los óvulos en distintos estados de maduración. Al detectar la FSH, uno de ellos comienza a prepararse para, llegado el momento, liberar un óvulo listo para ser fecundado.

Por otro lado, la  LH se mantiene baja al principio y al final del ciclo y solo se eleva con un pico muy intenso justo a la mitad, aproximadamente en el día 14. Esto se debe a que es la encargada de desencadenar la ovulación cuando el folículo elegido ha madurado por completo.

En cuanto a la progesterona, se mantiene baja durante la primera mitad del ciclo y empieza a aumentar después de la ovulación. Esto es así porque es la encargada de engrosar el endometrio. Esta es una capa que recubre el útero y que se engrosa para albergar al embrión en caso de que el óvulo liberado se fecunde.

Finalmente, los estrógenos se segregan durante prácticamente todo el ciclo, con dos picos, uno en la ovulación y otro en la menstruación.

En cuanto a la menstruación, es un sangrado natural que se da si el óvulo que se liberó no llega a fecundarse. Si esto ocurre, el engrosamiento del endometrio ya no es necesario, por lo que este se descama, generando ese característico sangrado conocido coloquialmente como “regla”.

menstruación
El sangrado cuando tomamos pastillas anticonceptivas no es una regla, aunque la consideremos como tal. Crédito: Annika Gordon (Unsplas)

¿Cómo funcionan las pastillas anticonceptivas?

Las pastillas anticonceptivas suelen ser de varios tipos, pero principalmente incluyen tanto estrógenos como progestágenos. Estas son hormonas sintéticas que imitan las que se producen naturalmente en el ciclo menstrual. Cuando se toman, se mantienen fijas durante 21 días, de modo que no se pueden producir los picos naturales que normalmente desencadenan la ovulación. Si no hay ovulación, no hay embarazo. Pero tampoco hay menstruación. 

Por eso, el sangrado que se produce en los 7 días de descanso de las pastillas anticonceptivas no es una regla. Es algo conocido como sangrado por deprivación, que se da cuando se produce una cambio abrupto en los niveles de hormonas. El organismo ha estado recibiendo la misma cantidad de estrógenos y progestágenos durante 21 días y de golpe estos niveles decaen. Los progestágenos habían generado un pequeño engrosamiento del endometrio, por lo que este debe liberarse, dando lugar a un sangrado. Pero este, en realidad, no es una menstruación, pues no se ha liberado ningún óvulo.

No hay evidencias médicas de que este sangrado sea necesario. De hecho, en los países en los que se ha empezado a tomar la píldora en ciclos de tres meses no ha habido ningún problema. Y es que en realidad es algo que se hizo simplemente por motivos religiosos, para intentar conseguir la aprobación de un Papa que, ni siquiera así, dio su bendición a las pastillas anticonceptivas.

En busca de la bendición del Papa

John Rock, uno de los inventores de las pastillas anticonceptivas, era un católico ferviente, de los de misa diaria. Pero tenía un amor por los avances científicos que no sentían otras personas con sus creencias religiosas.

Él consideraba que con las pastillas anticonceptivas no estaba interfiriendo en los designios de Dios. En realidad, no había ninguna barrera física que interfiriera en la fecundación, como con el preservativo, sino que se daba al cuerpo unas hormonas similares a las que este producía naturalmente. Así fue como él se autoconvenció. Sin embargo, la Iglesia no vio su trabajo con buenos ojos.

Por eso, añadió algo que hacía parecer su invento todavía más natural. Si no se tomaban las pastillas anticonceptivas durante 7 días, sus efectos seguían siendo buenos, y se generaba un sangrado por deprivación que emulaba a la regla. Así, a la vista, todo era perfectamente natural.

Esto ocurrió en 1951, bajo el Papado de Pío XII, quien aceptó el invento, con algunas condiciones. Las católicas podían tomar las pastillas anticonceptivas sin ir al infierno, pero solo si tenían algún problema ginecológico que lo hiciese necesario. Nunca para evitar tener hijos. De todos modos, hecha la ley, hecha la trampa, así que las mujeres religiosas acogieron la decisión con gusto.

pastillas anticonceptivas
Las pastillas anticonceptivas convencieron a Pío XII, pero no a Pablo VI. Crédito: Nacho Arteaga (Unsplash)

No podían lanzarse las campanas al vuelo

El problema llegó en 1968, cuando un nuevo Papa, Pablo VI, redactó la Encíclica Vitae, en la que, entre otras cuestiones, calificaba las pastillas anticonceptivas como algo inaceptable para la religión católica. Tal fue la decepción de John Rock que abandonó el catolicismo. Eligió a la ciencia por encima de la religión. Pero el mal ya estaba hecho. El sangrado por deprivación se había convertido en algo tan normalizado que, aún en la actualidad, se sigue manteniendo, tanto con las pastillas anticonceptivas como con otros métodos hormonales.

Esto no quiere decir que debamos tomar las pastillas anticonceptivas de otro modo al que nos hayan pautado. Antes de hacerlo, es indispensable hablar con un especialista. Pero sí, la cuestión es que, por lo general, las cajas de la píldora se siguen preparando para contentar a una religión que, como todas, debería preocuparse más por evitar que vengan al mundo hijos no deseados o en familias sin recursos, que por no seguir los designios naturales de Dios. 

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