Indiana Jones y el dial del destino, de James Mangold, es uno de los más esperados estrenos de verano. También, la despedida —al menos, por ahora— de las aventuras del arqueólogo más famoso del mundo del cine. Con esta entrega, la primera que no dirige Steven Spielberg, se cierra una fructífera etapa del género de aventuras y se pone fin a la historia de la saga de Indiana Jones.

Lo que completa un largo recorrido que comenzó con una conversación casual entre Steven Spielberg y George Lucas. Un esbozo de proyecto conjunto que terminó por convertirse en un personaje emblemático en el imaginario colectivo. También, en una manera novedosa de profundizar en el género de fantasía, los contextos legendarios y la posibilidad de un héroe atípico. En particular, uno con un comportamiento alejado de los habituales clichés de la bondad y con un sentido pragmático del bien.

Una amplia herencia que explorar

Indiana Jones en busca del arca perdida
Una emblemática escena de Indiana Jones en busca del arca perdida.

No obstante, la historia de la saga de Indiana Jones y su recorrido a través de las décadas son mucho más que una curiosidad cinematográfica. El aporte de la franquicia al séptimo arte ha sido de enorme importancia en la manera de comprender el cine de entretenimiento y su alcance. Sobre todo, a medida que la narración aumentó en ambición, recursos y añadió nuevas dimensiones a lo que las películas podrían ser. Un precedente que se mantiene hoy y que continúa siendo de enorme importancia en Hollywood.

Te contamos todas las curiosidades de la saga de Indiana Jones y analizamos la relevancia que ha tenido la historia durante las últimas cuatro décadas. Desde su manera única de narrar aventuras, hasta su innovación técnica y argumental. Esta gran obra de Steven Spielberg es también uno de sus legados más perdurables a la cultura de masas.

El comienzo de la historia de la saga de Indiana Jones

Por singular que parezca, todo el concepto de Indiana Jones —como héroe y, después, símbolo de la aventura— nació del deseo frustrado de su director. El por entonces joven realizador anhelaba dirigir una película de James Bond. Corría el año 1979 y, a pesar de considerarse una de las personalidades más prometedoras de Hollywood, Steven Spielberg aún estaba muy lejos de lograr que le contrataran para dirigir una franquicia histórica. Algo que comentó a su buen amigo George Lucas durante un viaje a Hawái en el que ambos coincidieron.

Para el creador de Star Wars, la solución era obvia. Si no podían rodar una película del clásico agente secreto, el camino era explorar en un argumento semejante. Al menos, lo suficientemente parecido como para conservar el espíritu de gran épica de aventura, pero con un toque original. Entre ambos cineastas hubo debates, bosquejos y finalmente una idea. Combinar a James Bond con los clásicos de aventura de Hollywood a la manera de La Reina Africana de John Huston. Durante semanas, los directores debatieron sobre la historia que querían narrar. Finalmente, a principios de 1980, lograron un primer borrador que iniciaría la historia de la saga de Indiana Jones.

Ese relato fue el mismo que recibió en sus manos el guionista Lawrence Kasdan. Durante cuatro días, el escritor se reunió con Steven Spielberg y George Lucas para lograr un argumento sólido. Paramount Pictures aceptó el proyecto de inmediato, a pesar de ser una trama poco común y de que el género de aventura atravesaba un momento bajo. No obstante, el singular punto de vista del personaje llamó la atención de los ejecutivos. 

Las dudas sobre el papel protagonista

Durante los primeros meses, el futuro héroe de la pantalla grande se llamó Indiana Smith. Aunque George Lucas terminó por cambiar su apellido por Jones, que consideraba más elegante. Al mismo tiempo, hubo encendidos debates sobre quién sería el intérprete del arqueólogo aventurero. George Lucas no estaba muy convencido de ceder a Harrison Ford — su estrella en Star Wars —, de modo que Steven Spielberg y el estudio exploraron otras opciones. 

La primera fue Peter Coyote, conocido por interpretar un personaje central en E.T. el extraterrestre en 1982. Pero ser un actor prácticamente desconocido jugó en su contra. La siguiente opción fue Tom Selleck, en el momento estrella de la serie Magnum. Sin embargo, el canal CBS no permitió que el intérprete abandonara el rodaje de la producción. Por lo que, finalmente, George Lucas cedió y permitió que Harrison Ford encarnara a la figura central de la futura primera película de la historia de la saga de Indiana Jones. 

Bajo presupuesto, enorme éxito

El primer largometraje de la historia de la saga de Indiana Jones tuvo un presupuesto de 20 millones de dólares, lo que hizo que el equipo creativo tuviera que improvisar buena parte de los efectos especiales. Aun así, la producción innovó en los movimientos de cámara, en su forma de captar las escenas de acción y en su ritmo. Con una historia rápida a través de varios parajes exóticos, desde Perú hasta una isla en el Egeo, el director improvisó hasta crear atmósferas creíbles. El recorrido incluyó una acelerada construcción de localizaciones, la mayoría desmontables y parte sets portátiles. Algo que facilitó la experimentación en secuencias con gran movimiento y grupos de personajes.

El esfuerzo valió la pena. En 1981, la película se convirtió en uno de los éxitos del año del estudio, con una recaudación de 389 millones de dólares. Lo que revitalizó el género y abrió la puerta a posibles secuelas futuras.

Nuevos villanos en la historia de la saga de Indiana Jones

Indiana Jones y el templo maldito, la segunda producción de la franquicia, es en realidad una precuela a petición del productor George Lucas. Este quería evitar que el enemigo de la anterior —los nazis— volvieran a serlo en la reaparición del héroe. De modo que, en lugar de ubicarse después de 1936 —cuando da comienzo la primera—, ocurre un año antes.

Harrison Ford empuñando un machete en una de las películas de la historia de la saga de Indiana Jones

A los ejecutivos del estudio les preocupó que el cambio cronológico pudiera afectar la comprensión de la historia por parte del público. Pero Steven Spielberg insistió en que eso no ocurriría, pues el argumento es una cápsula que no depende de ninguna narración.

Con todo, la segunda entrega de la historia de la saga de Indiana Jones tuvo problemas de consistencia y pasó por varias revisiones. El escritor Willard Huyck tomó algunas decisiones cuestionables. Como son el papel de la actriz Kate Capshaw —que en la película se muestra irritante y llorosa— o varios cambios de tono. Lo que dio como resultado una historia que carecía de buena parte del elemento ligero que distinguió al primer largometraje.

Indiana Jones a juicio

Pero fueron sus escenas de violencia lo que provocó un boicot en diversos estados norteamericanos. El giro argumental en el que los invitados a un banquete comen cerebro de mono desconcertó al público. Más aún, la secuencia en la que un seguidor del culto de Kali le arranca el corazón a una víctima. La indignación de los padres se convirtió en una reacción legal que dio como resultado un cambio en la clasificación del límite de edad de la audiencia. 

En respuestas a las protestas, la MPAA (Motion Picture Association) creó una categoría para las películas destinadas a todos los públicos y otra diferente para las restringidas a los adultos. Lo que dio lugar a la llegada del límite de edad PG-13 para películas de violencia moderada.

La historia de la saga de Indiana Jones incorpora un joven padre

Indiana Jones (Harrison Ford) y su padre (Sean Connery) son parte de la historia de la saga de Indiana Jones

La historia de Indiana Jones y la última cruzada, la tercera entrega de la saga de Indiana Jones, estrenada en 1989, permitió cristalizar un viejo sueño de Steven Spielberg. Tras analizar todas las opciones, incluir contexto sobre el personaje pareció la más obvia para la película. Pues permitía también ampliar un universo en constante crecimiento. De modo que, incluir a Henry, el padre de Indiana Jones, sería una forma idónea para que el guion profundizara en su personaje central. 

Además, el director tenía pensado un guiño muy interesante. Debido a que la historia de la saga de Indiana Jones había nacido del deseo frustrado de dirigir una película de James Bond, era obvio quién debía interpretar al padre del protagonista. Sean Connery fue contratado de inmediato, antes que cualquier otro actor de la producción, a pesar de que el actor tenía 59 años, solo doce más que su hijo en la pantalla grande.

Un dudoso honor

Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal​, la más criticada de las historias de la saga de Indiana Jones, demostró que el icónico personaje podía dar un salto al futuro. Steven Spielberg tuvo muchas dudas sobre si volver a la franquicia tras décadas de ausencia. Finalmente, admitió que la idea de un héroe más maduro que mantuviera su energía le entusiasmó tanto como para llevarla al cine.

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Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, la película está llena de incongruencias y tiene el guion más blando de la saga. Lo que provocó que uno de sus incomprensibles giros narrativos pasara a la historia del cine. En una de las escenas del tramo inicial, Indiana se salva de una explosión nuclear encerrándose en una nevera. No solo sobrevive a la explosión, sino también a la onda expansiva que lanzó el objeto a metros de distancia. 

En el futuro, la frase Nuke the fridge —traducido como bombardear la nevera— se unió a Jump the shark para definir un hilo argumental disparatado. Otro curioso aporte de Steven Spielberg a la cultura de masas.

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