La historia del F-15 Eagle es fascinante. El caza de McDonnell Douglas lleva casi 50 años en servicio y ha demostrado ser uno de los más exitosos de la historia, dando origen a variantes de renombre como el F-15E Strike Eagle y el nuevo F-15EX Eagle II, este último a cargo de Boeing. Y también presume de un curioso logro, puesto que es la única aeronave estadounidense de su tipo que ha derribado un satélite. Conquista que fue posible gracias al proyecto que dio vida al misil ASM-135A.

Esta alocada iniciativa militar nació, al igual que muchas otras, durante la Guerra Fría. El espionaje entre Estados Unidos y la Unión Soviética no solo alimentó la carrera entre ambas potencias en distintos frentes, sino también la paranoia. Así, a fines de los años setenta, comenzó a rumorearse en la Casa Blanca que su gran rival estaba desarrollando —o planificando, como mínimo— una tecnología que le permitiría eliminar satélites de vigilancia y comunicaciones.

De esta forma, la administración de Jimmy Carter le encomendó a la Fuerza Aérea de Estados Unidos que desarrollara un renovado sistema antisatélites. En el pasado ya se habían explorado plataformas creadas para el mismo fin, con misiles lanzados tanto desde tierra firme como en pleno vuelo. No obstante, el nuevo programa apuntaba a subir el listón aprovechando las cualidades del F-15 Eagle, uno de los cazas más modernos de la época, y desarrollando un misil de tres etapas que pudiera alcanzar la órbita terrestre baja y acabar con su blanco en pocos minutos.

El proyecto para crear el misil antisatélites ASM-135A se puso en marcha en 1978, y en 1979 se eligió a la compañía LTV Aerospace. En diciembre de 1982, en tanto, se realizó la primera prueba de vuelo con un F-15 Eagle modificado, cargando el armamento en el punto de anclaje central bajo su fuselaje. No obstante, el verdadero "momento de gloria" de esta iniciativa llegó recién algunos años más tarde.

ASM-135A, el misil antisatélites lanzado desde un F-15 Eagle

Fotos: Fuerza Aérea de Estados Unidos (Dominio público).

Para crear la primera etapa del misil antisatélites ASM-135A, LTV Aerospace se basó en el misil aire-superficie AGM-69 SRAM, de Boeing, al que le añadió el motor de un cohete de combustible sólido. Como segunda etapa se implementó otro cohete de combustible sólido, en este caso llamado Altair 3; en tanto que la tercera consistió de un "vehículo autoguiado en miniatura" o MHV, por sus siglas en inglés.

Este último no solo destacaba por encargarse de fijar el satélite a derribar detectando su señal infrarroja, sino porque contaba con un complejo sistema de 63 pequeños motores que le permitían girar y corregir su trayectoria hasta alcanzar el blanco. Un desarrollo increíblemente complejo, pero lo suficientemente pequeño como para ser transportado y disparado desde un F-15 Eagle.

Tengamos en cuenta que el misil antisatélites ASM-135A medía casi 5,5 metros de largo, su diámetro era de apenas 50,8 centímetros, y en total pesaba 1.180 kilogramos. Vale aclarar que el MHV pesaba solo 14 kilos, pero era lo suficientemente poderoso como para destruir objetos que se encontraban en la órbita terrestre baja. Algo que finalmente se pudo comprobar en 1985.

Una compleja maniobra y el final del P78-1 Solwind

F-15 Eagle | misil ASM-135A
Fotos: Fuerza Aérea de Estados Unidos (Dominio público).

Derribar un satélite desde un F-15 Eagle requería de una maniobra compleja y que escapaba a las funciones originales del caza. De hecho, la aeronave utilizada para las pruebas debió ser sometida a modificaciones importantes, no solo para cargar el misil ASM-135A, sino también en su electrónica. En tal sentido, los cambios se aplicaron a la computadora y al HUD para brindar información de maniobrabilidad al piloto.

Para realizar el disparo, el F-15 Eagle debía alcanzar una velocidad de vuelo de Mach 1.22 y luego ascender abruptamente en un ángulo de 65°. Una vez que la aeronave llegaba a los 11.600 metros de altura, el ASM-135A se desprendía automáticamente del caza y sus cohetes sólidos se encendían para iniciar el trayecto en busca del satélite a destruir.

El 13 de septiembre de 1985, durante el tercer lanzamiento del citado misil, se concretó la histórica destrucción de un satélite. Claro que Estados Unidos no derribó un equipo perteneciente a la Unión Soviética, puesto que dicho acto habría desencadenado un conflicto internacional. El blanco elegido fue el P78-1 Solwind, un satélite que desde 1979 operaba como observatorio solar en órbita, pero que sería desorbitado por problemas técnicos.

Según la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el impacto del MHV contra el satélite se produjo a poco más de 555 kilómetros por encima de la Tierra, y a una velocidad de aproximadamente 15.000 millas por hora (24.140 km/h). El observatorio de 1.300 kilogramos se rompió en 285 piezas rastreables que se mantuvieron en la órbita terrestre por muchos años. La última cayó a la superficie terrestre en 2004.

El piloto del F-15 Eagle en cuestión fue Doug Pearson Jr., quien se convirtió en el primero en destruir un satélite bajo esta modalidad. El susodicho sirvió en la USAF hasta enero de 2005, cuando se retiró con el rango de Mayor General. La aeronave que utilizó durante la misión fue bautizada como Celestial Eagle (Águila Celestial).

La cancelación del programa

F-15 Eagle | misil ASM-135A

Entre 1984 y 1986 se realizaron cinco pruebas de lanzamiento del misil antisatélite ASM-135A, aunque solo una fue contra un satélite real. Después del exitoso test de 1985, la Fuerza Aérea estadounidense planeó adaptar dos escuadrones de cazas F-15 Eagle a este tipo de lanzamientos. No obstante, el programa se canceló en 1988 por orden del presidente Ronald Reagan.

Para entonces, crecía en la opinión pública el temor a que la carrera armamentística entre Estados Unidos y la URSS se extendiera al espacio. Además, los costes de desarrollo del misil ASM-135A se habían incrementado a un ritmo escandaloso. Reportes de la época estiman que llegaron a superar los 5.000 millones de dólares, contra los $500 millones que se habían presupuestado originalmente.

Así las cosas, el programa quedó en el olvido y el F-15 Eagle volvió a sus labores regulares como caza de superioridad aérea. Pocos años más tarde, fue uno de los grandes protagonistas de la Guerra del Golfo. Allí fue responsable de 36 de las 39 bajas enemigas que logró la USAF en enfrentamientos aire-aire.