La sexta temporada de Black Mirror, disponible en Netflix, comienza con la percepción de que el tiempo no ha transcurrido desde su última y criticada entrega. La cual apenas jugó con sus habituales elementos retorcidos e incluyó a Miley Cyrus en su cuestionable tercer episodio Rachel, Jack and Ashley Too, donde se burló de la fama de forma obvia e infantil.
No obstante, la reciente sexta temporada —de cinco episodios— parece recuperar su mítico tono independiente y antisistema. Por un lado, incluye un elenco de estrellas que abarca desde a Salma Hayek hasta Josh Hartnett. Por otro, da un paso atrás en simplicidad para volver a sus lugares más oscuros. De nuevo, Black Mirror intenta ser una distopía temible. Aquella que aterrorizó con su visión sobre la privacidad, la realidad aumentada y tópicos tan simples como la obsesión trekkie. Historias que demostraron, con una crueldad bien construida, que el futuro y la tecnología pueden ser auténticos enemigos.
Los nuevos episodios de la sexta temporada exploran temas que resultan escalofriantes al ser analizados por medio de su burlona osadía. La violencia de la invasión a la privacidad, la percepción del futuro como inevitable o la noción de lo sobrenatural en un entorno que desdeña cualquier anomalía. Black Mirror regresa sobre sus temas favoritos, pero, a la vez, profundiza en los horrores en su subtexto. A través de una cultura de masas que se fragmenta en su obsesión por el otro y la sensación de los desastres inminentes.
Black Mirror
La mítica serie de Netflix regresa con una sexta temporada que intenta repetir el fenómeno de sus primeras entregas. No lo logra, a pesar de que es mucho más sólida y mejor que la anterior. Su exploración sobre los habituales tópicos que obsesionan a su creador, Charlie Brooker, resultan incompletos o superficiales. Su exploración sobre la fama, el miedo al futuro y la incertidumbre resultan abstractos y, en el mejor de los casos, inquietantes. Pero nunca con el impacto de sus episodios más recordados. A pesar de eso, logra crear un conjunto de historias singulares con el mayor número de celebridades que la serie ha tenido hasta ahora. Lo que provoca que, a pesar de mantener su aire desenfadado y provocador, haya perdido su carácter subversivo.
La temporada 6 se esfuerza por aterrorizar
Joan Is Awful, el primer capítulo de la sexta temporada de Black Mirror, muestra el interés de la producción en la exploración del mal contemporáneo. Lo cual, por supuesto, le permite al guion de Charlie Brooker profundizar en sus obsesiones favoritas.
¿Qué es privado y qué no lo es? Cuando una mujer descubra que su vida está siendo escenificada y convertida en un suceso de masas, la serie dedicará tiempo y esfuerzo a reconstruir el concepto de temor. También, a construir la percepción de lo siniestro en una sociedad en la que nada está oculto.
Con la actriz Salma Hayek a la cabeza, el capítulo es el mejor escrito y el más cercano al humor retorcido que definió Black Mirror en su icónica primera entrega. De hecho, la directora Ally Pankiw reconstruye la idea sobre la vida convertida en un espacio sin límites de intimidad con un tono más cuidado y mesurado.
Hay una evidente influencia de la película El Show de Truman, de Peter Weir, en su trama angustiosa acerca de la identidad fragmentada. Mucho más a medida que enlaza con perspectivas más perturbadoras y relacionadas de manera directa con preguntas actuales. ¿Qué perdemos y qué ganamos sabiéndonos constantemente observados? La concepción de un totalitarismo alentado por la necesidad de fama y reconocimiento profundiza en el temor actual sobre la información como medio de dominación.
El miedo a la curiosidad en Black Mirror
El segundo episodio, Loch Henry, dirigido por Sam Miller, entrecruza el concepto de la documentación del presente con la comprensión del pasado. A pesar de tener un argumento menos atrayente que el primero, apunta en la misma dirección. Hacia la necesidad de deconstruir la realidad y hacerla un fenómeno comprensible.
Si el primer episodio de Black Mirror profundizaba en la obsesión inevitable por ser reconocido, este elabora una teoría sobre la búsqueda de justificaciones. El pasado no puede cambiarse, pero comprenderlo permite una nueva interpretación de sus puntos más oscuros.
Un paisaje familiar de terror
La tercera narración de esta sexta temporada, titulada Beyond the Sea, llega a los terrenos conocidos de la tecnología y las preguntas éticas sobre su uso. El capítulo con mayor cantidad de actores de renombre en su elenco es también el más lúgubre y singular. El director John Crowley logra que esta travesía a una línea de tiempo alternativa sea mucho más que otro de los habituales viajes temporales de la actualidad. Los personajes de Aaron Paul, Josh Hartnett y Kate Mara profundizan en la idea de la existencia a partir de la concepción de las posibilidades de la realidad.
Por supuesto, la forma en que el guion de Charlie Brooker brinda tintes siniestros a una visión sobre el tiempo desdoblada es mucho más densa de lo que podría suponerse. Aun así, este capítulo de Black Mirror falla con un final que desmerece los esfuerzos narrativos del argumento.
Peor aún, que conduce los brillantes hilos narrativos —en especial, el de Kate Mara— hasta un frustrante lugar común. De la entrega, es quizás la historia con menos fuerza y se convierte en un punto bajo de una sexta temporada singular. A pesar de su brillante apartado visual y de tener varias de las secuencias más duras de la temporada.
Algo que se hace evidente en las tramas restantes. Mazey Day, con su moraleja sobre la fama, tiene un cierto trasfondo ético que no logra ahondar del todo. Por último, el único relato inequívocamente de terror, Demon 79, promete construir un escenario de amenaza psicológica sin lograrlo. Especialmente, a medida que la tensión se acumula en una paradoja —escoger el mal menor en una situación desesperada— que no logra llevar a una conclusión creíble o sólida.
Black Mirror, miedo al futuro y a la tecnología
En el 2011, la propuesta de Black Mirror cautivó y desconcertó. No solo por su frescura y su potente tono de advertencia al futuro. También por su construcción, medida y brillante, acerca del miedo a lo desconocido, que pueden simbolizar tanto la tecnología como las perversiones humanas.
Quizás, por ese motivo, la sexta temporada tenga una evidente intención de revivir la expectativa de un fenómeno que no había logrado repetir y al que rinde tributo evidente. Black Mirror no volverá, quizás, a llegar a sus lugares más altos, pero la última entrega demuestra que el período de silencio de la pandemia rindió sus frutos. La serie presenta un grupo de historias que meditan sobre la fragilidad y los parajes inexplorados de la naturaleza humana.