San Juan es una festividad famosa en muchos lugares del mundo, incluyendo España y México. Sobre todo es popular por las hogueras en las zonas costeras. Pero también por los petardos y los fuegos artificiales. Sin duda, es un espectáculo bonito, sobre todo cuando se trata de cohetes  de colores. No obstante, el ruido de los petardos supone un gran peligro para animales de compañía, como gatos y perros, para el ganado y para la fauna salvaje.

Cada año, cuando se acerca alguna fecha señalada por este tipo de tradiciones, los veterinarios y otros especialistas en comportamiento animal advierten del peligro de los cohetes. Esto ha llevado a que en algunos lugares, como el municipio italiano de Collecchio, se opte por los fuegos artificiales silenciosos. Pero estas son solo unas pocas excepciones. En la mayoría de lugares no quieren prescindir del festivo ruido de los petardos y los cohetes, por mucho que lo imploren los propietarios de mascotas.

Y es que no se trata solo de un pequeño susto. Se han dado numerosos casos de animales que han fallecido a causa del ruido de los petardos. Desde infartos hasta accidentes provocados por el susto, son muchas las vías que pueden conducir a este terrible desenlace. Por eso, además de seguir concienciando para buscar otras formas de celebración, es importante saber qué podemos hacer para intentar que nuestros amigos peludos pasen el mal trago de la mejor forma posible.

¿Por qué se asustan tanto con el ruido de los petardos y cohetes?

Si nos centramos en los perros, que son de los animales que más sufren con el ruido de los petardos, sin duda es la agudeza de sus sentidos la que les juega una mala pasada. Tienen un oído excelente, capaz de oír sonidos que nosotros no percibimos en absoluto. De hecho, su amplitud de frecuencias es enorme. Mientras que los humanos solo podemos detectar sonidos ubicados entre los 64 y los 23.000 Hz, ellos pueden oír desde 6 hasta 45.000 Hz. Por otro lado, no se trata solo del ruido de los petardos. Su gran olfato les hace percibir el olor de la pólvora con mucha más intensidad.

Para nosotros también es molesto, aunque no oigamos tanto. De hecho, se considera que los sonidos a partir de 85 decibelios pueden ser dañinos para el oído humano si se mantienen en el tiempo. Además, los de 120 decibelios no necesitan mantenerse de una forma tan continuada. Y el problema es que hay tracas de fuegos artificiales en las que el ruido puede alcanzar los 180 decibelios. Si esto es terrible para nosotros, para ellos es una pesadilla.

Además, su único problema no es su agudeza auditiva y olfativa. También es un inconveniente para ellos el hecho de no saber de dónde viene el ruido. Nosotros sabemos que estamos en fiestas y que habrá fuegos artificiales. Contamos con el ruido de los petardos de las personas que se encuentren celebrando San Juan, Año Nuevo o cualquier feria de pueblo. Sin embargo, para ellos es algo inesperado y no saber de dónde viene el ruido de los petardos les genera aún más ansiedad. De hecho, se ha visto que los perros más afectados son lo de más edad, a los que se les ha deteriorado su capacidad para escuchar las frecuencias más altas, que son precisamente las que les ayudan a percibir el origen del sonido. Por lo tanto, no solo no se lo esperaban, sino que no saben de dónde viene. 

ruido cohetes
El olor de la pólvora también asusta a las mascotas y al fauna silvestre.

¿Qué les puede ocurrir a nuestras mascotas?

El miedo puede acelerar el ritmo cardíaco y generar niveles tan elevados de adrenalina que, si se mantienen, son capaces de provocar infartos a perros, gatos y otras mascotas. Por ejemplo, en 2018 una mujer sevillana inició una campaña de Change.org para pedir que se tomasen medidas que eviten muertes como la de su perra Doga, que falleció por un infarto a causa del ruido de los petardos y los fuegos artificiales de su pueblo.

El animal empezó a mostrarse inquieto, con temblores y jadeos. Además, no dormía ni comía y, tras varios días consecutivos con el mismo nerviosismo, su corazón no pudo más.

Otras mascotas no mueren por infartos, pero sí por accidentes, por ejemplo al precipitarse por una ventana mientras intentan huir. Se han dado también este tipo de situaciones con caballos, que huyen despavoridos, atravesando vallas de madera y sufriendo fracturas que pueden obligar a sacrificarlos.

No solo se trata de perros, gatos y caballos

El ganado también se ve muy afectado por el ruido de los petardos. Especialmente se han visto sus efectos en las vacas, que pueden dejar de producir leche. Incluso a veces abortan a sus terneros.

En cuanto a la fauna silvestre, se han observado comportamientos de riesgo en aves y mamíferos, como las ardillas. Las primeras huyen al percibir el ruido de los petardos, pudiendo impactar con edificios. Otras veces vuelan tan alto que no les quedan fuerzas para volver. Además, en el caso de algunas aves y también de las ardillas, se ha observado que el miedo puede obligarles a huir de nidos y madrigueras, perdiéndose y dejando a sus crías morir de hambre.

Finalmente, el olor de la pólvora aquí también juega un papel importante, pues muchos animales silvestres pueden percibir que hay un incendio cerca y huir despavoridos. Por eso, este San Juan no deberíamos pensar solo en mascotas, como los perros. También en la fauna silvestre de las zonas en las que se lanzan los fuegos artificiales.

caballos
Los caballos también sufren por el ruido de los petardos.

¿Por qué unos perros sufren más que otros por el ruido de los petardos?

Es cierto que la mayoría de mascotas sufren con el ruido de los petardos y los cohetes. Sin embargo, hay algunos a los que parece que les da igual. Son pocos, pero existen. Esto se ha estudiado sobre todo en perros, llegando a varias conclusiones.

Por un lado, basta con recordar el famoso experimento de Pavlov para saber que los perros son muy dependientes del acondicionamiento. Por eso, sobre todo cuando son cachorros, pueden aprender a temer el ruido o a tolerarlo.

Un buen ejemplo lo pone Daniel Mills, profesor de medicina veterinaria conductual en la Universidad de Lincoln (Inglaterra), en declaraciones para Smithsonian Magazine. Podemos tener un cachorro que se queda solo cada día mientras sus amigos humanos se van a trabajar. Si en ese tiempo que ellos pasan fuera, el vecino está realizando obras en su casa, con muchos martillazos y ruidos estridentes, el animal relacionará esos sonidos con el abandono. Así, cuando sea mayor, el ruido de los cohetes o los martillazos le generarán mucha más ansiedad.

En el caso contrario, si el animal crece escuchando ese tipo de ruidos, pero mientras tanto está confortable en casa, puede que los tolere y se convierta en uno de esos pocos perros que no temen el ruido de los petardos. Cabe destacar que los perros empiezan a desarrollar su respuesta al miedo a las 12 semanas. Es justo en ese momento cuando son más sensibles. Si ahí se asustan con el ruido de los petardos, lo temerán de por vida. En cambio, si antes se han condicionado y lo han relacionado con connotaciones positivas, puede que no sufran ansiedad cuando sean adultos.

Por otro lado, el embarazo es un momento clave. Si una perra embarazada pasa miedo con el ruido de los petardos, se elevarán sus niveles de cortisol, que es una hormona que aumenta con el estrés. Estos pueden pasar al cachorro que se desarrolla en su útero, de manera que responda más fácilmente a estas situaciones cuando nazca. 

¿Qué podemos hacer este San Juan para cuidar a nuestras mascotas?

Lo ideal sería no tener que lidiar con el ruido de los cohetes. Pero, si no hay más remedio, existen algunas opciones. Según un estudio realizado en 2020, la mejor estrategia es la que se conoce como contraacondicionamiento. Esta consiste en forzar connotaciones positivas en torno al ruido de los petardos. Para ello, cuando estos empiecen a sonar, podemos jugar con nuestros perros y darles chucherías. Sobre todo, es importante que no vean que nosotros nos asustamos también por lo que les pueda pasar.

Así, algunos perros y gatos pueden dejar de temer el ruido de los petardos. Pero no siempre funciona. Si ese es el caso, lo mejor será preguntar a su veterinario. Puede que tenga que recetarle algún ansiolítico para fiestas como San Juan, en las que parece que los fuegos artificiales son inevitables.

Ciertamente no es inevitable, pero a los humanos a veces nos cuesta renunciar a nuestras tradiciones. Incluso cuando se trata de cuidar de la salud de los que se supone que son nuestros mejores amigos.