El primer capítulo de la tercera temporada de A la caza del asesino, de Netflix, aborda un hito en la investigación policiaca estadounidense. Un agente entrevistado recuerda que antes de 1980 no había procedimientos científicos. Las búsquedas de desaparecidos y pruebas se llevaban a cabo sin un protocolo real.
Sin embargo, tras la captura de Ted Bundy y la percepción del crimen como parte de la conducta de sus autores, se produjo un cambio sustancial. Los delitos violentos comenzaron a ser analizados por un equipo multidisciplinar con científicos y psicólogos. Lo que permitió la creación de métodos más efectivos para la captura de varios de los homicidas más peligrosos de la historia reciente.
Esta declaración permite comprender cómo la serie reflexiona sobre los delitos que muestra. A medida que los nuevos episodios avanzan, el miedo y la influencia de la opinión pública adquieren una importancia considerable. Particularmente, la presión que reciben los agentes de policía, fiscales y abogados involucrados en los casos. Desde un criminal que viaja a través de EE. UU. para matar hasta otro que llegó a tener a la CIA como objetivo. La nueva temporada de A la caza del asesino atraviesa la crónica sangrienta norteamericana a través de las décadas.
La producción explorará, de nuevo, lo que ocurre detrás de las investigaciones de los cuerpos policiales norteamericanos. Con cuatro homicidas que evadieron a la ley durante años, el docudrama muestra la evolución de cómo se percibe la agresión en el país. Al mismo tiempo, cómo influye directamente en los procedimientos de investigación para capturar a sus autores.
A la caza del asesino
La tercera temporada de la serie de Netflix recupera varios de los casos criminales más emblemáticos de EE. UU. De nuevo, la producción explora la humanidad de los equipos que investigan las circunstancias brutales de delitos sangrientos. A través de entrevistas y testimonios de profesionales y familiares, el guion muestra la considerable dedicación de los agentes del orden en la búsqueda de justicia. Con un estilo sobrio, elegante y cinematográfico, la serie se aleja de escenas sangrientas para brindar atención al drama humano tras los atroces delitos. Creando un recorrido argumental que va desde los primeros agentes que llegan a la escena hasta los que consuelan a familiares y víctimas.
Cuando rendirse no es una opción
Poco a poco, A la caza del asesino configura una reflexión acerca de la naturaleza del mal contemporáneo y la cultura. Con equipos técnicos a lo largo y ancho de EE. UU., la producción se enfoca en la sensibilidad, la capacidad y el talento de los funcionarios policiales. En esta ocasión, se trata de dos hechos criminales de considerable impacto local. También, de una desaparición que forzó a los investigadores a buscar durante años sin encontrar indicios.
Al igual que en sus entregas anteriores, A la caza del asesino tiene particular interés en detallar cómo los equipos legales y de campo deben unir fuerzas para recorrer un camino ingrato.
No siempre habrá respuestas para los interrogantes más urgentes. Los casos nunca serán del todo claros o se descubrirá la evidencia suficiente en el momento más necesario. Pero la obligación de continuar es imprescindible. Incluso en los momentos más desoladores.
A la caza del asesino, trabajo en equipo
El primero de los cuatro capítulos —todos de cuarenta minutos— cuenta la historia de llamado Asesino del ferrocarril. Ángel Maturino Reséndiz, responsable de al menos 23 homicidios a lo largo de EE. UU., fue todo un enigma para los cuerpos durante más de una década. La producción explora cómo lo comenzó como un único caso en Nuevo México terminó por convertirse en una investigación a escala nacional.
En particular, cuando el criminal evadió todas las formas de clasificar su comportamiento. Jamás usaba la misma arma o el mismo método para matar, lo que llevó a los departamentos de al menos seis estados en Norteamérica a colaborar para crear un perfil válido. A la caza del asesino profundiza en casos en los que la comunicación y coordinación entre varios grupos de investigadores resultó primordial.
Finalmente, Ángel Maturino Reséndiz fue capturado gracias a la colaboración de su hermana con el FBI. Un suceso que la serie retrata desde una óptica sorprendentemente conmovedora y detallada, profundizando en el miedo y la angustia de los familiares del delincuente. Un punto de vista novedoso que brinda una inédita profundidad a A la caza el asesino.
Crímenes sin respuesta
La nueva temporada del documental de Netflix incluye la búsqueda de pistas —todavía inconclusa— para determinar la identidad del asesino del Zodiaco. El criminal, que actuó entre diciembre de 1968 y octubre de 1969, todavía es un misterio sin resolver, que la serie explora desde la incertidumbre. Los crímenes que se perpetraron a lo largo y ancho del norte California desafían el comportamiento de cualquier asesino en serie.
A la caza del asesino también explora, siempre desde su estilo científico y con testimonios reales, otros dos casos dolorosos. Por un lado, el del conocido como terrorista del Parque Olímpico, que hizo explotar una bomba durante las Olimpiadas de Atlanta 1996. Un caso en el que la serie profundiza a partir de la percepción del terrorismo interno. Por otro lado, el caso del Francotirador de Washington, John Allen Muhammad, que mató a diez personas al azar disparando con un rifle de alto calibre.
Ambos procesos de investigación fueron callejones sin salida. Bajo la presión del ojo público, los métodos de búsqueda parecieron fracasar y hacer cada vez más graves las circunstancias que desafían los protocolos legales. Algo sobre lo que reflexiona A la caza de asesino. Con los testimonios de los encargados de las causas criminales, lo que ocurre más allá de las cámaras se humaniza. A la vez, se convierte en un proceso que pesa sobre la conciencia y la vida de agentes de la ley, fiscales y abogados.
La verdad en A la caza del asesino
La serie demuestra que su compromiso es humanizar a los profesionales que trabajan en beneficio de la justicia. Más allá de las escabrosas escenas del crimen o, incluso, la violencia del sistema, hay un grupo de hombres y mujeres luchando por las víctimas. Un punto que la cuarta temporada de A la caza del asesino hace más obvio que nunca al involucrar a los agentes tanto como a los parientes de las víctimas.
Mientras los documentales similares se concentra en mostrar con detalle todo tipo de escenas escabrosas, A la caza del asesino aborda los crímenes desde lo emocional. Un giro que le brinda una inesperada solidez a su propuesta.