La sirenita, dirigida por Rob Mashall no solo es el más reciente —y mejor logrado— live action de Disney hasta la fecha. Además, es el primero que muestra que las recientes reinvenciones de los clásicos más conocidos del estudio están dirigidos a un público nuevo. Por lo que, a pesar de respetar, en esencia, la misma trama, las nuevas películas incluyen giros para una generación más joven. Algo que añade una dimensión innovadora que enriquece tanto el lenguaje cinematográfico como a la puesta en escena de los diversos proyectos.

En el caso del relato del clásico romance entre Ariel y Eric, la narración se hace más adulta, sin perder su tierna concepción del primer amor. Además, analiza a sus personajes desde nuevas dimensiones y les brinda mayor profundidad. Una decisión que ha permitido al guion de Jane Goldman y David Magee narrar una historia que incluye la evolución de sus protagonistas. Asimismo, un mayor detalle de su contexto y un conflicto mucho más maduro que el del argumento del clásico de La sirenita.

Te contamos cuáles son los cambios más significativos que ha habido entre la versión original de Disney de La sirenita, estrenada en 1989 y la actual. Desde nuevas perspectivas de las motivaciones de sus figuras centrales, hasta una aproximación más sensible a sus dolores y esperanzas. La nueva película es un recorrido por territorios inéditos en un relato destinado a una audiencia distinta a la de la película de animación. Una decisión que enriquece el remake de formas particularmente valiosas.

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La sirenita explora su identidad

Una de las grandes novedades del live action de La sirenita es el crecimiento Ariel como personaje. Además de la brillante interpretación de Halle Bailey, que aporta vitalidad y carisma al papel, el guion dedica tiempo a su crecimiento interior. Lo que incluye que sus motivaciones vaya más allá de ir a tierra firme persiguiendo a un hombre desconocido.

La nueva versión de las más pequeñas de las hijas de Tritón (Javier Bardem) es un espíritu independiente y curioso que busca comprender el mundo. Lo que la hace abandonar su reino en busca de respuestas. Una aventura en la que atravesará descubrimientos emocionales e intelectuales.

Ariel no es solamente una criatura traviesa e ingenua. También es una mujer en crecimiento que necesita comprenderse a través de sus aspiraciones. Lo que permite que, una vez que la sirenita se enamora, su decisión de arriesgar su vida por Eric sea más comprensible y menos debatible. El giro de guion enriquece la trama hasta convertirla en una historia de crecimiento, madurez y búsqueda interior incluso más inspiradora que su primera versión. 

Un príncipe con mayor personalidad

En La sirenita de 1989, Eric era el motivo por el que Ariel intentaba desesperadamente volverse humana. En esta ocasión, aunque sigue siendo el interés amoroso de la protagonista, es también un hombre con su propio contexto y relevancia.

La sirenita y Eric en la clásica escena de la barca de la original de Disney

El nuevo príncipe, interpretado por el actor británico Jonah Hauer-King, tiene sus propios conflictos y preocupaciones. Como Ariel, se siente fuera de lugar y encuentra en el mar un espacio con el cual puede identificarse y explorar su mundo interior. Por lo que su pasión por el mar no es un accidente que beneficie a la trama, sino una consecuencia de sus decisiones. 

Lo mismo ocurre con su relación con Ariel. Ambos sienten una profunda atracción mutua y su vínculo es un hecho natural, no un suceso predestinado por fuerzas superiores. Un lazo que surge del mutuo entendimiento, la comprensión intelectual y una genuina química. Para el guion de La sirenita, es importante mostrar cómo la atracción instantánea entre ambos personajes se convierte en algo más profundo. Una perspectiva que permite al argumento avanzar hacia sentimientos inexplorados por la película clásica y que, sin duda, serán de mayor interés para una audiencia nueva.

Eric tiene madre y un entorno creíble

Otro de los cambios sustanciales con respecto al personaje de Jonah Hauer-King es que, a diferencia de su versión animada, en esta ocasión tiene madre. La Reina Selina (Noma Dumezweni) le proporciona al personaje de Eric un sentimiento de pertenencia que le aporta contexto. Además, la relación entre ambos deja entrever que hay sucesos en su pasado que van más allá de Ariel. Que el príncipe sea adoptado añade también una capa de complejidad en la manera de comprender cómo analiza al reino y sus deberes.

Lo mismo ocurre con su vida más allá del palacio. En La sirenita de 1989, Eric está prácticamente recluido en su castillo, pero en la nueva versión es un explorador nato. Un joven atravesado por la necesidad de probarse a sí mismo y madurar, lo que permite al espectador comprender su punto de vista.

(L-R): Jonah Hauer-King as Prince Eric and Halle Bailey as Ariel in Disney's live-action THE LITTLE MERMAID. Photo by Giles Keyte. © 2023 Disney Enterprises, Inc. All Rights Reserved.

El mundo de Eric es colorido, brillante y lleno de entusiasmo. La luz está en todas partes y, a diferencia del reino submarino de Ariel, es un espacio cálido y bien construido. Visualmente, el aspecto caribeño, con sus rostros amables y su perpetua sensación de prosperidad, es el de una invitación a la curiosidad y a las preguntas. Aspectos que, al final, unirán a la pareja en un romance inesperado y realista.

El doloroso pasado del padre de La sirenita

Aunque apenas se menciona —uno de los problemas reales del primer tramo de la película—, el Tritón de Javier Bardem también tiene un leve trasfondo. Su desconfianza hacia el mundo humano —y su comportamiento aparentemente frío y distante con sus hijas— tiene relación con un viejo trauma. La madre de Ariel fue asesinada por humanos, por lo que cualquier contacto con el mundo de tierra firme está prohibido por el monarca del océano. 

La pequeña referencia no se profundiza en La sirenita de Rob Mashall, pero permite vincular a la película con uno de los argumentos que continúan la trama original animada. La sirenita 3: los comienzos de Ariel, de Peggy Holmes, estrenada en el 2008, analiza lo ocurrido con la madre del personaje. Lo que incluye su trágica muerte debido a un encuentro con un barco pirata. Una versión que el live action recupera, redimensiona y a la que le otorga una nueva importancia.

El reino de Atlántica se hace más grande

Algo que no necesariamente beneficia a la narración. El guion deja entrever que el dominio de Tritón es mucho más amplio de lo que se muestra en pantalla. En otras palabras, que su poder está conectado de forma sustancial al mar. Algo, además, que se establece a través de las siete hijas del soberano, que insinúan que el reino se extiende a los siete mares del mundo. No obstante, el apartado visual de La sirenita es tan limitado que esta sensación de majestuoso alcance parece falsa y termina por ser un añadido que jamás se desarrolla.

Especialmente cuando las apariciones del monarca son escasas y, a diferencia de la película de animación, tienen poca relación con su necesidad de comprender a su hija. El posible conflicto entre el mundo de la superficie y el subacuático se cuenta de forma endeble y superficial. Lo que provoca que buena parte de la trama de La sirenita sea incapaz de sostener la posibilidad de un futuro choque entre culturas que Ariel y Eric deben evitar.

Una villana que conoce su poder

El personaje de Úrsula, interpretado por Melissa McCarthy, es uno de los pocos que no se beneficia de una mayor exploración de su carácter. En realidad, juega en su contra. De la criatura pérfida, dispuesta a todo por destruir a la hija menor de su hermano, se convierte en una figura maligna que es consciente de su capacidad para la manipulación.

En especial, en lo relativo al poder y a cómo puede utilizar la desesperación de la joven sirena en beneficio de sus personales maquinaciones. Además, el argumento le brinda una absurda convivencia entre líneas —por completo prescindible— con Tritón y su familia, haciendo que lo que podría haber sido un buen contexto se transforme en información que no aporta nada al hilo narrativo.

Ya sea porque el guion de La sirenita anuncia muchas posibilidades sin completar ninguna o porque el personaje se queda a medias, hay poco que decir sobre Úrsula que no provenga de la película de animación. Con todo, su muerte, más dolorosa y singular que en la versión de 1989, podría catalogarse como un cambio considerable que afecta incluso la percepción sobre Ariel.

El nuevo papel de Scuttle en La sirenita

No es un cambio demasiado relevante para el argumento de La sirenita, pero sí permite comprender cómo se explora en la actualidad el mundo de la película. En la versión de 1989, Scuttle, el entrañable amigo y esporádico consejero de Ariel, tenía la voz del cómico Buddy Hackett.

En su más reciente versión, la de Awkwafina; por lo que el personaje cambia de sexo y de tono en su sentido del humor. De una graciosa criatura con chistes sencillos y juegos de palabras casi infantiles, el humor de la actriz es mucho más sofisticado y singular. En especial, cuando debe brindar su “sabio” punto de vista a la sirena protagonista. 

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Pero el guion de La sirenita también ha cambiado al personaje de manera más sustancial. En la animación, Scuttle era una gaviota, mientras que en la cinta de Rob Mashall es una hembra de alcatraces del norte. La decisión permite que la figura pueda nadar en el agua e incluso sumergirse en ella, haciendo que el querido amigo —ahora amiga— de Ariel esté presente en muchas más situaciones que su encarnación anterior.