La serie de Netflix FUBAR, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, empieza fuerte. Creada por Nick Santora, celebra el legado de su intérprete principal en el cine de acción. Al mismo tiempo, destaca que su pasado será importante para comprender lo que vendrá a continuación.
De hecho, los primeros minutos de la producción muestran que Luke Brunner, el personaje encarnado por el austríaco, es un agente de la CIA con una amplia trayectoria. Una que recorre décadas, continentes, todo tipo de peligros y un puñado de éxitos apreciables en beneficio de la paz mundial.
Lo que convierte al protagonista de FUBAR en una figura peligrosa, imprescindible para misiones muy específicas. Gracias a su conocimiento sobre armas y a su capacidad para la negociación, el personaje resulta de considerable importancia para la institución a la que pertenece.
FUBAR
La serie FUBAR, de Netflix, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, es un homenaje al género de acción. El guion de Nick Santora aprovecha a su protagonista para mostrar una historia de espionaje basada en equívocos. Luke Brunner, interpretado por el actor austríaco, es un agente de la CIA que ha ocultado su identidad durante años. Aunque también es un padre cariñoso y un esposo que debe lidiar con la jubilación y una vida doméstica que no comprende demasiado. Un precario equilibrio que terminará por romperse cuando su secreto se descubra en mitad de su última misión. Con una trama inspirada en Mentiras Verdaderas, el argumento crea una historia sólida que solo flaquea en su predecible tramo final.
Los ecos de la serie FUBAR
Pero Luke también es un padre de familia que acaba de cumplir 65 años. Por lo que, además de una más que probable jubilación, tendrá que lidiar con los primeros achaques de la vejez y el progresivo agotamiento de una identidad oculta durante años. Mucho más, cuando se haga evidente que su vida en el campo de acción le ha alejado de aquellos a los que ama.
Por supuesto, es inevitable comparar el guion de FUBAR, escrito por Nick Santora, con la película Mentiras Verdaderas, de James Cameron. La serie no disimula sus vínculos, sino que los utiliza en su favor. Lo que permite que acentúe su aire irónico y que convierta buena parte de sus grandes secuencias de acción en una oportunidad para definir a su figura central. Luke es un héroe, aunque nadie sabe que lo es ni puede saberlo. Lo que termina por ser motivo de insatisfacción en la vida del personaje.
Un descubrimiento que lo cambia todo
Durante los últimos treinta años, Luke ha sido una sombra para los suyos. Un padre cariñoso, pero con notables ausencias y un esposo amable, aunque siempre distraído. Con un supuesto trabajo de oficina, finge que los dolores de espalda, las heridas y costillas rotas tienen un motivo justificado. Una idea disparatada que se vuelve creíble gracias a la dirección de cámara, que retrata el hogar de los Brunner desde una perspectiva cálida.
Cuando el personaje entra en el espacio doméstico, se da un cambio de atmósfera y dimensión en FUBAR. Una buena decisión que permite que el argumento avance soslayando sus leves incongruencias con facilidad. Las preguntas sobre cómo el agente no ha sido descubierto hasta ahora quedan disimulas bajo la tranquilidad hogareña. Un truco que la trama utilizará en varias ocasiones a través de sus ocho capítulos.
La jubilación se complica
Pero todo se volverá más complicado cuando su compañero Barry (Milan Carter) le informe de que debe llevar a cabo una última misión antes de volver a casa definitivamente. Rescatar a un joven agente de la CIA, en manos de una célula terrorista. Podría ser una asignación casi rutinaria para un agente de la talla de Luke de no ser por dos motivos. Un líder que siente predilección por él —que raya en una enfermiza figura paterna— y la identidad del agente capturado, que no es otra que su hija Emma (Mónica Barbaro). Es entonces cuando se descubre el doble juego del argumento y su conflicto más singular.
Emma no solamente ha conseguido mantener oculta su identidad durante buena parte de su vida, sino también evitar que su padre la descubriera. Una doble hazaña que se vuelve el motor de FUBAR y su mayor fortaleza. La química entre Arnold Schwarzenegger y Mónica Barbaro es creíble y su relación se sustenta en personalidades idénticas. Gruñones, disciplinados y exigentes. Tanto el uno como el otro saben que tienen la disposición, la habilidad y la voluntad para salir con vida de la misión. Lo que llevará a que ambos choquen, en una historia familiar tan atípica como bien construida.
FUBAR y los dilemas de padres e hijos
Pronto, Emma y Luke se convierten en un dúo que se complementa a la perfección. Mientras la trama de acción se desarrolla con una impecable puesta de escena, FUBAR es consciente de que depende más del humor y los momentos más sensibles de su historia, por lo que apunta hacia ellos. Gradualmente, los personajes comprenden que la colaboración no es suficiente, deberán perdonarse y aceptar sus defectos si quieren seguir adelante.
En su extraño capítulo final, la producción flaquea un poco al concluir una narración predecible. No obstante, FUBAR sigue siendo la suma de sus mejores partes. Una combinación de comedia, explosiones y amor paternofilial que sorprende por sus buenos resultados, a pesar de sus momentos casi autoparódicos.