El año pasado, corrió por todo el mundo la noticia de que se había descubierto la causa de la esclerosis múltiple. Según rezaban muchos titulares, esta es la infección por el virus Epstein Barr, causante de la mononucleosis o enfermedad del beso. Aquel descubrimiento supuso una ola de optimismo, por haber dado por fin con la causa de una enfermedad que afecta a 2,5 millones de personas en todo el mundo. Pero también de miedo, por ser muchas las personas conscientes de haber sido infectadas por este virus. Por ese motivo, se hizo un llamamiento a la calma, explicando que el descubrimiento no era algo tan tajante y que, de hecho, ni siquiera se sabían las causas, más allá de una evidente correlación entre ambos fenómenos. Ahora, sí que se sabe cuál puede ser la causa, pero el llamamiento a la calma debe ser prácticamente el mismo.

Antes de hablar de este nuevo hallazgo, que ha sido realizado por científicos del Instituto Karolinska, es importante recordar varias cuestiones. La primera, es que el virus Epstein Barr tiene una incidencia altísima, pues se considera que aproximadamente el 90% de la población mundial está infectada con él. Por lo tanto, es fácil que las personas con esclerosis múltiple lo tengan. Y, sobre todo, eso indica que hay muchísimas personas con él que nunca llegan a desarrollar esa enfermedad. 

Por otro lado, es importante tener en cuenta que la esclerosis múltiple es una enfermedad multifactorial. Por lo tanto, si bien con este nuevo estudio parece demostrado que sí hay relación con el virus Epstein Barr, hay otros muchos factores que pueden intervenir. En definitiva, este hallazgo es muy interesante, pues aporta una diana a la que atacar. Pero, como siempre, hay que tomarlo con cautela.

¿Qué tienen que ver la esclerosis múltiple y la mononucleosis?

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune, en la que el sistema inmunitario ataca a las propias células nerviosas del organismo, provocando síntomas neurológicos que van empeorando con el tiempo.

En cuanto al virus Epstein Barr, la mayoría de las personas lo contraen durante la infancia y lo mantienen en su organismo durante el resto de su vida, ya que el virus es capaz de permanecer latente. No obstante, casi nadie llega a desarrollar síntomas. En la edad adulta sí que puede provocar una enfermedad, llamada mononucleosis o enfermedad del beso.

Dado que la esclerosis múltiple es autoinmune y que el virus de la mononucleosis se mantiene normalmente en el organismo sin dar señales de su presencia, en investigaciones anteriores se ha pensado que, quizás, los anticuerpos que buscan atacar al virus podrían confundirse y volverse contra las células nerviosas. Los autores de esta nueva investigación querían comprobar si eso es posible. Por eso, analizaron los antígenos presentes en el virus Epstein Barr a los que pueden atacar los anticuerpos.

Los antígenos son aquellos fragmentos de un agente extraño que pueden ser reconocidos y atacados por el sistema inmunitario. En el caso de los virus, suelen ser algunas proteínas específicas, por lo que comenzaron estudiando las del agente causante de la mononucleosis. Y ahí estaba la respuesta.

Anticuerpos confundidos

Este estudio se realizó con 700 personas con esclerosis múltiple y otras 700 sanas a las que se tomaron muestras de sangre. El objetivo era analizar los anticuerpos presentes en ellas y comprobar los antígenos a los que se dirigían.

Así, vieron que en los pacientes con esclerosis múltiple había anticuerpos que atacaban indistintamente a una proteína del virus Epstein Barr, llamada EBNA 1, y a otra presente en el cerebro, llamada CRYAB. El papel de esta última es prevenir la agregación de ciertas proteínas en situaciones de estrés celular, como la inflamación. Por lo tanto, si se ataca a esta proteína, y a las células nerviosas en general, se podrían generar síntomas similares a los que se ven en pacientes con esclerosis múltiple.

De hecho, estos anticuerpos de acción cruzada se encontraron en el 23% de los pacientes con esclerosis múltiple, pero solo en el 7% de los sanos. 

Los linfocitos T también podrían estar implicados en la esclerosis múltiple

Estos científicos no han terminado su investigación. Ahora quieren centrarse también en los linfocitos T. Esas son células del sistema inmunitario que acuden frente a una infección, se unen específicamente a determinados antígenos y comienzan con un primer ataque, a la vez que atraen a otras células, como los macrófagos, para que terminen de atacar al que consideran un agente extraño.

Una confusión de los linfocitos T podría ser otra de las piezas del rompecabezas de la esclerosis múltiple, aunque habrá que seguir investigando para saberlo. Lo que está claro es que el rompecabezas poco a poco va tomando forma y que los científicos saben hoy en día muchísimo más de la enfermedad que hace unos años. Es una gran noticia conocer nuevos datos como los que se publican hoy. Pero, como decimos siempre, la ciencia tiene sus tiempos y, normalmente, son muchos los factores que intervienen en una enfermedad. Ya sabemos uno más de la esclerosis múltiple. Eso puede suponer un paso más hacia una cura, pero sigue haciendo falta tiempo.

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