Obviamente, los mejores lugares para instalar centrales solares son aquellos en los que hay un número elevado de horas de sol al día. Sin embargo, los grandes desiertos, como el del Gobi o el Sáhara, siguen libres de placas solares. Podríamos pensar que el motivo es su clima cambiante. Pero eso en realidad no sería un problema, pues se dispone de baterías para almacenar la energía que se obtiene en las horas soleadas durante la noche o los días nublados. Entonces, ¿por qué siguen sin construirse placas solares en el Sáhara?
Lo cierto es que es una pregunta complicada. Según declaraciones del físico Gerhard Knies, recogidas por El Confidencial, en solo seis horas los desiertos de todo el mundo reciben más energía solar (173.000 teravatios) de la que consumen los humanos en un año. Además, solo en el Sáhara, se obtendría energía para abastecer a 96 tierras. Pero hay un problema.
Solo un 15% de la energía absorbida por las placas solares se convierte en electricidad. El resto se devuelve a la atmósfera en forma de calor, por lo que se podría empeorar mucho el calentamiento global. ¿Es ese un motivo insalvable? Para otros expertos no, pero lo cierto es que sigue siendo una decisión complicada.
El peligro de las placas solares en el desierto
Las placas solares son más oscuras que la arena del desierto. Esta normalmente ayuda a almacenar el exceso de energía solar. Sin embargo, al ser más oscuras, las placas absorberán más. El problema es que, al contrario que la arena, las placas devuelven a la atmósfera la energía que no utilizan. Este calor que se devuelve puede ser transportado en el aire hacia otras áreas del planeta, provocando serios problemas climáticos.
Pero esto es lo que ocurriría si cubrimos todo el Sáhara o cualquier otro gran desierto de placas solares. Algunos expertos sostienen que bastaría con cubrir una pequeña área. Así, aunque no se obtendría tanta energía, tampoco se calentaría tanto la atmósfera. De hecho, según Mehran Moalem, profesor en la Universidad de California, bastaría con cubrir el 1,2% del desierto para obtener suficiente energía. Aun así, seguiría habiendo otros inconvenientes, como bien reconoce este científico en un estudio publicado en Science.
Cambios en el ecosistema
Dado que las placas solares absorberían buena parte de la radiación solar, se reduciría el albedo. Es decir, el porcentaje de radiación que una superficie refleja con respecto a la que incide sobre ella. Esto, junto al aumento de la fricción superficial, favorecería un aumento de las precipitaciones, que a su vez propiciaría el crecimiento de vegetación. Esta, provocaría que hubiese aún más precipitaciones, retroalimentando la situación anterior. En definitiva, se produciría un cambio en el ecosistema, afectando a las especies que están adaptadas a otro tipo de paisaje.
La cuestión política que no se debe dejar a un lado
En declaraciones a BBC, Tony Patt, profesor de política climática en el Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zúrich, sostiene que el problema es más político que científico.
Concretamente, recuerda que, aunque los precios son cada vez más competitivos, la energía solar sigue siendo más cara que la que se obtiene mediante combustibles fósiles. Por eso, duda que en lugares como Europa estuviesen dispuestos a hacer esa inversión si los puestos de trabajo van a parar a países no europeos. Cabe destacar que para toda la instalación se necesitaría un 10% del PIB mundial, así que no es poca cosa.
Además, lo lógico, según añade en el mismo medio Danie Egbe, químico y analista del Banco Mundial, es que esa electricidad y los puestos de trabajo se compartan con los africanos.
Solo alrededor del 30% de la población subsahariana tiene acceso a la electricidad. Por eso, si se instalan placas solares en el Sáhara, lo justo y lógico es compartir los beneficios con ellos. Para garantizarlo existe la Red Africana de Energía Solar, cuyo propósito es precisamente que los africanos se tengan en cuenta a la hora de tomar este tipo de decisiones.
Como resultado, obtener energía solar en el Sáhara no es tan sencillo como llegar y cubrirlo de placas solares. Hay mucho que se debe tener en cuenta. Quizás en un futuro sea una solución plausible, teniendo en cuenta métodos para evitar su impacto climático. Pero, hoy por hoy, la mayoría de expertos coinciden en que sería muy complicado.