Las obras de artistas como Leonardo da Vinci o Sandro Botticelli han sobrevivido al paso de los años casi intactas. Donde se esperaba ver una pintura al óleo resquebrajada o amarillenta, se encuentran obras de arte que podrían haberse pintado hace mucho menos tiempo. Y todo esto, según un estudio publicado recientemente en Nature Communications, es gracias a la yema de huevo.
Se suele hablar de Leonardo da Vinci como un gran hombre renacentista, que dominaba muchos palos, desde la pintura hasta la ciencia. Pero lo cierto es que, tanto él como otros pintores, eran también un poco alquimistas. Sabían cómo mezclar diferentes sustancias para obtener el color perfecto. O incluso podían mezclar las dosis adecuadas de sustancias, normalmente muy venenosas, para conseguir dar vida a sus pinturas. Ahora, parece ser que también sabían cómo aprovechar algunos alimentos para que la pintura al óleo sobreviva al paso del tiempo.
No sabemos si probarían varios ingredientes, pero parece claro que finalmente encontraron que el idóneo era la yema de huevo. Se han encontrado proteínas de huevo en muchas pinturas de estos artistas. Inicialmente, algunos de los científicos que las hallaron pensaron que podría ser casualidad. Pero no, ahora se ha encontrado para qué las utilizaban y en el fondo podemos darles las gracias, pues precisamente por la yema de huevo hoy podemos disfrutar de su arte.
Yema de huevo para conservar la pintura al óleo
La pintura al óleo, como su propio nombre indica, se basa en la mezcla de los pigmentos con aglutinantes a base de aceite. Ya se usaba en la antigüedad; pero, sin duda, adquirió una gran fama gracias a las obras de artistas como Leonardo da Vinci.
El problema es que, al igual que pasa con el resto de técnicas, la pintura al óleo se puede deteriorar por el paso del tiempo. Posiblemente, tanto da Vinci como otros artistas lo supieran. Por eso, investigaron hasta dar con un conservante muy accesible y realmente útil. Tanto como para que sus obras hayan llegado hasta nuestros días sin apenas necesidad de restauración.
Los autores del estudio que se acaba de publicar han comprobado que esto se debe a varios motivos. Para empezar, las proteínas del huevo impermeabilizan la pintura, para que no absorba el exceso de agua en ambientes húmedos. Además, previenen el amarilleo y evitan que el óleo se arrugue a medida que se seca. Y para todo esto basta solo con una cantidad muy pequeña de yema de huevo. No sería necesario gastar mucho en el proceso.
Por lo tanto, su presencia en las pinturas de estos artistas no fue accidental. De hecho, ha resultado tan útil que podría inspirar a los restauradores de nuestros días. Eso sí, dado que actualmente conocemos todos los riesgos de manipular el huevo crudo, lo ideal sería quedarse solo con las proteínas que resultan beneficiosas. Nos quedaríamos con los beneficios de la supervivencia de la pintura el óleo, pero sin el riesgo de infección por bacterias como la Salmonella. Son todo ventajas.