Si algo distingue a Guardianes de la Galaxia Volumen 3 es que es una despedida simbólica a todo lo que James Gunn construyó durante casi diez años. El director, que se despide del Universo Cinematográfico de Marvel al mismo tiempo que de sus personajes más queridos, comienza el relato con un tinte levemente sombrío.
La película también muestra la madurez de su equipo de antihéroes tras un largo trayecto de circunstancias, pérdidas y triunfos. El grupo encabezado por Peter Quill (Chris Pratt) ya no es el mismo que hacía reír con sus payasadas. A pesar de conservar el buen humor y el carisma pesimista que distinguió al resto de las películas, ésta comienza a partir del dolor.
Ya nadie es el mismo que antes a bordo de la nave Milano, ni en su nuevo hogar en Knowhere. La película dedica sus primeros minutos a mostrar que luego de los sucesos de las Fases 3 y 4, los miembros del equipo son mucho más complejos de lo que solían ser. Más oscuros y con más facetas que mostrar, algo que se marca desde la clásica escena de introducción de la trilogía, que ahora toma un tono nuevo. Guardianes de la Galaxia Volumen 3 usa la música para crear una atmósfera específica, pero ya no solo se trata de diversión. Ahora, James Gunn analiza a sus protagonistas con más cuidado.
Guardianes de la Galaxia Volumen 3
Guardianes de la galaxia: Volumen 3, de James Gunn, es una despedida emocional a la trilogía. No obstante, encontrar un final definitivo para cada personaje y escenario resulta muy ambicioso. Con una historia más compleja que las anteriores, la película intenta abarcar desde un posible reencuentro hasta una historia de origen. Todo en medio de un dúo de villanos y un riesgo de destrucción masiva. Pero solo lo logra a medias. Con parte de su desenfado y buen humor perdidos en beneficio de una trama más dramática, tiene un tono oscuro. Para su solemne y agridulce tramo final, el largometraje es una confusa combinación de un relato emocional y un homenaje a la trilogía. Quizás lo único verdaderamente entrañable de su propuesta.
Guardianes de la Galaxia Volumen 3: un trayecto en busca de redención
Drax (Dave Bautista) continúa siendo el involuntario alivio cómico, pero el argumento finalmente le brinda profundidad. Una circunstancia parecida ocurre con Mantis (Pom Klementieff), que comienza a ser consciente de que es mucho más que una esclava de su curioso don. Rocket (Bradley Cooper) y Nebula (Karen Gillan) han forjado un vínculo cercano. Y el ahora joven adulto Groot (con la voz de Vin Diesel) es una presencia imponente, pero todavía en formación.
Recordemos que Gamora (Zoe Saldaña) es una versión considerablemente distinta a la que hemos conocido en el pasado. Firme, enfocada en encontrar su lugar en el mundo, pero sin el crecimiento personal que alcanzó en los dos primeros volúmenes, y que le fue arrebatado por Thanos en Avengers: Infinity War. Esta nueva Gamora no siente especial interés por Peter Quill ni el pasado que éste compartió con su fallecida versión del futuro.
Guardianes de la Galaxia Volumen 3 resulta engañosa en su forma de plantear sus dilemas. En algún punto, los diversos avances insinuaron una reconciliación o el comienzo de una nueva historia entre ambos. Sin embargo, la película evita ser predecible y se aleja de lo obvio.
Esto le permite experimentar con varios giros argumentales. En especial, con Peter, que parece ser la peor versión de sí mismo. El personaje se vuelve agrio, al borde de la debacle emocional. El guion, también de James Gunn, utiliza a Star-Lord para definir la atmósfera de la película, dejando en claro que las heridas de los acontecimientos de Avengers: Endgame siguen siendo un peso que llevar a cuestas.
El equipo de superhéroes más querido de Marvel dice adiós
A través del dolor de Peter Quill, la película nos recuerda varios acontecimientos cercanos que impactan sobre la trama. El cosmos jamás será el mismo después del blip, lo que se traduce en nuevas alianzas y una batalla por el poder que se insinúa. No obstante, este es el único punto que une a la producción con el resto del Universo Cinematográfico de Marvel. De la misma forma que en los largometrajes anteriores, Guardianes de la Galaxia Volumen 3 es una historia cápsula.
Este relato tampoco tiene relación con el multiverso. De hecho, solo menciona de pasada a los personajes a los que el equipo se unió durante la batalla contra Thanos (Josh Brolin). La película parece curiosamente desvinculada del resto de las narraciones de la franquicia.
Todo lo que ocurre a lo largo de sus dos horas y algo es una elaborada mirada a su historia central. James Gunn dota a la despedida de su grupo de personajes de una nota dura y humana. Peter, desolado y en medio de la enfurecida necesidad de reponerse, comete un irreparable error que casi le hace perder a un miembro de su equipo.
Las pequeñas desgracias de Guardianes de la Galaxia Volumen 3
El equipo de héroes ha hecho enemigos a lo largo y ancho de los planetas conocidos. Pero el más encarnizado es, sin duda, el pueblo de los Soberanos, humillados por el grupo en la anterior cinta. Ahora, la Suma Sacerdotisa Ayesha (Elizabeth Debicki) tiene un arma perfecta para vengar la ofensa.
Adam Warlock (Will Poulter) es una criatura que resume las virtudes de la raza de piel dorada, lo que le convierte en una figura de poderes ilimitados. No obstante, el argumento lo revela como una criatura recién nacida, sin otro propósito que obedecer.
De la misma forma que Visión (Paul Bettany) en Avengers: era de Ultrón, Adam es físicamente superior, pero limitado a su experiencia. No obstante, a diferencia del sintezoide, no muestra capacidad de reflexión o profunda voluntad. Esto lo convierte, en la mayoría de sus escenas, en un personaje casi ridículo, muy lejos de ser un villano al que temer, reducido a un asesino a las órdenes de Ayesha.
Así lo presenta el argumento de Guardianes de la Galaxia Volumen 3 en su primer enfrentamiento contra los Guardianes: feroz e imparable, pero con el ridículo comportamiento de un niño malcriado, una criatura en crecimiento, llena de confusión y que disfruta ingenuamente con la crueldad. Y mientras que la dualidad en los personales es una gran —y bienvenida— constante en la trilogía, aquí no termina de funcionar.
Adam Warlock se convierte en el punto más bajo de una secuencia que es central para comprender el resto de la trama. De hecho, pese a su poder, su ataque es tan desordenado que solo resulta efectivo debido a un descuido de Peter Quill que conduce a que un miembro del equipo sea gravemente herido.
Un argumento engañoso con cuestionable profundidad
Rocket (con la voz de Bradley Cooper) es una figura complicada dentro el Universo Cinematográfico de Marvel. Un antihéroe que se ganó la redención y llegó a considerar como su familia al resto de los tripulantes de la nave Milano. Tal vez por eso sea tan duro y complicado que el personaje resulte ser la víctima del error de Quill.
Durante los últimos meses, la campaña promocional de Guardianes de la Galaxia Volumen 3 insinuó el fallecimiento de uno de los personajes centrales, y la atención se fijó en la carismática figura. Mucho más cuando James Gunn insistió en que sería el final de su camino. No obstante, la película juega con las expectativas y avanza en una dirección nueva para hacerse más sombría. No se trata solo de la posibilidad de la muerte, sino de todas las heridas, emocionales y físicas, que Rocket debe curar.
Este doloroso recorrido, quizás la parte más emotiva y sólida de la historia, impulsa la trama a su segunda mitad. El guion se vuelve oscuro y se acerca más al drama cuando el equipo busca salvar la vida del personaje. Para ello deben encontrar al responsable de las modificaciones genéticas de Rocket. Es entonces cuando comprendemos que High Evolutionary (Chukwudi Iwuji) será el verdadero villano de la trama, uno que refleja el tono adulto que logra la película en sus puntos más dolorosos.
La historia de origen de Rocket es, en gran medida, la narración central del largometraje. Emotiva y dolorosa, nos hace comprender mucho más al personaje, y nos lleva a involucrarnos emocionalmente en su lucha.
Pero al intercalar la historia de origen con el resto de la trama, por momentos se pierde el sentido de la urgencia en otros espacios, lugares y escenarios: un mundo en peligro de destrucción, y vidas genéticamente diseñadas en busca de la perfección pero a merced de un creador que no dudará en sacrificarlas según dicte su capricho.
James Gunn, en un intento de explorar a sus personajes, analiza entonces un escenario de sacrificios, dolores y desencuentros. Guardianes de la Galaxia Volumen 3 es un final tanto por culminar varios arcos de sus narraciones principales, como por la disolución casi natural del equipo original de los Guardianes de la Galaxia.
Guardianes de la Galaxia Volumen 3 es un cierre extraño para una trilogía entrañable
La última entrega de Guardianes de la Galaxia tiene un tono muy alejado de sus dos volúmenes anteriores. Intencionalmente o no, pierde el delicado equilibrio entre el humor y el drama, llevándonos por un camino de dolor y pérdida. Y aunque vemos una clara luz al final del túnel para los queridos anti-héroes, el tramo final intenta culminar la historia con un aire épico que no logra alcanzar.
En última instancia, y a pesar de ser un cierre, el Volumen 3 no es otra cosa que una aventura más de los Guardianes. Tanto es así que repite una de sus escenas más emblemáticas como adiós definitivo. Esta ocasión, eso sí, con un aire menos festivo y mucho más emotivo de lo que podría esperarse. Guardianes de la Galaxia Volumen 3 es, quizás, la más profunda a nivel narrativo de la trilogía, pero está muy lejos de los grandes momentos del Universo Cinematográfico de Marvel.
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La película se queda a la mitad tanto en propuesta como en argumento. James Gunn intenta dar respuesta a cada pregunta —lo que incluye el destino de nuevos y viejos personajes—, pero sin lograr construir una narración del todo coherente. El equipo se rompe y, quizás, esa sensación de pérdida sea irreparable en el futuro de algunos de sus personajes.
Tal vez por eso, para su agridulce final, la travesía de los Guardianes se completa, pero hay una sensación de apresurado cierre obligatorio. El mensaje más claro en una película llena de confusiones, contradicciones y pequeños desencantos.