La sonda Gaia, de la ESA, ha encontrado dos agujeros negros muy cercanos a la Tierra. Y lo mejor es que eso no es lo único que los hace especiales, pues parecen ser muy diferentes a otros que se han observado con anterioridad.

Bautizados como Gaia BH1 y Gaia BH2, su mayor diferencia con respecto a otros agujeros negros es la distancia de su estrella compañera. Los sistemas binarios formados por un agujero negro y una estrella son bastante habituales. Ya se han descubierto muchos, pero generalmente están tan cerca que el agujero negro engulle continuamente material que roba a la estrella, generándose una gran cantidad de energía.

Gracias a eso, son fácilmente detectables mediante instrumentos capaces de detectar rayos X u ondas de radio. Pero en este caso no fue eso lo que se detectó. Gaia percibió un pequeño bamboleo en la estrella, que posiblemente habría sido imperceptible para las cámaras de otras sondas similares. Este bamboleo parecía corresponderse con el efecto gravitacional de un objeto muy masivo, como un agujero negro. Fue necesario confirmarlo con otras observaciones en el Observatorio de rayos X Chandra de la NASA y el radiotelescopio sudafricano MeerKAT. Así, se confirmó que, aun siendo agujeros negros, no estaban arrastrando prácticamente material de la estrella. Por lo tanto, sí, son especiales en muchos sentidos.

Dos nuevos agujeros negros

Estos dos agujeros negros se encuentran a 1.560 y 3.800 años luz de la Tierra. Puede parecer muchísimo. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el más cercano que se ha hallado hasta el momento se encuentra a 1.011 años luz del sistema solar y que nuestra galaxia recorre una extensión de 105.000 años luz, podemos hacernos una idea de lo cerca que están. 

Pero esa no es la única peculiaridad de estos agujeros negros, como ya hemos visto. Llama la atención que están muy lejos de su estrella compañera. Por ejemplo, la de Gaia BH2 orbita el agujero negro cada 1.277 días. Eso indica que están aproximadamente a 714 millones de kilómetros. Si tomamos como ejemplo otro sistema binario, el formado por Cygnus X-1 y su estrella compañera, en este caso el tiempo que tarda la estrella en orbitar es de 5,6 días.

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La diferencia está clara. Por eso, en sistemas como Cygnus X-1, es fácil que buena parte del material de la estrella se entrometa en el horizonte de sucesos del agujero negro. Es decir, esa distancia a partir de la cual nada puede escapar de él. Así, poco a poco, va alimentándose de la estrella.  

Pero en este caso no pasa eso. La actividad es prácticamente inexistente porque la distancia es enorme. Y eso nos muestra que podríamos estar ante un nuevo tipo de agujero negro.

Habrá que estudiar la situación más a fondo. Quizás Gaia encuentre más casos así. De momento, los datos de sus 66 últimos meses de observaciones al completo no podremos verlos hasta, al menos, finales de 2025.

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