Conducir sin dormir lo suficiente puede ser muy peligroso. Tanto como hacerlo bajo los efectos del alcohol. Aunque hay una diferencia entre ambos hechos. La cantidad de accidentes de tráfico causados por conductores borrachos se ha reducido mucho en los últimos años, mientras que no hay diferencias en el otro caso.
Esto se debe a que las campañas de concienciación sobre los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol han dado resultado. Especialmente hay dos medidas que funcionan. Por un lado, la publicidad, cada vez más explícita, sobre las consecuencias de los accidentes de tráfico. Y, por otro, los controles en los que se realizan test aleatorios a los conductores.
Lamentablemente, apenas se hacen campañas sobre los efectos del cansancio a la hora de conducir. Además, esto no es algo que se pueda medir con algo tan sencillo como un alcoholímetro. Y también hay que tener en cuenta que no es una opción que los conductores puedan escoger. Es decir, podemos elegir no beber antes de conducir, pero no siempre podemos decidir dormir bien. Por todo esto, es un problema más serio de lo que parece, como bien ha explicado un equipo de científicos australianos, tanto en un estudio como en un artículo para The Conversation.
Los peligros de conducir sin dormir lo suficiente
Para conducir, por muy mecánico que nos parezca, es importante que tengamos todos nuestros sentidos en la carretera. Pero, desgraciadamente, esto se complica si no hemos dormido suficiente.
Según la Dirección General de Tráfico de España (DGT), la somnolencia interviene, directa o indirectamente, en entre el 15% y el 30% de los accidentes de tráfico. Similar es el porcentaje vertido por la Asociación Australiana del Automóvil, que señala que aproximadamente el 20% de los accidentes automovilísticos tienen relación con la fatiga. Además, la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA, en inglés) de Estados Unidos, cuenta que 50.000 personas sufren lesiones cada año debido a problemas relacionados con la falta de sueño.
Todo esto se debe a varias razones, según señala la DGT. Para empezar, al conducir con sueño, disminuimos el tiempo de reacción ante un peligro, por lo que es más probable que tengamos un accidente. También se disminuye la concentración y, como consecuencia, aumentan las distracciones. Además, se toman las decisiones más lentamente y se cometen más errores.
Por otro lado, los músculos están más relajados y los movimientos son más lentos a la hora de mover el volante o pisar los pedales, por ejemplo. Eso lleva a que las acciones sean más automáticas y sea difícil reaccionar ante situaciones imprevistas.
Tampoco podemos olvidar que se produce la alteración de los sentidos y la percepción. Esto, sumado a determinados cambios en el comportamiento, puede ser muy peligroso.
Y, para terminar, es posible que se generen microsueños. De hecho, según el Harvard Medical School, 250.000 conductores se quedan dormidos cada día. Esto, lógicamente, pude ser fatal.
No es fácil buscar soluciones
Los niveles de alcohol de un conductor se pueden medir fácilmente. Sin embargo, no hay una forma de analizar cuánto ha dormido. Solo en caso de que se dé un accidente de tráfico, se puede analizar la situación del conductor y decidir si la somnolencia ha sido un desencadenante. De hecho, en algunos países se ha llegado a legislar en este sentido.
Por ejemplo, en Nueva Jersey, en Estados Unidos, cuentan con la ley Maggie. Esta establece que una persona no está capacitada para conducir si ha dormido 0 horas en el último día. No obstante, hay quien considera que es una ley demasiado permisiva, que eximiría a cualquiera que hubiese dormido una sola hora.
Se ha comprobado que si se ha dormido menos de 4 horas, las probabilidades de accidente aumentan hasta 15 veces. Por otro lado, el riego se duplica si se duerme entre 4 y 5 horas con respecto a alguien que ha tenido un sueño adecuado antes de conducir.
Está claro que hay que buscar soluciones. Pero no es sencillo. ¿Qué pasa con las personas con insomnio, con hijos que se despiertan llorando o con quienes trabajan por la noche? La solución es complicada, pero hay que intentar buscar una. Al menos, en la medida de lo posible, habría que ampliar ese “si bebes no conduzcas” a “si has dormido mal, tampoco”.