Entre 1962 y 1964, el asesino en serie Albert DeSalvo acabó con la vida de trece mujeres. La película El estrangulador de Boston, de Matt Ruskin, disponible en Disney+, recupera los puntos más duros y cuestionables de lo acontecido. Especialmente, el destacado papel de la periodista Loretta McLaughlin, interpretada por Keira Knightley, en la captura del delincuente. Además, analiza las repercusiones que el controvertido caso provocó en la forma en que la legislación norteamericana analiza actualmente las confesiones como evidencia única. 

No obstante, la historia real alrededor del caso es mucho más singular y compleja que la ficción. El suceso no solo engloba la brutalidad de los crímenes, también los fallos de investigación de la policía de la ciudad, que provocaron todo tipo de retrasos y equívocos a la hora de capturar al homicida.

Para las autoridades a cargo, los sucesos no mostraban un método definido. Las víctimas, de entre 19 y 85 años, no tenían ningún vínculo. No se conocían, tampoco eran vecinas, ni tenían profesiones similares. Mucho menos, un rasgo en su apariencia física que coincidiera con algún patrón.

Albert DeSalvo, el estrangulador de Boston
Albert DeSalvo, más conocido como “El estrangulador de Boston”.

Pese a todo, el criminal seguía un procedimiento concreto que sugería la posibilidad de que fueran asesinatos en serie. Todas habían sido violadas y estranguladas de forma muy parecida, atacadas cuando estaban solas en sus viviendas. Además, se hallaron trozos de soga alrededor del cuello de los cadáveres con un mismo nudo ornamental. 

Pero a la policía de Boston le llevó más de diez meses reconocer los elementos que conectaban a los asesinatos de “El estrangulador de Boston”. Lo que provocó el pánico colectivo y un frontal cuestionamiento a las investigaciones policiales. Cuando finalmente se capturó al delincuente, la historia a su alrededor se hizo aún más perturbadora.

Un homicida en medio de un terreno de indicios poco concluyentes

En noviembre de 1964, el criminal reincidente, Albert DeSalvo fue capturado por una serie de crímenes sexuales. La mayor parte de ellos cometidos en el área de Massachusetts y de Connecticut. Una vez en la cárcel, el hombre se jactó con su compañero de celda de perpetrar crímenes más graves. Lo que le hizo admitir que violó y estranguló a más de diez mujeres sin que nadie lo hubiese descubierto. 

“El estrangulador de Boston” siendo detenido
Momento en el que Albert DeSalvo, “El estrangulador de Boston”, es detenido.

Las autoridades habían ofrecido una recompensa de 100 000 dólares por cualquier dato acerca del aún desconocido “Estrangulador de Boston”. Por lo que el reo, que compartía vida carcelaria con Albert DeSalvo, le delató de inmediato. El resultado fue una rápida confesión de este último. No solo admitió ser el autor de los crímenes, dio detalles sobre los diferentes sucesos que convencieron a la policía de que se trataba del verdadero asesino.

Esto incluía la forma en que fueron encontradas las víctimas y detalles de las agresiones que sufrieron. En algunos casos, describió con meticulosidad los lugares en que se estaban dentro de sus casas en el momento de su asesinato. Sin embargo, nunca se hallaron pruebas físicas que lo vincularan a los escenarios de los crímenes. Tampoco hubo testigos, testimonios o algún otro indicio más allá de su admisión de culpa.

A la acusación central por los asesinatos del “Estrangulador de Boston” se añadía el largo expediente legal del hombre, que abarcaba una condena de un año prisión por agresión sexual. En medio de la exigencia colectiva por una mejor actuación de la policía y el resto de las autoridades a cargo, al criminal se le procesó con lo que después se consideró casi excesiva rapidez. 

La gran disyuntiva alrededor de ‘El estrangulador de Boston’

Una vez en el juicio, el supuesto homicida no se limitó a explicar lo relacionado con las víctimas de Boston. Pronto se atribuyó a sí mismo haber cometido más de 300 crímenes sexuales alrededor del país. Lo exagerado y fantasioso de las declaraciones preocupó a la fiscalía. Más aún cuando buena parte del argumento de la acusación provenía de una confesión. Finalmente, surgió la hipótesis que Albert DeSalvo podría haber mentido sobre su actuación, utilizando datos leídos de la prensa. ¿El motivo? Para poder vender después los derechos de su experiencia para un libro o una película. 

La defensa intentó que se le considerara mentalmente incapaz de ser procesado. Pero el juez a cargo no aceptó la posibilidad. Por último, se le juzgó por atacar a 13 víctimas y fue declarado culpable el 18 de enero de 1967. La única salvedad que se permitió fue la recomendación de que el reo debía recibir atención psiquiátrica. Algo que “El estrangulador de Boston” no aceptó. Tras un intento de fuga, se le recluyó en la prisión de Walpole, en Massachusetts, para cumplir cadena perpetua.

El 25 de noviembre de 1973, el criminal sufrió un ataque por parte de otro reo y fue encontrado muerto en su celda con seis puñaladas en el corazón. A pesar de las conjeturas que despertó el hecho violento, jamás se descubrió al responsable. El caso del “Estrangulador de Boston” se cerró, pese a las inconsistencias del caso. Tampoco se tuvieron en cuenta los indicios que señalaban a, al menos, un imitador.

Un extraño epílogo para la sangrienta historia del “Estrangulador de Boston”

Durante más de cuarenta años, se cuestionó que la confesión de Albert DeSalvo fuera la única prueba de culpabilidad en su contra. La polémica se centró en la imposibilidad de demostrar su participación en todos los asesinatos. Finalmente, en el 2001, la familia de la última de las víctimas de “El estrangulador de Boston”, Mary Sullivan, decidió dirimir el debate. Solicitó a la fiscalía de Massachusetts exhumar los cadáveres de la mujer y del homicida para obtener una respuesta definitiva gracias a la comparación del ADN.

El resultado demostró que el semen hallado en el cuerpo del cadáver coincidía con la genética del delincuente muerto tras las rejas. Lo que reveló que, al menos en la última ocasión, Albert DeSalvo fue el perpetrador del crimen. Lo que podría sugerir que, a pesar de la inconsistencia de las pruebas físicas y testimoniales, el criminal encarcelado fue finalmente el autor de la ola de crímenes en Boston.

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