Han pasado casi dos años desde que Apple anunciara, junto a la compra de Primephonic, el lanzamiento de Apple Music Classical, una aplicación dedicada a la escucha de música clásica. Pero al fin está aquí. Eso sí: con ciertas limitaciones, como su interfaz inadaptada a la gran pantalla del iPad o la ausencia de aplicación para macOS.
Primephonic, en sus orígenes, ofrecía un servicio de escucha de música clásica que se diferencia respecto a Apple Music o Spotify por el diseño de búsquedas, la navegación por menús y las recomendaciones adaptadas a la música clásica, que son composiciones muy diferentes en estructura a la música que disfrutamos actualmente.
En el Barroco, evidentemente, no se producían sesiones colaborando con otro artista famoso para hacer «explotar Internet». Ni tampoco había álbumes o singles. Servicios como Spotify o Apple Music, por lo tanto, no son válidos para atender de una forma correcta al aficionado a la música clásica. Su forma de catalogar la música sólo sirve para atender a nuestro concepto de música a partir del siglo XX.
De ahí nace que Apple haya decidido apostar por una app independiente bautizada como Apple Music Classical. Pero, ¿ha logrado la compañía su propósito con este producto?
Por qué una aplicación dedicada y cómo debe funcionar
La catalogación de la música digital que conocemos actualmente nace de la mano de servicios como iTunes y, también, con la piratería (al convertir CDs en pistas individuales que se almacenan en discos duros). Para mantener el orden, se asignaba a cada fichero una serie de metadatos, incluyendo artista, álbum y canción, entre otros.
El problema es que en la música clásica no se organiza así, y este erro ha perdurado con el auge de los servicios en streaming, que ponen el foco en álbumes, playlists y singles. En el mejor de los casos, se presentan amalgamas de varios interpretes sin ningún tipo de orden en las que el usuario es incapaz de conocer qué está escuchando y, ni mucho menos, su numeración, tonalidad o interprete.
Entendemos por música clásica a toda producción basada en las tradiciones litúrgicas y seculares de Occidente. Su historia abarca unos mil años desde las primeras composiciones que conservamos, como las cantigas de Santa María, mensuradas en la corte del rey Alfonso X el Sabio.
Para hacer una correcta organización, hay que dividir por época de producción (música medieval, música renacentista, música barroca, el clasicismo, el romanticismo y la música clásica contemporánea) y por género para distinguir música dirigida a orquesta, a obras escénicas, como la ópera, o los coros.
Además, cada composición suele estar clasificada por el opus, del latín, obra, que numera todas las composiciones para hacer referencia a ella. Dentro de cada opus puede haber varios movimientos o partes, una tonalidad y la información del artista, filarmónica u orquesta que interpreta la pieza.
En resumen: es bastante más complicado clasificar el 'Concierto para mandolina' de Vivaldi que el ‘Motomami’ de Rosalía, pero una vez que se tienen claros estos conceptos, y se rellenan todos los metadatos, es fácil agrupar y mostrar correctamente la música clásica.
Las virtudes de Apple Music Classical
La primera impresión al adentrarse en Apple Music Classical es muy positiva. Todas las composiciones que se me venían a la cabeza aparecían clasificadas por compositor, tonalidad y su opus. Y, al seleccionarla, te muestra todas las interpretaciones con espacio suficiente para ver qué orquesta es y quién la conduce, por ejemplo. Durante su reproducción, muestra composiciones relacionadas del mismo autor o periodo e, incluso, otros trabajos del director de orquesta o del violinista que está interpretando lo que estás escuchando.
El catálogo es muy amplio, y no he encontrado ni una grabación que no esté en formato sin pérdida de calidad de audio. Sientes en todo momento que estás escuchando la mejor grabación posible de esa interpretación.
Su clasificación por género, época e instrumento está bien pensada y lograda. Especialmente la de instrumento, que puede ser de gran ayuda para los aficionados y los estudiantes de conservatorio, pues se agrupan las piezas más insignes en base a obra primero y luego por interpretación –para que el usuario pueda comparar–.
Las playlist seleccionadas por el equipo editorial son variadas, y cuentan con un cuadro informativo para adentrarse en su historia y sus peculiaridades de gran calidad y erudicción para el gran público.
Aunque todavía queda mucho por mejorar
No obstante, pese a que los aficionados hayan tenido que esperar casi dos años, la aplicación no está disponible para macOS. En el iPad, por otra parte, es como si no existiera por la inadaptación de su interfaz a las peculiaridades de este último.
Más allá de la limitación de aplicaciones, otras lagunas comienzan a visibilizarse rápida y claramente durante el uso de Apple Music Classical. Géneros tan importantes como el canto gregoriano no están atendidos ni lo más mínimo, y sólo están pobremente integrados dentro de ‘música vocal’ junto a composiciones que no tienen nada que ver con lo religioso. La ópera y la zarzuela también están sorprendentemente desatendidas, aunque estén bien clasificadas y agrupadas por obra. En este caso la agrupación es crucial, puesto que la obra fue pensada para escucharse de principio a fin. No son canciones, como piensa Spotify, sino escenas a representar.
Por último, me sorprende que ChatGPT sea capaz de encontrar y explicar un artículo del Código penal español y que al mismo tiempo Apple Music Classical sea incapaz de mostrarme de forma agrupada sinfonías del romanticismo. Cuando buscas algo así, el buscador interpreta que estás buscando algo compuesto por un señor que se llama Don Sinfonías Romanticismo. Y claro, ese señor no existe y Apple Music Classical te dice que no hay ningún resultado. Cuando buscas canto gregoriano, sólo es capaz de mostrarte las grabaciones que tengan “canto gregoriano” en su título, o sea, casi ninguna. Son mejoras que se pueden lograr en este aspecto, y no será complicado si la clasificación de metadatos es correcta y amplia como así debiera ser, pues ése es el objeto principal de la aplicación. Incluso se podrían, al menos, crear varias listas de selección editorial para atender este tipo de búsquedas con el criterio de su equipo de expertos.
Dentro de la clasificación por instrumento, tampoco se puede filtrar por época. Sería muy interesante para que el aficionado pudiera comprobar la evolución del mismo o porque, simplemente, disfruta más del protagonismo que cierto instrumento gozó en cierto periodo.
Los retratos que ilustran a los compositores más famosos, por otra parte, son excelentes y rezuman buen gusto. Todos cuentan con una cohesión estilística y cromática digna de mención, pero sólo los más populares, a criterio de Apple o de los publicistas que popularizaron sus composiciones, cuentan con tal privilegio. Esto se ampliará con el paso del tiempo, entiendo, pero ver la inicial de ciertos compositores en lugar de se retrato da la sensación de estar buscando música alternativa de un DJ casero cuando en realidad hablamos de genios de la música retratados en vida.
Siendo conscientes de que Apple Music Classical acaba de salir, los aficionados a la música clásica y aquellos que quieran adentrarse en su escucha y aprendizaje deben estar contentos, pues es un buen comienzo para facilitar y fomentar su disfrute. No obstante, faltan meses de mejora en su clasificación, selección editorial y ordenación conjunta entre subgénero y periodo. Todo dependerá de lo prioritario que sea para Apple atender a este demográfico que, por fin, dispone de siglos de música, bien clasificados y con la mejor calidad de sonido posible, en la palma de su mano.