Según un estudio realizado entre 10.000 líderes a los que se preguntó por la cualidad más importante para el éxito de su organización, el 97 % de ellos respondió: inteligencia estratégica. Sin embargo, ya sea por falta de tiempo, de compromiso o de conocimientos, los líderes no siempre trabajan su pensamiento estratégico o son incapaces de dominarlo. Es por eso que os invitamos a emprender un camino lúdico para tratar de identificar algunos principios estratégicos útiles para los dirigentes, pero también para todos en situaciones cotidianas, tanto profesionales como personales, con el fin de abordar problemas complejos. Para ello, podemos basarnos en un famoso juego: el Sudoku,

El juego, popularizado por el japonés Maki Kaji, fallecido en el 2021. En los años 80, fue él quien contribuyó a popularizar el juego tras descubrirlo en una revista estadounidense, dándole su nombre japonés (su: número y doku: único).

La triple interdependencia del Sudoku

El principio del Sudoku es el siguiente: tenemos una tabla de 81 casillas, divididas en 9 columnas, 9 filas y 9 bloques. Debemos rellenar cada casilla con un número del 1 al 9 respetando simultáneamente las tres restricciones siguientes:

  • El número no debe estar ya en la misma columna.
  • El número no debe estar ya en la misma fila.
  • El número no debe estar ya en el bloque.

En un juego de este tipo, que nos enfrenta a esta triple interdependencia, es esencial la inteligencia estratégica. Podemos utilizar cinco principios para rellenar con éxito la cuadrícula de 9 casillas. Estos cinco principios también sirven como lecciones para desarrollar la inteligencia estratégica.

Lección 1. Tómese el tiempo necesario para analizar sus conocimientos disponibles, su posible ignorancia y sus incertidumbres reales

Un juego de Sudoku no empieza con un tablero vacío. De entrada, ya dispone de casillas completadas que constituyen a la vez un recurso y una restricción. Un recurso porque es el conocimiento a partir del cual puede seguir resolviendo su problema y una restricción porque establece un marco y, por tanto, limita sus posibilidades a la hora de rellenar las casillas.

Así pues, el primer paso consiste en dedicar tiempo a hacer balance de lo que ya sabe y de lo que no sabe. Esta operación resultará indispensable a lo largo de todo el juego: tómese tiempo para identificar lo que sabe y lo que puede no saber.

Se trata de una lección elemental: ante la complejidad, comprenda la situación, busque la información y los conocimientos disponibles y sea consciente del posible alcance de su desconocimiento que es necesario completar para resolver su problema.

Sin embargo, hay una diferencia entre el juego y la realidad: la ausencia de incertidumbre. Si la ignorancia requiere estrategia y aprendizaje, la incertidumbre implica una apuesta, asumir un riesgo. En el Sudoku no hay nada que apostar porque es un juego en el que el marco está fijado de antemano y el problema puede resolverse.

Si distinguiéramos entre ambas, probablemente nos daríamos cuenta de que nuestros temores ante los problemas complejos en la vida real surgen mucho más a menudo de nuestra ignorancia, ante la que somos ciegos, que de la incertidumbre real, ante la que el conocimiento poco puede hacer.

Lección 2. “¡No piense, mire!”

Este es un error muy común que los aficionados al Sudoku conocen bien: al permanecer demasiado centrados en el deseo de colocar un número en una casilla, ¡nos olvidamos de ver las soluciones sencillas y obvias! 

Además, cuando avanzamos en el juego, ocurre que la solución que buscamos ya está delante de nuestros ojos; queremos colocar un 3 en una línea cuando ya está ahí. A este respecto, podríamos recordar esta famosa fórmula del filósofo y matemático austríaco Ludwig Wittgenstein: “¡No pienses, mira!”.

Al centrarnos demasiado en problemas complejos, podemos dejar de lado los más sencillos de resolver o, peor aún, buscamos información o conocimientos que ya están disponibles. Para evitarlo, debemos hacer de la primera lección una especie de “reflejo”: tomarnos regularmente el tiempo de hacer balance de los conocimientos disponibles y de la posible ignorancia.

Lección 3. Construya su estrategia sobre la marcha en función de la información de que disponga

El tipo de errores mencionados antes pueden derivarse a veces de nuestro deseo de seguir una estrategia única sin cuestionarla. Sin embargo, como señaló Edgar Morin en El método, una de las vigas de la inteligencia humana reside en “la capacidad de enriquecer, desarrollar y modificar la estrategia en función de la información recibida y de la experiencia adquirida”.

Lección 4. Tener claro el propio nivel para aprender sin rendirse

Dicho esto, no se empieza un Sudoku por el nivel más alto. Es la mejor manera de abandonar y perder la oportunidad de aprender a jugar. De hecho, este es un juego que requiere mucha humildad y conocimiento del nivel propio.

En primer lugar, no tenga miedo a los errores; más bien, tenga la seguridad de que son la clave de su aprendizaje y de la mejora de sus estrategias. Como nos recordaba el filósofo francés Gaston Bachelard en La formación del espíritu científico, “Psicológicamente, no hay verdad sin error rectificado”.

Además, verá que cuanto mayor es el nivel de complejidad de un Sudoku, menos información tiene en el tablero para empezar. Esto no significa que los conocimientos de partida sean menos importantes. Más bien, nos muestra que cuanto más capaz sea de relativizar la importancia de los conocimientos disponibles para hacer frente a su ignorancia, mejor se enfrentará a problemas complejos.

Lección 5. Sea prudente y riguroso para evitar la escalada de errores.

A la humildad, añadamos prudencia y rigor. A veces todo parece ir bien para el jugador y entonces aparece un obstáculo: ha colocado dos números iguales en la misma línea. Este error fatal, que no le ha impedido avanzar, le obliga a volver sobre su juego o incluso a cambiarlo todo.

A estas alturas de la partida, no se rinda. Y en cuestiones estratégicas, evite la escalada del compromiso, es decir, la persistencia del mismo comportamiento ante una decisión que da como resultado el fracaso. También nos muestra que la sucesión de éxitos a veces puede resultar ilusoria. Un obstáculo, a veces tardío, puede interponerse en su camino estratégico.

La estrategia no es solo un juego de Sudoku

Aunque el Sudoku puede nutrir la inteligencia estratégica, huelga decir que la vida no es un juego. Además, es demasiado serio para ofrecer una analogía suficiente con la estrategia de las organizaciones

Sin embargo, si tuviéramos que aprender una última lección, diríamos simplemente: ¡persevere! Como escribió brillantemente Gaston Bachelard en la conclusión de La formación del espíritu científico, “Cuanto más difícil es una obra, más educativa resulta”.

Este artículo se publicó primero en The Conversation