El 6 de febrero, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió el sureste de Turquía y el norte de Siria, dejando tras de sí a miles de muertos. No es la primera vez que se da un gran terremoto en Turquía, aunque este ha sido especialmente intenso. Podríamos pensar que es puro azar. Al fin y al cabo, sigue siendo imposible predecir los terremotos. No obstante, sí que existe una explicación por la que este terremoto ha sido tan intenso.

Esta reside en el tamaño de la falla en la que ha tenido lugar el terremoto de Turquía. Hay dudas entre la de Anatolia Oriental o la falla de Transformación del Mar Muerto, pero la mayoría de indicios apuntan a que ha ocurrido en la primera. Esta es una falla de 700 kilómetros de largo, por lo que ofrece un escenario ideal para que se desencadenen grandes seísmos.

De hecho, este suele ser el factor común en todas las zonas en las que se producen grandes terremotos. No es el único requisito, pero puede ayudar a tener una idea de la magnitud de futuros temblores y, con ello, preparar los edificios a conciencia. Así, aunque no se pueda saber cuándo vendrá el desastre, se puede intentar minimizar en la medida de lo posible. ¿Pero qué tiene que ver el tamaño de las fallas en todo esto?

Antes de empezar: no son grados

A raíz del terremoto de Turquía, volvemos a escuchar hablar sobre grados en la escala de Richter para hacer referencia a su potencia. Esto es algo que técnicamente no es correcto y no está mal recordarlo. 

Para empezar, no debemos confundir magnitud con intensidad. La escala de Richter, ya en desuso, hacía referencia a la intensidad del terremoto. Esto se cuantificaba analizando su nivel de destrucción. Por ejemplo, si se caen edificios enteros o solo vibran las estanterías. En cambio, la magnitud hace referencia a la energía que libera el terremoto. Puede estar relacionada con su nivel de destrucción, por supuesto, pero no es lo mismo.

En el caso del terremoto de Turquía, es incorrecto decir que ha sido de 7,8 grados en la escala Richter. Lo adecuado es referirse a que ha sido un seísmo de magnitud 7,8.

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Jens Aber (Unsplash)

¿Qué son las fallas y qué tienen que ver con el terremoto de Turquía?

Una falla es una estructura en el terreno en la cual se han deslizado los bordes de dos bloques. En el caso de las placas litosféricas, que componen la capa superficial sólida de la Tierra, cuando los bordes entre unas y otras rozan entre sí, se acumulan tensiones, que finalmente pueden liberarse de golpe. Eso es lo que da lugar a los terremotos.

Por eso, aunque no se puedan predecir, sí que se sabe cuáles son los puntos calientes de este tipo de temblores: las fallas en las que se unen los bordes de estas placas litosféricas. Ahora bien, no es lo mismo una falla pequeña que una mucho más larga.

Cuanto más grande es esta, mayores tensiones pueden acumularse por la fricción entre placas y mayor será la energía que se libere con ellas. Por ejemplo, el terremoto más grande que se ha registrado en la historia tuvo lugar en Chile, en 1960. Alcanzó la escalofriante magnitud de 9,5, porque ocurrió en una falla de 1.000 kilómetros de longitud.

En el caso del terremoto de Turquía y Siria, su epicentro ha tenido lugar en un punto de choque entre las placas de Anatolia, Arabia y África. Ahí se encuentra la falla de Anatolia Oriental, con una longitud de 700 kilómetros. Por lo tanto, hay unan extensión suficientemente grande para que puedan desencadenarse grandes temblores.

Eso no quiere decir que cualquier terremoto en este punto deba ser tan inmenso. De hecho, según ha explicado en The Conversation Jenny Jenkins, profesora de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Durham, solo se han dado tres terremotos por encima de magnitud 6 dentro de los 250 kilómetros de esta ubicación desde 1970.

Desgraciadamente, esta vez el terremoto de Turquía y Siria ha alcanzado cifras que pasarán a la historia. Es una noticia triste para la que, por desgracia, la ciencia debe encontrar aún muchas más respuestas.