El enjambre de terremotos de Granada empezó el pasado sábado como algo anecdótico, pero durante la noche del martes pasó a convertirse en un asunto más serio. Miles de granadinos salieron a la calle asustados por una sucesión de temblores que no generó apenas daños materiales, pero sí mucha desazón por lo que podría venir después.
Como es lógico en una situación así, no tardaron en surgir las cadenas de Whatsapp. Había muchos memes, por supuesto. Si algo hemos aprendido de 2020 y lo que va de 2021 es que puede estar acabándose el mundo, pero se estarán enviando memes hasta el justo momento en el que nos alcance un meteorito. Sin embargo, también circulaban otro tipo de mensajes. Algunos eran tranquilizadores, mientras que otros se encargaban de echar más leña al fuego del miedo, sobradamente encendido ya. Y, claro, como suele suceder en este tipo de cadenas, tanto los mensajes positivos, como los negativos, estaban llenos de incoherencias científicas.
¿Pueden ser más grandes los terremotos de Granada?
Lógicamente, el mayor miedo que cruzaba la mente de los granadinos anoche era la posibilidad de que tuviera lugar un seísmo mayor.
Surgió así un mensaje de llamamiento a la calma, que anunciaba que en Granada no hay fallas suficientemente grandes para generar terremotos de gran magnitud. Cabe recordar que una falla es una fractura del terreno en la que se han deslizado dos bloques, uno respecto a otro. La fricción entre estos bordes es responsable del terremoto y, sí, su tamaño importa. Lo ha contado a Hipertextual Rubén Aguayo, geólogo, divulgador e ilustrador científico. “La magnitud de un terremoto depende de varios factores y uno de los más determinantes es la longitud de la falla que lo provoca”, explica. “Si comparamos la potencia de un SEAT 600 y un Ferrari, sabemos que el 600 va a desarrollar una velocidad máxima acorde a su potencia, y que la del Ferrari será bastante superior. Pues lo mismo ocurre con los terremotos, se necesitan fallas más grandes para desatar terremotos mayores”.
Cita como ejemplo el terremoto más grande que se ha registrado instrumentalmente. Tuvo lugar en Chile, en 1960, y alcanzó una magnitud de 9’5. “Esto supuso una rotura en la falla de más de 1.000 km de distancia y, como parece evidente, para que un seísmo de esa magnitud ocurra en España tendría que partirla en 2 de punta a punta, literalmente”. En nuestro país no hay fallas de ese tamaño, por lo que podríamos estar tranquilos en ese aspecto. “Volviendo a los terremotos de Granada, sabemos que por la longitud de las fallas de la vega y por terremotos históricos, aquí no serán mayores de una magnitud entre 5-6”.
No debemos confundir magnitud con intensidad
Cuando hablamos de los terremotos de Granada y de cualquier otro, a veces cometemos errores a la hora de nombrarlos. Para empezar, se sigue hablando de la escala Richter, a pesar de que hace años que cayó en desuso. Por otro lado, mencionamos la magnitud y la intensidad indistintamente, a pesar de que no tienen nada que ver. La primera mide la energía que libera el terremoto. En cambio, la segunda hace referencia a su nivel de destrucción y percepción de los testigos.
La intensidad es un valor bastante subjetivo, ya que se mide en parte a través de los testimonios de las personas que han presenciado el seísmo. Es precisamente por este motivo por el que anoche los números romanos, que indican el nivel de intensidad, iban variando en la página del Instituto Geográfico Nacional (IGN) a medida que los granadinos rellenaban las encuestas sobre percepción del terremoto.
El hecho de que sea tan subjetivo puede llevar a que dos terremotos de igual magnitud tengan intensidades muy diferentes. Depende de factores como la profundidad a la que se genere. Cuanto más superficial sea más se percibirá y más daños podrá ocasionar. Pero también de cómo de poblada esté la zona o del material de las construcciones. “Naturalmente, un terremoto de gran magnitud, y superficial, que tenga un epicentro cercano a un núcleo urbano, puede ocasionar intensidades altas”, aclara Aguayo. “Pero en el caso de Granada, de momento no más de V-VI, porque los terremotos no son tan grandes y los edificios están preparados, o deberían, para soportar esos temblores”.
La escala Mercalli Modificada (MM), en la que se mide esta intensidad, llega hasta el XII, por lo que el nivel V-VI se encontrará aproximadamente a la mitad. Se considera fuerte, pero no muy destructivo.
No, muchos terremotos pequeños no evitan uno grande
Sin duda, una de las ideas más equivocadas que se han transmitido con el inicio del enjambre de terremotos de Granada ha sido que la persistencia de pequeños temblores está evitando que se genere uno mayor. Esto, en realidad, es un mito que ya comenzó a extenderse mucho antes de este suceso.
Lo cuenta también el geólogo consultado por este medio. “En la escala de magnitud de un terremoto, solemos pensar que el salto de magnitud 2 a 4 equivale solo al doble, porque asumimos que aumenta de forma aritmética y no es así”, narra. “La escala de magnitud es logarítmica y cada salto de unidad equivale, en el caso de los terremotos, a unas 32 veces más. Es decir, que unos 1.000 terremotos de magnitud 2 equivalen a uno de 4. Y no ocurren tantos terremotos como para que se dé ese caso”. Buen ejemplo de esto es el hecho de que después de casi 2 meses con cerca de 300 terremotos aún no se ha liberado energía equivalente a uno de magnitud 5. “De todas maneras, nunca viene mal que se libere energía poco a poco, pero siendo consciente de que eso no evita un terremoto mayor”.
¿Por qué Granada?
No es la primera vez que se da un episodio de este tipo. De hecho, los enjambres de terremotos en Granada son frecuentes.
Además, en el pasado se han dado algunos seísmos bastante grandes. En 1956, por ejemplo, ocurrió uno de magnitud 5 en Albolote. Más tarde, en 2010, se produjo uno de 6’5. Este fue un buen ejemplo de la diferencia entre magnitud e intensidad, ya que tuvo lugar a 600 km de profundidad y nadie se enteró. Los temblores de estos últimos días han sido bastante superficiales, de ahí que hayan sembrado el miedo como lo han hecho. Pero, profundos o no, ¿por qué es esto tan habitual en esta zona de España?
“Granada se encuentra cerca de un límite de placas donde estas se empujan”, comienza Aguayo. “Esta interacción desemboca en terremotos, y por eso no es raro que ocurran a lo largo de la Cordillera Bética, desde Cádiz hasta Murcia. Ahora bien, a veces ocurren enjambres sísmicos, donde tienen lugar una serie de terremotos de una magnitud baja-moderada en un corto periodo de tiempo y en una zona concreta. Tienen lugar multitud de ellos porque es como un efecto dominó, una falla salta y afecta a las cercanas”. Añade que estos enjambres han ocurrido de forma más o menos regular a lo largo de la historia de Granada y pueden durar desde varios días hasta meses.
¿Se seguirán repitiendo los terremotos de Granada?
Basta con echar un vistazo a la página del IGN para comprobar que los terremotos de Granada no se han detenido aún. No obstante, es imposible saber cuánto durará este enjambre. Y mucho menos si ocurrirá otro más intenso.
Uno de los mensajes que anoche sembraron el pánico aseguraba que habría un gran seísmo a la 1 de la mañana. Muchas personas lo creyeron y lo compartieron con sus seres queridos, alertándoles de lo que podría pasar. Pero no era cierto.
No es verdad que varios terremotos pequeños prevengan uno grande, pero tampoco indican lo contrario. Los terremotos son así, llegan sin avisar. Podemos tener una idea de dónde se producirán, por ser zonas de gran actividad sísmica. Pero no es posible saber si ocurrirá uno. Es importante estar preparados. El IGN ha publicado una serie de instrucciones sobre cómo actuar en estos casos.
Si estamos en casa debemos colocarnos bajo muebles pesados, como una mesa, que nos protejan de posibles escombros u objetos caídos. No obstante, si se puede acceder al exterior de forma segura es lo más recomendable. Siempre por la escalera, nunca por el ascensor, y procurando situarnos lejos de edificios, árboles, postes o cualquier gran objeto que pueda desplomarse.
Por todo esto, Rubén Aguayo considera que en el sur de España, donde se concentra la mayor actividad sísmica del país, debería fomentarse la educación sísmica. Es importante estar prevenidos, por supuesto, pero nunca dejar que cunda el pánico. Por mucho que los bulos hagan que nos inunde el nerviosismo.