Las últimas dos semanas en lo que respecta a Inteligencia Artificial aplicada han sido como el penúltimo capítulo antes del cierre final de una serie. Han pasado demasiadas cosas inesperadas, han vuelto personajes del pasado que parecían ya olvidados, y hasta ha habido cierto juego sucio. Pero, con la diferencia, de que la guerra entre Microsoft y Google por el futuro de la integración de los chats basados en IA en los buscadores solo acaba de empezar.
O quizá solo lo parezca, porque su enfrentamiento viene de lejos.
Google presentó Bard, su intento por integrar un chatbot a lo ChatGPT en su dominante buscador. Fue una presentación algo chapucera, al igual que el comunicado de su CEO, Sundar Pichai. Y, para más inri, pronto se descubrió que había errores factuales en los resultados que ofrecían como ejemplo.
Pero lo peor seguramente sea que Google apresuró esa presentación para intentar adelantarse por un día a la que Microsoft tenía planeada, y donde se vería ya su aplicación del producto de grandes modelos de lenguaje (LLM) de OpenAI —cuyos lazos son ya totales tras sus ingentes inversiones— en Bing; su hasta ahora anodino buscador y Edge, su mejor planteado pero no excesivamente popular navegador basado en Chromium.
La diferencia: Google lo desplegará con cautela, primera en una beta muy cerrada, y Microsoft ya ha comenzado a desplegarlo con lista de espera, dejando ver los errores que, de forma inevitable, al menos por ahora tienen estas propuestas; pero que incluso le ayudan a ganar más repercusión.
David contra Goliath, con la diferencia de que ambos son Goliath
De funcionar, y si las personas nos adaptamos a estos tipos de búsquedas, sería sin lugar a dudas el mayor cambio en la historia de los buscadores de internet, como ya comentamos aquí.
Las citas hacia las webs son por ahora en Bing mucho menos directas, haciendo que disciplinas como el SEO o elementos como el tráfico que reciben muchos portales y medios se vieran completamente en crisis. También obligaría a replantearse, y esto es lo más importante, el modelo publicitario en internet. Y Microsoft, dispuesto a romper todo en este sector, ya está haciendo pruebas.
Que Google, un gigante en todos los sentidos, está nervioso es evidente. Las críticas hacia Pichai ya están encima de la mesa. Se juega su mayor fuente de ingresos, cercana al 90% del total.
Además de con su trabajo interno, Google también ha invertido 300 millones de dólares en una empresa de IA, Anthropic, fundada por antiguos investigadores de OpenAI. Anthropic investiga modelos lingüísticos de IA y ha creado su propio rival de ChatGPT, llamado Claude. El chatbot de Anthropic aún no es público, pero seguramente también lo veamos pronto.
Microsoft, otro gigante en lo suyo —seguramente a comienzos de los 2000 aún más enorme que Google ahora—, y con una reconversión y diversificación de sus ingresos muy potente desde la llegada de Nadella, se encuentra en otra situación mucho más ventajosa: Bing es para ellos una parte ínfima de sus ingresos (un 2% hasta ahora) que les da igual explotar, probar y romper, como si fuera un kamikaze, si sirve para hacerle cosquillas, o más que eso, a Google, que no puede jugársela en absoluto.
Y lo están consiguiendo. Además, con aire de venganza desde el pasado, ya que Nadella, antes de ser CEO de Microsoft, fue el responsable de Bing.
Por ello, es normal que estemos viendo una pugna entre un falso David y Goliath, con un Microsoft ágil y que se adelanta al tiempo, y una Alphabet pesada y con los pies lentos.
Sin embargo, esta pugna viene de mucho más atrás que las últimas semanas y meses. De hecho, se remonta a más de un lustro, en un juego de ideas y patentes que en parte explica también el evidente resentimiento de Google.
Una escalada entre Google y Microsoft que dura 5 años
Para conocer las idas y venidas entre estos dos gigantes, hay que retroceder diez años, en lo que se conoció como “Scroogled”, cuando Microsoft aún trataba de competir contra Google en muchos más negocios. Y sí, aún peleaba por Windows Phone.
Hace una década, Microsoft trató a Google como a un adversario político, con anuncios en la prensa que se aprovechaban de los problemas de privacidad, un vídeo paródico e incluso publicidad anti-Google. En un momento dado, Google llegó a bloquear una aplicación de YouTube desarrollada por Microsoft para Windows Phone. También se enfrentaron por la repentina inoperatividad de Google Maps en Windows Phone.
En aquel momento estaba claro que Google haría lo que fuera para impedir que Microsoft triunfara en el sector móvil, del mismo modo que Microsoft intentaría frenar el éxito de Google con los Chromebooks. Fue una situación complicada que solo se resolvió realmente cuando Microsoft y Google firmaron una inusual tregua en 2015. Al parecer, el pacto se forjó para evitar batallas legales y quejas a los reguladores y para fomentar la cooperación.
La tregua expiró después de seis años en abril de 2021, justo un mes después de que Google criticara a Microsoft por intentar "romper la forma en que funciona la web abierta" en una disputa sobre las leyes australianas que obligarían a Google a pagar a los editores de noticias por su contenido. No habíamos visto ese nivel de animosidad entre las dos empresas desde los días de Scroogled, y Microsoft incluso guardó un notable silencio durante la demanda antimonopolio del gobierno de EE.UU. contra Google en 2020, a pesar de ser el motor de búsqueda número 2 en ese momento.
Ahora, Google también echa en cara que varias de sus patentes y las investigaciones de DeepMind, su centro focalizado en esta área, en IA son las que después han usado otros, incluyendo OpenAI. En palabras de Pichai:
Desde entonces (hace 6 años) hemos seguido invirtiendo en IA en todos los ámbitos, y la IA de Google y DeepMind están avanzando en el estado del arte. En la actualidad, la escala de los mayores cálculos de IA se duplica cada seis meses, superando con creces la Ley de Moore. Al mismo tiempo, la IA generativa avanzada y los grandes modelos lingüísticos están captando la imaginación de personas de todo el mundo. De hecho, nuestro proyecto de investigación Transformer y el artículo que definió el campo en 2017, así como nuestros importantes avances en modelos de difusión, son ahora la base de muchas de las aplicaciones de IA generativa que se están empezando a ver hoy en día.
Sundar Pichai
Hay algo de resentimiento en ese párrafo.
Microsoft ha estado insinuando recientemente la importancia de su asociación OpenAI, estableciendo lo importante que es este momento para las ambiciones de IA de la compañía. Satya Nadella, CEO de Microsoft, afirma que la empresa convertirá los modelos de IA en la próxima gran plataforma informática.
La clave está en lo bien que Microsoft integre los modelos de OpenAI en sus propias aplicaciones y servicios. Microsoft perdió la gran oportunidad móvil. OpenAI podría dar a Microsoft una ventaja temprana en las batallas de IA que se avecinan.
Google, por su parte, se enfrenta por primera vez en la historia a un tren que puede no tomar adecuadamente.