La abundante cantidad de tramposos que diariamente asaltan los juegos multijugador se ha convertido en un problema mayúsculo para diversas compañías. Entre ellas, Bungie. En los últimos años, el estudio con sede en Bellevue ha dedicado múltiples esfuerzos para frenar el paso de los hackers en Destiny 2, y esta semana ha dado un golpe fulminante, según recoge TorrentFreak.
Bungie no se limitó a integrar herramientas anti-trampas en Destiny 2. Estas, si bien detectan y expulsan a jugadores tramposos durante una partida, no evitan que los mismos regresen tiempo después. ¿Cómo? Creando nuevas cuentas.
Por lo tanto, la mayor apuesta de Bungie fue atacar el problema de raíz. Es decir, cazar directamente a las compañías y desarrolladores individuales que comercializan software ilegal para sacar ventaja en Destiny 2.
Fue así como el estudio identificó un nombre bastante popular entre los jugadores que compran herramientas para hacer trampas: AimJunkies. Este último, por más increíble que parezca, no opera en la clandestinidad. Tiene una web donde presenta su amplio catálogo de trampas para diversos juegos, no solo Destiny 2. También atienda a la comunidad de hackers de Among Us, Apex Legends, Arma 3, GTA Online y todos los títulos de la saga Battlefield, por mencionar solo algunos.
Bungie, por lo tanto, demandó a AimJunkies y a su compañía propietaria, Phoenix Digital. Curiosamente, para que la cruzada legal tuviera éxito, el estudio no pudo acusarlos de afectar la experiencia en línea de Destiny 2. En su lugar, los demandaron por violar los derechos de autor de su software propietario.
Y es que, para poder desarrollar las trampas, era necesario contar con el código del juego y posteriormente realizar ingeniería inversa. Por lo tanto, usaron el software de Bungie sin autorización.
Otro dato interesante es que, para que AimJunkies tuviera acceso al código de Destiny 2, tuvo que recurrir a un desarrollador tercero de nombre James May. El susodicho se encargó de violar las medidas de protección del software de Bungie, lo cual permitió que AimJunkies, posteriormente, hiciera el proceso de ingeniería inversa.
No obstante, James May quedó fuera de la demanda, ya que el objetivo de Bungie era frenar la operación de AimJunkies y Phoenix Digital.
Después de varios obstáculos que se atravesaron durante la investigación de las autoridades, y que estuvieron a punto de provocar el fracaso del estudio, un juez determinó que las acusaciones eran correctas y comprobables. Además, obligaron a AimJunkies a pagarle 4,2 millones de dólares a Bungie por los daños causados.
AimJunkies intentó defenderse alegando que Bungie vulneró la seguridad del software de trampas para inspeccionarlo —no es broma—. En consecuencia, igualmente había violado la ley de derechos de autor. Sin embargo, dado que el juez determinó que las herramientas desarrolladas por AimJunkies son ilegales, la acusación a Bungie quedó totalmente descartada.
Eso sí, todavía está pendiente que una corte federal ordene a AimJunkies frenar cualquier operación final. Si las autoridades dan luz verde, esta compañía tendrá que frenar el desarrollo y comercialización de software para hacer trampas. Pero, incluso si no procede, otras compañías de videojuegos perjudicadas podrían seguir los pasos de Bungie para poner el último clavo en el ataúd.
Sin duda, son excelentes noticias para los jugadores de Destiny 2. Si bien todavía quedan varias compañías y desarrolladores que se dedican a la misma actividad ilegal, esto puede marcar un precedente para que se lo piensen dos veces.