Desde tiempos pretéritos, el ser humano ha comerciado con todo lo que ha tenido a su alcance. Alimentos, materias primas, personas… Y a lo largo de la historia, este comercio ha pasado de ser legal a ser ilegal. El tráfico de esclavos, en teoría, se abolió en muchos países, si bien todavía encontramos casos. Lo mismo le ocurrieron a sustancias como la cocaína y, en su día, el opio. El caso es que a pesar de que algo sea ilegal, mientras alguien lo quiera comprar, alguien lo venderá. En un callejón, en medio de una plaza concurrida o en la Dark Web. Así nació Silk Road.
En inglés, Silk Road significa ruta de la seda. Fue una de las primeras grandes rutas comerciales de las que tenemos constancia y que movía a miles de personas durante kilómetros transportando productos entre ciudades, civilizaciones e imperios. Al tiempo que se intercambiaban culturas, conocimiento y se hacían tratos de todo tipo. A Ross Ulbricht le pareció buena idea llamar así a su página web. Una tienda online en la que comprar de manera anónima productos por regla general ilegales. Y para acceder a esta tienda, necesitabas acceder a la Dark Web, esa parte de internet en la que todo vale amparándose en el anonimato que proporciona la tecnología que hace posible Tor, The Onion Router.
Ross Ulbricht fue uno más. Su nombre llegó a ser más popular que el de otros que también comercian en la Dark Web pero que no han sido descubiertos, detenidos o que, simplemente, no han merecido tanto tiempo en las noticias de medio mundo. Precisamente, la fama de Ulbricht y de Silk Road se debió a que era la primera vez que el mundo conocía realmente qué se hacía en la Dark Web. Desgraciadamente, Silk Road simplemente respondía a una demanda insaciable que se sigue nutriendo dentro o fuera de internet.
Silk Road, comprando drogas desde el sofá
Estados Unidos es el segundo mayor consumidor de marihuana del mundo y el tercero en cocaína. Un mercado en potencia enorme que tiene más de 330 millones de habitantes. Y a pesar de que cada año hay más de 70.000 muertes por sobredosis, hay cifras que dan escalofríos. Como que 20 millones de estadounidenses mayores de 12 años padecen algún trastorno como consecuencia del consumo de drogas. O que 53 millones de estadounidenses de más de 12 años han consumido drogas en el último año. A lo que hay que añadir el eterno problema con el consumo de opioides, cuyo poco o nulo control por parte de médicos y pacientes degenera en adicciones y sobredosis.
Lo que queda claro es que hay una gran demanda de sustancias ilegales en Estados Unidos. Y en todo el mundo, a decir verdad. Las drogas encabezan los beneficios del crimen organizado por delante de la venta de armas o el tráfico de personas. No es de extrañar que Ross Ulbricht, cuyo alias en internet era Dread Pirate Roberts en honor al personaje de La princesa prometida (1987), decidiera montar una tienda en la Dark Web en la que comprar y vender cualquiera cosa ilegal de forma anónima. Y, por inercia, acabó siendo principalmente un mercado de drogas.
Un emprendedor con una gran idea
Ulbricht tiene actualmente 38 años. Nació en Austin, Texas. Tuvo una infancia modélica. Fue Boy Scout. Fue al instituto, luego a la Universidad de Texas y se graduó en Física (2006) y en la Universidad Estatal de Pensilvania obtuvo un máster en ciencia de los materiales (2009). Cuando acabó sus estudios volvió a Austin y probó suerte con el trading, montando una empresa de videojuegos y, posteriormente, una tienda online de compra y venta de libros usados.
Pero Ross Ulbricht tenía otros planes más exitosos. Su idea era crear una tienda en internet en la que podías comprar cualquier cosa de forma anónima. Nadie tenía por qué saber quién eras. Un concepto radical si tenemos en cuenta las tiendas online actuales saben qué queremos incluso antes de entrar en ellas. Y el nombre vino por la importancia que tuvo a nivel comercial y cultural la ruta de la seda. Vamos, que si todo salía bien, el nombre encajaba con la importancia del proyecto. Y no se equivocaba.
Si bien Silk Road tuvo éxito, fue un éxito efímero. La tienda se puso online en febrero de 2011 y cerró en octubre de 2013. Y el premio para Ulbricht fueron dos cadenas perpetuas sin posibilidad de revisar la sentencia durante, al menos, 40 años. Eso y una multa de casi 184 millones de dólares. Así que actualmente reside en la Penitencia Estatal de Tucson, Arizona. Aunque hay disponible una página en la que puedes obtener más información sobre el caso y pedir su liberación o, al menos, que se revise la sentencia. Medio millón de personas ya lo han hecho.
Dark Web y Bitcoin, la combinación ganadora
Cuando Silk Road cerró, contaba con un catálogo de más de 10.000 productos. 7 de cada 10 eran drogas. Podías adquirir estimulantes, psicodélicos, opioides, drogas con prescripción, precursores, esteroides… Productos que llegaban a más de 100.000 compradores a través de casi 4.000 vendedores. Según el FBI, se realizaron más de un millón de transacciones de un valor de más de 9,5 millones de Bitcoins. Y en comisiones, de acuerdo al FBI, Silk Road había obtenido más de 600.000 Bitcoins. En dólares, se estimó que el total de ventas llegaron a la cantidad de 183 millones de dólares estadounidenses.
Y aunque el mercado principal de Silk Road era Estados Unidos (un 30 %), también tuvo éxito en Reino Unido, Australia, Alemania, Canadá, Suecia, Francia, Rusia, Italia y Países Bajos, entre otros. Una tienda online de alcance mundial y cuyo funcionamiento era relativamente sencillo. Para acceder a ella debías usar un navegador web compatible con Tor (The Onion Router). Tor es una tecnología que permite acceder a internet de forma anónima a base de usar intermediarios para la conexión. Así, la conexión no es directa entre usuario y servidor. En su lugar, puede haber varios intermediarios de distintos países.
Una vez en la tienda, comprabas Bitcoin, hacías la compra, la orden o pedido se ejecutaba, Silk Road se quedaba una comisión en Bitcoin, el vendedor recibía su parte en Bitcoin y, si quería, cambiaba de nuevo a la moneda de su elección. La tienda online hacía de intermediaria entre compradores y vendedores. Ambos anónimos. Y con la tranquilidad y seguridad física y monetaria que da eso para ambos en un mercado en el que las transacciones no siempre acaban bien.
El escarmiento ejemplarizante de Silk Road
¿Merecía Ross Ulbricht dos cadenas perpetuas? Fue acusado de blanqueo de dinero, hacking informático, conspiración para traficar con estupefacientes y, como guinda del pastel, intento de asesinato de, al menos, seis personas. Para esto último, de acuerdo a la acusación, habría pagado 730.000 dólares. Asesinatos que, por cierto, nunca ocurrieron.
El juicio a Ulbricht se produjo en la corte federal de Manhattan. Empezó un 13 enero de 2015 y terminó menos de un mes después, un 4 de febrero, cuando el jurado lo condenó de siete cargos. Entre ellos, participación en una empresa delictiva continuada, tráfico de estupefacientes, blanqueo de capitales y piratería informática. El resultado, 30 años en prisión. Pero la cosa se complicó. Por un lado, el juez que llevó el juicio recibió amenazas de muerte. Aunque no se pudieron relacionar directamente con Ulbricht.
Pero el problema llegó en marzo de ese mismo cuando se acusó a Ulbricht de pagar a dos agentes federales que trabajaban de incógnito en la investigación para que proporcionaran información de esa misma investigación al propio Ulbricht. Así que el 29 de mayo de 2015, Ulbricht recibía cinco sentencias consecutivas, entre ellas dos cadenas perpetuas sin posibilidad de revisión. Y una sanción de 183 millones de dólares.
De poco o nada sirvió que Silk Road prohibiera la venta de pornografía infantil, servicios violentos, productos robados o cualquier cosa que implicase fraude o daño físico. O que en el otro 30 % de productos que se vendían, más allá del mercado de drogas, también hubiera libros, ropa o dispositivos electrónicos. Es decir, que la idea era honesta, ofrecer compras anónimas, pero el hecho de que sirviera para vender drogas y mediante el anonimato, fue lo que más pesó para condenarlo.
La Dark Web se da a conocer
El caso de Silk Road y Ross Ulbricht fue de los primeros en mostrar al gran público qué era eso de la Dark Web. Los medios, por un lado, y las autoridades estadounidenses por otro, vieron la oportunidad de sentar un precedente y de castigar por todo lo alto un hecho que no se podía tolerar por las implicaciones que tenía. Un castigo ejemplarizante que de nada sirvió si tenemos en cuenta que con el cierre de Silk Road surgieron decenas de tiendas de drogas que no mencionaremos pero que son fáciles de encontrar gracias a índices como los que elabora The Hidden Wiki.
Ulbricht tuvo una buena idea que fue usada para unas prácticas que se consideraron delictivas. Y que a su creador, de ideas libertarias como adujo ante el juez, no le parecieron mal siempre y cuando nadie saliera herido. Como explica la página que pide su liberación, “Ross nunca fue procesado por causar daños o lesiones corporales y en el juicio no se nombró a ninguna víctima”. Es decir, que pasará toda su vida en prisión por ser el intermediario en unas prácticas consideradas ilegales.
Sea como fuere, la Dark Web sigue y seguirá estando ahí. Como decía antes, la venta de drogas es el mayor mercado a nivel mundial. Ya existía mucho antes de que se inventase la propia Dark Web o internet. En la lista de las drogas más consumidas en Estados Unidos, destacan las metanfetaminas, la cocaína, la marihuana y la heroína. Como dato a tener en cuenta, la primera se puede obtener mediante receta médica. Y la tercera ya es legal en varios estados. Por otro lado, la epidemia que sufre Estados Unidos por el abuso de opioides causó más de 33.000 muertes en 2015. Una epidemia que no surge de la Dark Web sino del exceso de prescripciones médicas. Pero esa es otra historia.