Cuando estábamos en el colegio, solíamos estudiar que un ser vivo es aquel que nace, crece, se reproduce y muere. Después se añadía también el hecho de que se relacionan y se alimentan. Lo cierto es que es una definición muy general, adaptada a la edad a la que la estudiábamos, pues en realidad se trata de algo mucho más complejo. Pero, si nos ceñimos a eso, no es extraño que haya unas rocas en Rumanía conocidas coloquialmente como rocas vivas. No dejan de ser algo inerte, pero es verdad que podría decirse que nacen, crecen y se reproducen. Tres de seis, ¿significa eso que están medio vivas?
Por supuesto que no. Son rocas. Pero sí que son muy curiosas. Tanto que, aun sin haber muchos estudios que profundicen en ellas, han llamado la atención de los geólogos durante años.
Algunos de los mecanismos que las llevan a comportarse como lo hacen las convierten en todo un misterio. Pero sí que hay algunos que ya han podido discernirse. Desde cómo nacen hasta la forma en la que crecen. Eso sí, si has pensado pasarte a verlas, no te emociones por pillarlas in fraganti. Crecen solo unos pocos centímetros cada mil años.
La larguísima historia de las rocas vivas de Rumanía
Una de las principales características de estas rocas, conocidas como trovantes, es su heterogeneidad. Si bien todas son esféricas, con algunas irregularidades, las hay que pueden pesar unos gramos y medir unos pocos milímetros, pero también tener casi cinco metros de diámetro y varias toneladas de masa.
En cuanto a su origen, no están del todo claro, por lo que han llamado la atención de los científicos desde el siglo XVIII. Su rara apariencia sembró muchas dudas, con personas llegando a afirmar que se trataba de huevos de dinosaurio. También se supuso que podrían ser fósiles de plantas o, en un planteamiento bastante más imaginativo, vainas alienígenas.
Con el tiempo, en cambio, la mayoría de geólogos comenzaron a apostar que en realidad no eran rocas, sino casos de concreción. Es decir, montículos de material incrustados dentro de capas de roca caliza, arenisca o esquisto. Sin embargo, en el Congreso Internacional de Geología celebrado en Oslo en 2008, se planteó que no cumplían todos los criterios para ser consideradas como tal.
Por lo tanto, lo único que podemos afirmar es que se trata de rocas o composiciones rocosas de origen desconocido, que posiblemente datan de hace 5,3 millones de años. Solo se encuentran en la ciudad rumana de Costesti, en un paraje muy concreto. Precisamente, en un lugar que posiblemente fue un entorno marino. De hecho, se ha visto que algunas de estas rocas contienen fósiles de bivalvos y gasterópodos marinos. Pero, volviendo a lo curioso de los trovantes, ¿por qué se dice que parece que están vivos?
Nacen, crecen y se reproducen… pero no mueren
Sean o no un caso de concreción, lo que sí es cierto es que estas rocas son más duras que el material que las rodea. Por eso, cuando dicho material se erosiona, por ejemplo a causa del agua, los trovantes emergen de su interior y podría decirse que nacen.
Además, cuando llueve el agua se filtra en su interior, provocando que la roca se expanda y crezca. Esto ocurre muy lentamente, con unos 5 centímetros cada 1.200 años, pero no deja de ser algo curioso y poco habitual en rocas.
Sin embargo, es más curioso todavía que, cuando se produce dicha expansión, pueden formarse una especie de burbujas que, al alcanzar cierto tamaño, se desprenden, formando nuevas rocas trovantes. Por lo tanto, en cierto modo, se reproducen.
Pero no, no están vivas, esto solo las convierte en un fenómeno muy curioso. Para que luego digan que la geología no es interesante.