Se calcula que la probabilidad de que a alguien le caiga un rayo es de 1 entre 3 millones, aunque hay factores que pueden hacer a algunos individuos más propensos. De hecho, hubo un hombre al que le cayeron 7 rayos a lo largo de su vida y aun así sobrevivió. Pero este no es el único problema. Las caídas de los rayos también pueden dañar sistemas eléctricos, causar incendios forestales o provocar roturas en instalaciones con contenido peligroso, como las centrales nucleares. Por todo esto, se deben buscar formas de detenerlos. A día de hoy, la única opción es el uso de pararrayos, que aportan un lugar preferente para que estos caigan y se dirijan a tierra. Sin embargo, ahora un equipo internacional de científicos ha diseñado una nueva opción para desviar los rayos a través de un láser.  

Todos ellos han fundado el proyecto LLR (de pararrayos láser en inglés), consistente en el desarrollo de una nueva máquina para detener los rayos, muy diferente a lo que en su día inventó Benjamin Franklin. En este caso, utilizan rayos láser para crear un canal ionizado por el que los rayos viajan hacia la atmósfera.

Las primeras pruebas fuera del laboratorio han logrado desviar cuatro descargas de rayos a una distancia de 50 metros. El objetivo es desviar aún más rayos y alargar la distancia hasta un kilómetro. De momento, han demostrado que están en el buen camino y que este puede ser un dispositivo muy útil en el futuro.

¿Por qué es tan importante desviar los rayos?

Según los datos satelitales, cada segundo caen en la tierra entre 40 y 120 rayos. No todos ocasionan daños, por supuesto. Sin embargo, en muchas ocasiones sí que pueden causar graves daños materiales y también personales. Y es que, si bien la persona con el récord de descargas de rayos en su propio cuerpo vivió para contarlo, se calcula que cada año mueren entre 6.000 y 24.000 personas que corren peor suerte que él.

Por otro lado, según un estudio de la NASA, el porcentaje de incendios forestales ocasionados por rayos ha aumentado desde 1975 entre un 2% y un 5%. Esto se debe a que en este tiempo ha tenido lugar un aumento en el clima volátil de las tormentas eléctricas. Además, aquí juega también un papel importante la contaminación. De hecho, en 2021 se demostró que durante las cuarentenas por COVID-19 se redujeron las tasas de rayos, precisamente porque las partículas de aerosoles contaminantes actúan como pequeños andamios para la formación de actividad eléctrica.

Por eso y por el resto de motivos mencionados anteriormente, es esencial buscar formas de detener o desviar los rayos. Hasta ahora solo disponemos del pararrayos, aunque se han hecho algunos experimentos interesantes. No obstante, pocos han llegado tan lejos como este.

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Un láser para sustituir al pararrayos convencional

El objetivo del proyecto LLR es obtener una especie de pararrayos que actúa totalmente al contrario de los habituales. Mientras que el invento de Benjamin Franklin atrae los rayos y los conduce a la Tierra para evitar que impacten donde no deben, este nuevo invento no los lleva hacia abajo, sino que los desvía hacia arriba.

Para ello, dibuja el camino que deben seguir a través de emisores de láser, capaces de disparar hasta mil pulsos por segundo. Este camino es un canal ionizado que se forma por la acumulación de moléculas de oxígeno cargadas eléctricamente, capaces de atraer y guiar a los rayos. 

pararrayos láser
Martin Stollberg

Es algo que se había probado con anterioridad en el laboratorio, pero hasta ahora no se había hecho directamente en el terreno. Los experimentos se han realizado en la montaña Säntis, en el noreste de Suiza, junto a una antena de telecomunicaciones de 123 metros de altura. Es un buen lugar para experimentar con el pararrayos láser, ya que este tipo de antenas atraen generalmente muchos rayos. Así, pudieron ver que cuatro descargas impactaron sobre este dispositivo, del tamaño de un coche familiar grande, y se desviaron hacia la atmósfera, como estaba previsto.

Han hecho falta 300 años para buscar alternativas al pararrayos de Benjamin Franklin. Y es que aquel invento, que empezó como un simple experimento con una cometa y una llave, resultó tan útil que, por mucho tiempo que pase, es difícil de sustituir. Pero quizás ha llegado el momento, no de sustituirlo, pero sí de traer refuerzos. Ahora que vivimos en la era de los rayos láser, estos parecen ser los aliados perfectos.