El 2022 ha sido un año de récords climáticos, todos ellos peligrosos para el planeta. Ha sido el quinto año más caluroso desde que existen registros, el segundo en Europa. Además, el viejo continente ha experimentado su verano con temperaturas más elevadas. El cambio climático no ha dejado de hacer estragos y demostrar que, como nos temíamos, ha empezado a avanzar con pasos de gigante. Por eso, la noticia más reciente no resulta sorprendente, pero sí preocupante. Y es que, según un estudio realizado por científicos chinos y estadounidenses, los océanos se calientan y han alcanzado sus temperaturas globales más elevadas.

Esto es peligroso a muchos niveles. Por un lado, si los océanos se calientan, los seres vivos que habitan en ellos pueden verse muy perjudicados. Pero, por otro, los seres humanos que habitamos la Tierra también iremos saliendo escaldados.

No debemos olvidar que las aguas oceánicas se encuentran entre nuestros mayores aliados para absorber algunos de los gases de efecto invernadero de la atmósfera. Lamentablemente, si siguen calentándose, esa absorción será cada vez peor, por lo que estos seguirán aumentando, echando leña al fuego del calentamiento global e iniciando un dañino círculo vicioso.

Los océanos se calientan

Hay algo positivo en esta historia. Y es que, por suerte, el agua tiene una gran capacidad calorífica. Eso quiere decir que se necesita mucha energía para elevar su temperatura un solo grado. Es algo bueno, pero lo cierto es que los océanos están absorbiendo muchísima energía.

Usando dos timelines diferentes, los científicos chinos y estadounidenses han llegado a una misma conclusión sobre 2022. Solo en ese año, las aguas oceánicas con profundidades por encima de los 2.000 metros absorbieron 10 zettajoules de calor más que el año anterior. Esto, según explican desde Science Alert, es 100 veces más que la electricidad consumida en todo el planeta en un año. El motivo es que los océanos absorben un 90% del exceso del calor de la atmósfera. Pero lamentablemente esto tiene un límite. 

La temperatura no es tan sumamente elevada como el calor que se absorbe, pero sí que se ha experimentado un aumento remarcable. De hecho, 2022 ha sido el séptimo año consecutivo en el que los océanos se calientan, alcanzando nuevos picos.

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Otras consecuencias

Aunque la energía calorífica elevada del agua puede amortiguar lo que sería un calentamiento más brusco, hay otros problemas a los que no puede combatir. Especialmente uno: el contraste de la salinidad. 

Y es que ese aumento de energía absorbido por el agua genera cambios en las dinámicas océanicas que derivan en una salinidad más extrema. Las zonas de agua dulce son mucho más dulces y las saladas mucho más saladas. Esto puede parecer una nimiedad, pero no lo es, ya que las diferencias en la salinidad son responsables, en parte, del movimiento de las capas de agua. Si las capas de agua no se mezclan como suelen hacerlo, también se altera la circulación de calor, oxígeno y carbono, modificando notablemente los ecosistemas acuáticos. 

Por otro lado, mientras aumenta la energía y los océanos se calientan, el calor se concentra sobre todo en las capas más altas. Estas pueden servir como combustible de huracanes y tormentas; pero, además, promover otros muchos fenómenos atmosféricos extremos que ya empezaron a hacerse notar en 2022.

En cuanto a la capacidad de los océanos para absorber los gases de efecto invernadero, es algo finito. Si se modifican las características del agua llega un punto en que no se puede absorber más, por lo que esos gases se siguen acumulando. Ya está ocurriendo y puede ser aún peor.

Por lo tanto, cuando escuchemos que los océanos se calientan, no deberíamos verlo como una oportunidad para bañarse en el mar sin pasar frío, sino como la mala noticia que es.