Un equipo de científicos del Programa de Salud Zoológica de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre ha encontrado a un nuevo Grumpy Cat en la montaña más alta del mundo. La razón es que, si bien este nombre, que en español significa gato gruñón, se le dio originalmente a una gata doméstica llamada Tardar Sauce, el nombre es muy apropiado también para el gato de Pallas (Otocolobus manul), un felino silvestre muy escurridizo, que hasta ahora no se había detectado nunca en el monte Everest.
Generalmente vive en las estepas de Mongolia, Siberia y el Tíbet. No obstante, dado que se suele refugiar entre las rocas y tiene una vida bastante solitaria, es muy difícil de ver. Suele vivir en alturas elevadas, aunque normalmente por debajo de los 5.000 metros. En esta ocasión, sus heces se han detectado ligeramente más arriba, a unos 5.100 metros.
Y es que ha sido necesario analizar el ADN de varias muestras de heces para encontrarle. Ahora, sabemos que este Grumpy Cat silvestre vive también en lo alto del Everest. Por eso, si alguna vez decides escalar hasta allí, quizás te lo encuentres mirándote con desaprobación. No te sientas mal, no lo hace a propósito.
Peculiaridades del gato de Pallas del Everest
El gato de Pallas, también conocido como manul, tiene el tamaño de un gato doméstico. No obstante, tiene tanto pelo que parece mucho más grande. También tiene las patas más cortas, los ojos más redondos y el hocico más aplanado, lo cual le da un aspecto inicialmente simpático. Sin embargo, todo esto contrasta con la caída de su frente, que le da un aspecto de ceño fruncido, como si estuviese siempre enfadado.
Y en realidad tiene motivos para comportarse como un Grumpy Cat. Las temperaturas reinantes en su hábitat le llevan a pasar mucho tiempo con frío, a pesar de su frondoso pelo. Por eso, a medida que camina suele agitar sus patas para meterlas en calor. Sin embargo, según se vio en un documental de la BBC, esto alerta a sus presas de su cercanía, por lo que muchas se escapan. Como para no enfadarse.
ADN del gato de Pallas en las alturas
Para conservar una especie es importante saber en qué situación se encuentra. Y, dado que este es un animal bastante escurridizo, a veces no queda más remedio que recurrir a una búsqueda indirecta. Esta se realiza, por ejemplo, analizando heces en lugares en los que se sospecha que podría haber ejemplares.
Eso es lo que hicieron los científicos de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre. Recogieron varias muestra a distintas alturas del Everest y después las analizaron. Encontraron en ellas el ADN del manul. Además, confirmaron que en su dieta había animales como el pika. También conocido como conejo de roca, este pequeño mamífero es una de las presas predilectas del gato de Pallas. Cuando no escapan al ver cómo agita sus patas, por supuesto.
Estado de conservación del Grumpy Cat
A pesar de ser un animal escurridizo, hubo una época en la que este Grumpy Cat se convirtió en el objetivo de muchos cazadores que buscaban vender sus pieles. Esto llevó a que la especie se declarase como protegida y se impusiesen multas a quien intentase cazarle.
No obstante, no es lo único que ha llevado al declive de su población. La destrucción de su hábitat, así como el envenenamiento de muchas de sus presas, incluyendo a pikas y pequeños roedores y aves, han conducido también a la muerte de muchos de ellos.
Por ese motivo, hoy en día se calcula que quedan unos 58.000 ejemplares en todo el mundo. Además, la población se sigue reduciendo, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Por eso es tan importante estudiar todos los lugares en los que se encuentra.
Ahora sabemos que también se encuentra entre las rocas del Everest, acechando con su ceño fruncido hasta que aparezca algún pequeño animalillo suficientemente sordo para no oír cómo agita sus patas calado de frío. Visto así, como para no convertirse en un gruñón.